EASY RIDER + IN VAIN
Sala 0, madrid, 23 octubre 2021
Crónica y fotos: Daniel Arriero
En un primer momento, me sentía ligeramente desubicado. Era una sensación extraña, fría. Ha transcurrido apenas año y medio desde el último concierto al que pude asistir en condiciones normales, de pie y sin limitación de aforo por la pandemia, pero parecía una eternidad. En la fila que se fue formando apenas se oía nada. Una vez pudimos entrar, pasados quince minutos de la hora prevista para la apertura de puertas, la situación era similar. Los fotógrafos fuimos cogiendo posiciones, sí, pero había una atmósfera de prudencia, incluso de cierta tristeza, me atrevería a decir. Tampoco ayudaba la escasez de público en los primeros compases.
Pero la música tiene algo especial. Es mágica. Cómo si no se puede explicar la tremenda diferencia que había entre esos primeros minutos de apatía, con la fiesta y la alegría con la que finalizó el espectáculo. Qué tendrán esos acordes, esas melodías y armonías que nos cogen de la mano y nos hacen olvidar todo lo malo; esas preocupaciones diarias que todos sobrellevamos como podemos.
Esa noche teníamos la oportunidad de disfrutar de dos bandas que nunca decepcionan. Dos formaciones con importantes carreras a sus espaldas y suficientes tablas sobre el escenario como para llevarnos a su terreno y hacernos disfrutar.
In Vain fue la encargada de abrir la velada. Todavía con muy poco público en la sala y un ambiente muy frío, tenían la siempre difícil y muchas veces no suficientemente valorada misión de calentar los ánimos ante una audiencia que posiblemente no fuera en su mayoría suya. Pero salieron a darlo todo desde el primer momento.
“Evil’s in my Soul”, primer tema de su última obra “All Hope Is Gone” fue la elegida para abrir el concierto, seguramente todavía poco conocida por el público por lo reciente de su publicación. In “Death We Trust”, canción que daba título a su segundo disco fue mejor recibida y empezó a caldear el ambiente.
Continuaron con “Blood & Steel” y una de mis favoritas de su último disco, “Falling to the Ground”, con esas guitarras que tanto me recuerdan a Running Wild.
Conscientes como decía anteriormente de que gran parte del público venía a ver especialmente a Easy Rider, fueron muy inteligentes en la confección del set list, escogiendo sus temas más representativos y conocidos.
Una de las más coreadas, “No Future to the World”, de su disco “The Little Things that Matter” y el power metal de “Frozen Wings” de su penúltimo, “IV”, continuaron ahora sí con un público, todavía escaso, más entregado. In Vain estaba logrando su cometido principal. E insisto, no lo tenían nada fácil porque el ambiente y el sonido no eran los ideales. De hecho, el sonido fue algo que perjudicó a ambas formaciones durante toda la noche.
Por si a esas alturas alguien necesitaba algo más de caña, el speed metal hacía acto de presencia hacia la media hora de concierto con “Serenity Valley” y continuando con “Dragon Huntress”, ambas también de su tercera obra.
Se iba acercando el desenlace. “Hannibal Ad Portas”, segundo single de su último disco y “War Machine” fueron las encargadas de poner el punto y final a un buen concierto de In Vain.
Ante algo menos de media entrada y pasadas las nueve de la noche, Easy Rider volvía a subirse a las tablas, presentando a sus dos nuevos miembros: José Roldán a la batería y la vocalista Dess Díaz. Había una gran expectación por ver un cambio siempre tan significativo para cualquier banda, como es la sustitución del cantante. Más aún cuando, por primera vez, iba a hacerse cargo una vocalista femenina. Ya adelanto que Dess superó con creces la prueba. Pero tampoco sería justo no destacar el grandísimo trabajo de Juan Roldán durante todo el concierto.
Qué mejor manera de comenzar un concierto de Easy Rider que con dos de sus canciones más representativas. Con algunos problemas técnicos y cierto nerviosismo, totalmente comprensible, “Perfecta Creación” y “Ojos de Fuego”, ambas de su ópera prima, fueron las escogidas para abrir el show. Una elección de temas muy basada en sus primeros trabajos, por cierto.
Tras el saludo de bienvenida por parte de Dess, y mientras seguían ciertos desajustes técnicos, tres temas de su segunda obra “Lord of Storm”, fueron interpretados por la banda a continuación: “See my Eyes”, “Lord of the Storm” y “Seven”. Era una verdadera lástima que el mal sonido siguiera a estas alturas eclipsando el trabajo de la banda, pero ya podíamos empezar a comprobar el total acierto a la hora de escoger a Dess como nueva cantante, no solo en lo estrictamente vocal, sino también en algo tan importante en directo como son el movimiento y el carisma sobre el escenario.
Llegaba el momento de bajar un poco las revoluciones y la potencia para compartir unos minutos de melancolía. “Tiempo”, power ballad de su primer disco, fue interpretada de forma fantástica. Y con un sonido algo menos embarullado, por fin, pudimos empezar a disfrutar de todos los instrumentos, cosa que hasta este tema había sido imposible.
“Changes”, directo y accesible y “Defiance”, más oscura, sirvieron para ver la evolución de la banda durante todos estos años de carrera. La primera forma parte de su segundo disco y la segunda de su última referencia From the Darkness, obviando el reciente Metamorphosis al ser canciones regrabadas por la nueva formación.
Ahora tocaba repasar su tercera referencia discográfica, su fabuloso Evilution con cinco canciones seguidas. “Wormwood”, “Babylon the Great”, “Evilution”, “The New Jerusalem” y “Blazing Fire Victory”, lograron, si es que quedaba alguien a esas alturas por convencer, que el público se entregara a la banda por completo.
Era inevitable que alguna canción de sus grandes trabajos “Animal” y “Regeneration” no pusieran su granito de arena en esta vuelta a los escenarios. “Visions”, tema que lo abría, fue la escogida del primero y “Where Angels Fly” del segundo.
Salía la banda brevemente del escenario para abordar los ya tradicionales bises de rigor. Y como no podía ser de otra forma estos tenían que ser dos de los grandes clásicos de la banda, “Savage Rage” y por supuesto, “Stranger” precedida de “Vampire Prelude”, pusieron el punto final de un gran concierto, mermado en sus primeros minutos por la adversidad de un mal sonido, pero que la banda, con ilusión y profesionalidad, supo superar. Gran final para lo que empezó siendo una velada de extrañas sensaciones y que terminó siendo una auténtica fiesta.
Gran regreso a los escenarios de dos bandas que demostraron tener muchas ganas de subirse a las tablas y dejar claro que tienen mucho que ofrecer.
Daniel Arriero