OUTLAWS & MOONSHINE – The devil in the moonshine (2017)

A estas alturas de año, Diciembre, la mayoría de los trabajadores hemos consumido nuestras vacaciones (a falta de desplazamientos navideños), por lo que cualquier escapada a destinos poco usuales se antoja imposible.

Pero si aún estás a falta de momentos para desconectar, tan sólo necesitas un poco de imaginación y hacerte con el primer larga duración de OUTLAWS & MOONSHINE, que contiene su anterior EP 1919 más cinco temas nuevos.

El quinteto de Indiana nos ofrece una botella rebosante de southern rock, aderezado con guiños country y alma blues, para emborracharnos de cultura redneck sin parar de bailar durante un solo segundo de este The devil in the moonshine, cuya edición se fecha el 24 de noviembre de 2017.

Volviendo a la propuesta que encabezaba esta reseña, te recomiendo recostarte levemente sobre tu asiento como si lo hicieras en el de una oxidada camioneta americana. Cierra los ojos y pulsa el botón de inicio de tu reproductor. Estás sintonizando una emisora de radio local en la América profunda, frotándote las manos antes de pisar el acelerador. Así se abre este trabajo con tema homónimo y un intenso duelo entre guitarra slide y eléctrica, lanzando un disparo al aire a modo de aviso sobre sus intenciones: poner banda sonora a eternas carreteras que se funden con el desafiante tono anaranjado de un cielo infinito.

Una voz ligeramente limada por la aspereza que, sin perder un ápice de melodía, será la perfecta narradora en estos diez cañonazos tatuados con historias de maleantes de poca monta, alcohol, desamor, gasolina y hermandad yankee. Todo ello secundado con unas voces y coros adicionales creados para resonar a grito pelado entre sudor y arena.

Historias de acústica en mano abrazadas de nuevo con el inimitable sonido slide, se dejan mecer bajo un colchón de órgano de iglesia al servicio de un rudo predicador en (Here comes) Bobby. El inicio de Don`t be scared me recuerda a aquellos lejanos Ugly Kid Joe versioneando y haciendo suyo el mítico Cats in the cradle, para desembocar en un medio tiempo pantanoso. Ride or die completa una trilogía que nos invita a bajar revoluciones para disfrutar del paisaje y tomar un trago, o dos, de olor a libertad y honestidad. Eso sí, con el descaro de unos riffs que no dejarán de sacudir tus cervicales.

Boom con su ritmo marcado y espíritu de himno noquea. El inicio desafiante de una aplastante sección rítmica seducida por la esencia de un forajido acariciando cada nota de su guitarra en Cootie Brown embriaga. Pero si sumamos a esta alianza la falsa calma arpegiada en los primeros compases del poderoso Whiskey y sus llamativos fraseos doblados, nos veremos obligados a pisar el acelerador sin ser conscientes, cargando con la culpa al tremendo groove que desprende este formidable combo.

Hey y`all es una ceremonia estilística a través de cada silaba vomitada desde el corazón en este ejercicio, simplista en ejecución, pero empapado por la efectividad del mejor rock de raíz americana.

La recta final del redondo secuestra nuestra atención con la evocadora nostalgia de Redneck me y ese poso de dulce amargura que, entre arpegios acústicos y acordes certeros de energía contenida, prenden una hoguera de emociones aulladas a la luna llena. Ya con una sonrisa complaciente, nos despojamos de nuestro disfraz de cowboy inhalando una deliciosa bocanada del más puramente genuino country rock titulada Different kind of man. Nuestras vacaciones han vuelto a agotarse.

Metáforas aparte y pisando firmemente la realidad, Outlaws & Moonshine nos entregan un sincero tributo al mejor rock sureño acompañado por ecos del legado blues, country y el folk menos estricto, creando un oasis desértico de actitud y determinación que se torna por momentos algo lineal si no consigues dejarte llevar por su concepto.


Jesús Alijo LUX