SOULFLY – Ritual (2018) review

Hace no mucho, un buen amigo cuyos gustos musicales comparto, me propuso este proyecto al que con ilusión me he enrolado para aportar mi pequeño granito de metal a la causa. Y para estrenarme me hizo llegar este “RITUAL”, onceavo disco de SOULFLY del señor Max Cavalera. Tengo que decir que dentro de mi discografía, cuatro de los primeros discos de Sepultura están dentro del altar de los elegidos, sin embargo, mi seguimiento por esta gente ha sido discontinuo: numerosas bandas, varios cambios y, en concreto SOULFLY, que a pesar de entregar dos primeras obras cojonudas, con el resto han sido bastante irregulares.

No sé si porque quieren regresar a sus raíces (“ROOTS”) o porque la fórmula empleada últimamente no funcionaba, pero el caso es que, ahora, nos entregan un disco redondo, con 9 trallazos de riffs demoledores incluyendo esa sorna tribalera que utilizaban en sus primeros discos.

Y digo 9 porque de nuevo nos incluyen un tema instrumental que, así como en anteriores discos han transmitido algo místico o espiritual, en este caso tengo la sensación de estar dentro de la consulta del dentista…quizás sea por la incursión del saxo….aquel Kenny G y su amigo Bolton hicieron mucho daño en nuestra juventud…

Pero entremos en harina…

Comenzamos esta andadura con la canción que lleva por título el disco, RITUAL, que desde el inicio ya nos deja entrever esa vuelta al pasado, al ritmo de cánticos de indios navajos entremezclado con acordes muy Korn, donde pronto hace su entrada la voz rasgada de Max junto a los adictivos guitarreos de Rizzo. Ojo al minuto 2:43 donde ya encontramos un riff pesado marca de la casa. Hay que decir que la batería suena tremenda, al igual que en el resto de los temas del disco.

Sin bajar el pie del acelerador nos vamos a los 5 minutos de tralla con riffs marca Slayer en DEAD BEHIND THE EYES, incluyendo la colaboración de Randy Blythe (Lamb of God) y con un estribillo pegadizo, digno de ser coreado en los conciertos que nos ofrezcan en próximas fechas. Buen solo por parte de Rizzo, efectivo y dinámico. Por cierto, la canción nos habla de los cenobitas, aquellos seres del inframundo en Hellraiser película de culto dentro del género de terror que a mí particularmente me marcó una época cinéfila así que… Qué más puedo pedir!!!

Y es que esto no para, siendo la tónica de las siguientes canciones, con:

THE SUMMONING que, después de una arrolladora y endiablada entrada, nos zarandean a ritmo de Anthrax y nos fulmina sorprendentemente con un punto electrónico. Lástima que Zyon no rematara la canción con unos cuantos baquetazos más porque lo pide a gritos.

EVIL EMPOWERED (con trasfondo político, tema muy thrashero y buenísima la coletilla guitarrera antes del estribillo principal), y DEMONIZE guitarra acústica inicial para otorgar paso a otra dosis de zarpazos metálicos y darnos el gustazo de oír esa batería a toda pastilla con redobles y doble bombo.

Como reseña la aparición del cantante Ross Dolan del grupo de Death Metal IMMOLATION en la canción UNDER RAPTURE. Tengo que reconocer que no soy muy amigo de las voces guturales del metal extremo, pero seguramente hará las delicias a los incondicionales de dicho género.

BLOOD ON THE STREET con una flautilla indígena acompaña a los timbales de Zyon en su inicio, antes de desgranar una crítica sobre las actuaciones policiales entre carreras y medios tiempos, manteniendo siempre esa dureza de riffs poderosos, para terminar entre cánticos aborígenes que os sonaran del comienzo del disco.

BITE THE BULLET, canción antibelicista, con un enganchador ritmo, pesado y duro, que invita a realizar un buen headbanging, otro pegadizo estribillo para cantar a pleno pulmón.

FEEDBACK! Un claro guiño a Motörhead, como si nos quisieran demostrar que también saben hacer un buen rock and roll y la verdad es que lo hacen cojonudamente.

Lo dicho, un disco con 9 pepinazos, sin medias tintas, directo y con una duración de 43 minutos, sin extras de bonus ni leches, evitando hacer de un buen disco una obra pesada en su escucha. Riffs demoledores y garra por todos los costados. Groove, Nu, Thrash, Death y Rock n Roll, todo en uno sin llevarnos al despiste.

Encomiable trabajo a las baquetas del hijo de Max y excelente trabajo de guitarras tanto en riffs como en solos, buena línea de bajo y una muy buena producción. Y qué decir del “rastametalero” de Max, que lleva 30 años en la carretera desgañitándose por los escenarios y aquí sigue dándolo todo.

Por cierto, portada cojonuda sí señor, aunque quizás la dirección de la flecha tendría que ir directa a nuestro corazón porque, señores, llegan de verdad, esta vez sí. Será eso de que la familia unida….

Monty Metal (The Lux Team)