Según aumentaban los dígitos de la primera década del nuevo milenio hasta el presente, parecía que la interactuación vampírica, siempre de moda, perdía fuelle
entre los cómplices de la oscuridad relatada y el romanticismo intrínseco a los renegados atemporales de la luz. Quizás por hastío de un público voluble, quizás por la adaptación cinematográfica adolescente a la que se vieron sometidos para reventar las taquillas mundiales, humillar a su estirpe e invadir el dormitorio de millones de camas mojadas, más por la lascivia que por el temor que siempre han infundido. Una degradación paulatina tras siglos de reinado.
Y tuvo que ser la música la que resucitó al mito para devolverle su reinado carmesí de intrigas existenciales, maldad con justificación subjetiva y dilemas ególatras.
Trond Holter y Jorn Lande adaptaron la eterna historia en 2015, con el formidable Swing of Death, para los oídos más exigentes, en un excelente hilo argumentativo ambientado a la perfección con sus dotes curriculares y un equipo ganador, donde brillaba sobremanera la inestimable ayuda de Eva Iselin Erichsen, interpretando con maestría el rol femenino de la obra. Sin lugar a dudas un excelente trabajo que recaló en escenarios noruegos para completar la visión de sus creadores, a modo de obra de teatro musicalizada con una simbiosis acertada de Metal, Hard y ambiente recreativo.
Lande desistió del proyecto pero Holter, convencido del material restante y, sobre todo de su capacidad creativa, decide continuar como narrador instrumental con el desarrollo de la premisa y así, nos llega Vlad The Impaler tres años después.
En las voces femeninas repite Eva, lo que otorga coherencia al material tanto narrativo como musical, encumbrándose necesaria, facturando algunos de los momentos más memorables de este presente cancionero, como la balada Shadow Of Your Love, The Last Generation (cuyo ambiente sobrevuela en sus detalles de teclado el Temple Of Love de SISTERS OF MERCY) o la reconocible “marca de la casa” de Under My Skin.
Las interpretaciones del vocalista masculino, cuyo peso recaen en el nuevo “partenaire” Nils K Rue (PAGAN´S MIND), superan la corrección (incluso con segmentos envidiables), pero de ninguna manera alcanzan la grandeza necesaria para enaltecer el título nobiliario de su representado ni para explorar la recolección, que debiera ser ávida, del vasto imaginario que proporcionan las infecciones emocionales de estas criaturas.
Su timbre, más próximo al arquetipo metalero europeo, unido a que todo se ha acelerado y endurecido un peldaño, nos devuelve el conjunto como si de una banda de mayor peso Power Metal con altas aspiraciones se tratara, en una dualidad final muy vampírica, donde se enfrentan la luz de sus victorias y las sombras de sus intentos.
Y es que habiendo desechado el factor sorpresa que supuso su debut y, a pesar de seguir manteniendo líneas compositivas similares en primordiales tramos del disco, los nuevos aditivos resultan más vulgares, de menor linaje, sin que esto sea una lacra.
El mismo plato pero con distinto sabor triunfa en Worlds On Fire (posiblemente de lo mejor de ambas obras), I´ll Die For You, Drums Of Doom (Metal añejo en estado puro) y, aunque alejada de las maneras de su primera impresión, Save Me Part II encuentra su hueco en esta categoría, más por sus incisivos juegos de coro clásico y su abismal parte instrumental final, que por el dueto resolutorio de ambos vocalistas.
Trond Holter impecable, eso es de ley mentarlo. De sus lecciones Malmsteen en fugas neoclásicas a su habitual sentido de la melodía con decenas de trucos efectivos y sapiencia a la hora de encajarlos, amén de crear riffs consecuentes en alternancia de tempo y contundencia. Repite, con Vlad The Impaler (canción) su ejecución instrumental al servicio tanto de la exhibición como de la localización sensorial.
La formación queda completada por Bernt Jansen al bajo (WIG WAM), Per Morten Bergseth (BABY SNAKES, FRACTURE) a la batería y Erling Henanger a los teclados, realizando un gran trabajo.
Inferior a su debut, cierto es, pero aun así un muy buen disco de Metal, más recurrente pero no por ello prescindible. Si cortamos la raíz de nuestro pasado estaríamos renunciando al porqué de nuestra filia a la música Heavy y enterraríamos parte de nosotros, eso no debiera tener cabida cuando aún se proporcionan dosis mesuradas de fe en el estilo, como es el caso que nos atañe. Perder el tiempo con estos trabajos es ahorrarse muchos minutos de otros de bandas consagradas en pleno dique seco.
Jesús Alijo «Lux»