CAP OUTRUN – High On Deception (2021) Review

Cap Outrun pretenden hacer, en su primer larga duración, High on Deception, una fusión entre sus raíces e AOR y rock melódico con las de rock progresivo y metal, añadiéndoles unos cuantos elementos de fusión. Lo cierto es que han hecho un álbum muy, pero que muy, bueno en el que, a mi entender, aparecen mucho más las primeras y las últimas que las intermedias. Es un disco ecléctico y en el que se nota, sin ningún lugar a dudas, la huella de Toto. Me refiero a que, deliberadamente o no, discos como éste no existirían si la excelente e inigualable banda de Los Ángeles no lo hubiese hecho antes. Para mí, es un elogio enorme para los suecos.

Crazy Enough deja patente que están suficientemente “locos” como para hacerlo y la influencia anteriormente señalada, por composición, interpretación y objetivos. Buena carta de presentación. Me gustaría preguntarles qué piensan Lukater y cía. Tema con todo en su justa medida y con una excelente mezcla de virtuosismo y composición. Si no te va este palo, olvídate, pero, como te vaya, prepárate a gozar un buen rato. Chandler Mogel en las voces (Outloud), Andrée Theander a las guitarras (Theander Expression), Carl Tudén  en la batería (ex-Creye) y Linus Abrahamson al bajo (ex-Constancia) han grabado el álbum con la colaboración de Erik Gafvelin Wiss (teclados y programaciones), Hugo Lundwall  (bajo en  Run before We Walk) y Sebastian Freij  (cello en Our Brightest Day). Y son precisamente los teclados y programaciones los que dan comienzo al tema que da nombre a todo el trabajo. Un disco en el que predomina mucho más la calidad y el ensueño que el desenfreno o la potencia. La estupenda voz de Mogel y el virtuosismo de todos y cada uno de los músicos no te decepcionarán, ni en este corte ni en el álbum. Theander explora sin complejos y con éxito los rincones jazzísticos que antes visitó el maestro Steve y High on Deception se eleva.

Un suave piano presenta Disaster Mindset y la dulce voz de Chandler se acopla a la perfección. Cambia la mentalidad. No se avecina ningún desastre, al menos eso espero, aunque las noticias no sean muy halagüeñas. En cualquier caso, disfruta de este tema delicado y complejo mientras y cuanto puedas. In the Shade of the Mascarade continúa en la línea trazada y teclados, efectos y voces se adueñan del paisaje para evocar bailes de disfraces en jardines imaginarios. Shadows on the Wall podría inspirarse en los miedos infantiles, que más de uno tuvimos. Se desliza con la guitarra casi pura y se cuela por la rendija de tu reproductor hasta tu cama. Luego su riff te despierta y te pone en guardia. No te preocupes, te devolverá a la tranquilidad del hogar y tus pulsaciones bajarán pronto. Ha sido sólo un sueño; enigmático, pero sólo un sueño. De las sombras puedes pasar a tu día más brillante con Our Brightest Day. Lo haces con un tema esperanzado, aunque no desatado. Todo lo contrario. Cede la batuta a la voz y los arreglos, fundamentalmente de piano.

My Destination te embarca en un viaje más alegre y estribillero, sin perder el tono serio y de calidad. Sin duda, se trata de uno de los highlights del disco. Pero tranquila, que todavía no estás llegando a tu destino final. Restan  tres paradas y te van a encantar. Correr antes de saber andar no suele ser buena cosa. De hecho, la mayoría de las veces no es posible. Run before We Walk habla de ello con el mismo lenguaje suave y delicado y un estribillo importante. Mejor ir paso a paso. Con tal de que tú así lo creas. As Long as You Believe comienza jazzística y guitarrera, en ese palo que ya hemos comentado. Cobra fuerza con la voz de Mogel al timón y el piano a estribor, bien acompañados a babor por la guitarra de Theander. Dopamine Overflow cierra High on Deception sin que te hayas sentido decepcionado ni un momento. Todo lo contrario. Si has seguido mi recomendación inicial y te has quedado con él, este corte y este trabajo te habrán hecho disfrutar, elevarte, olvidarte un tanto del mundanal ruido y tomar las cosas con un poco de perspectiva y buen gusto, Un gran álbum, rockangels.

Toño Martínez Mendizábal