TRANSATLANTIC – Kaleidoscope (Insideout, 2014)

Escuchar el nuevo trabajo de Transatlantic se puede comparar a una de esas veces en las que uno queda con amigos que ve muy de vez en cuando

 y que, pese a que tienen poco nuevo que contar, no deja de ser una experiencia agradable en la que se rememoran batallas ya contadas que sigue gustando compartir.

Está claro que en el caso de un nuevo disco de estos fenómenos del rock progresivo el término no deja de ser ya una etiqueta, porque de progresar en el sonido, de intentar ir más allá, no hay nada. La diferencia con su anterior entrega de estudio viene esta vez en que se sustituye un sólo tema de cerca de ochenta minutos por cinco, dos de ellos de largo recorrido y tres piezas que los no amantes del rock progresivo llamarían “normales”, el mismo formato que nos ofrecieron en sus dos primeras entregas.
Como comentaba, no vamos a llevarnos sorpresas, los fans seguirán disfrutando de cuatro músicos de primera fila que saben lo que se traen entre manos, y  así tenemos como primer plato los veinticinco minutos de “Into the blue” con una suave y sinfónica intro que da paso a una majestuosa sección que desemboca en distintas partes concebidas para que cada uno de los miembros del grupo deje su estampa; la batería de un siempre inquieto y juguetón Portnoy; la solidez de un Trewavas mucho más suelto que en Marillion; un Morse que aparte de su trabajo a los teclados aporta el toque emocional con su voz; las guitarras de un Stolt siempre acertado en sus solos y arreglos, especialmente en el que desarrolla en la parte central con un in crescendo en el que Portnoy y Trewavas suben la intensidad rítmica; y para finalizar, la auténtica novedad tras ese pasaje: La aparición de Daniel Gildenlow para cantar la sección que más que claros ecos de Yes tiene (esos paisajes de calma y lirismo tan clásicos en los Reyes del sinfónico tras haber subido la intensidad al máximo).
Entre los temas de duración más estándar, el elegido como adelanto, “Shine”, nos lleva a terrenos de balada acústica claramente “made in Neal Morse” que se beneficia de unos arreglos y un solo de Roine Stolt de los que piden al oyente cerrar los ojos y dejarse llevar, una delicia de guitarra.
 “Black the sky” y su enérgico discurrir recuerda bastante a aquellos pasajes más rápidos de Genesis, en parte por un potente ritmo de bajo que marca con fuerza Trewavas. Tema corto, directo y que bien podría poner el punto de efusividad en sus conciertos. Y antes del tour de forcé final, hay una minimalista y sentida “Beyond the sun”, dominada por la voz y teclados de Morse elegantemente adornados con unos arreglos de Stolt que parecen prestados del maestro Steve Howe.
¿Y qué decir de un tema que dura casi treinta y dos minutos?. Seré sincero, lo mismo que del primer corte, lo que no quiere decir que sea algo malo ya que hay de todo, grandes melodías, cambios de ritmo constantes y disfrutables, buenos solos, todo tipo de arreglos, intercambio de voces para que cada uno cante su parte…pero ese todo es muy familiar, como la comparación que hacía al principio de estas líneas, aunque si al final es algo que te hace pasar un buen rato, bienvenido sea, además a su favor está el publicar discos cuando ya han transcurrido unos cuantos años desde el anterior.
Albytor

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