“…estamos ante el mejor disco de SOEN… ante un derroche de sentimiento y de emoción que no tiene parangón; donde cada canción es una oda a la belleza musical… ante algo tan hermoso que en muchos momentos eriza el vello del brazo… ante uno de los mejores discos del año…”
INTRODUCCIÓN:
Para quien desconozca quienes son semejante banda, Soen es un grupo sueco formado en 2004 por Martín López (ex batería de bandas tan importantes como Opeth o Amon Amarth) y el guitarrista Joakim Platbarzdis. Pero no es hasta 2010 cuando terminan la formación con el bajista Steve DiGiorgio (ex Death, Testament y Sadus) y Joel Ekëlof a las voces (Willowtree).
Cuentan con 4 discos anteriores al que vamos a hablar “Imperial”. Cada cuál mejor que el anterior. Unos inicios influenciados enormemente por la gigantesca banda TOOL, y que poco a poco, disco tras disco, han sabido evolucionar hasta encontrar su propio sonido, sonido ya característico y que no tiene igual.
Con diversos cambios en la guitarra y el bajo durante su andadura, la banda en la actualidad la conforman: Martín López a la batería, Joel Ekëlof a la voz, Oleksii “Zlatoyar” Kobel al bajo, Lars Enok Åhlund a los teclados y guitarras, y Cody Lee Ford a la guitarra también.
Para las y los que seguimos a la banda, la salida de un nuevo album de Soen es sinónimo de DISCAZO, de hecho, sabes que va a estar entre uno de los discos del año en cuanto a música en general, fuera de toda categoría. Lo llevan haciendo desde sus inicios, ¿lo han hecho de nuevo? Vaya, si lo han hecho.
NUDO:
“Imperial” es un DISCAZO, con mayúsculas y en negrita. La evolución lógica de su anterior “Lotus” ha sido imparable. Han repetido fórmula en muchos momentos, una fórmula ganadora, e incorporado pequeños elementos nuevos lo suficientemente inteligentes para encontrarnos con unos Soen novedosos. Nos plantamos con una producción perfecta de Iñaki Marconi, y una mezcla y masterización a cargo de Kane Churko (quien ya había trabajado con gente como Ozzy o Bob Dylan). A ver, cuando digo que el sonido que han creado es perfecto, es porque es así. Todo suena de una manera tan sutil, tan limpia, tan hermosa, que cuando lo escuchas te transporta. Puedes distinguir perfectamente cada nota o golpe de los instrumentos y escuchar la maravillosa voz de Joel casi en el tuétano.
El disco comienza con “Lumerian”, con un un riff brutal y una base demoledora que ya deja entrever lo buenos que son y lo bien que componen. Con ese sello melódico en guitarras y teclados, la voz de Joel te eleva hacia una escalera en la que no vas a dejar de subir. El bajo de Zlatoyar es tan elegante que puede hasta pasar desapercibido sino atiendes a lo que te ofrece. Pero digamos, que todo puede pasar desapercibido, porque todo está sometido a la canción, a que ésta sea buena y sea un “todo”. Es impresionante como lo consiguen. Nos vamos a encontrar con un estribillo memorable, al igual que todos los del disco.
Ya vemos como cada componente sabe amoldarse a la brutalidad o belleza que pide cada momento de la canción. ¿Somos conscientes de lo difícil que es eso? ¿El cómo cautivan? La sensación de paz interior es descomunal a medida que va avanzando el disco.
“Deciever” tiene un hilo bestia en el sonido de los instrumentos al principio, para luego cambiar completamente y suavizarse en el estribillo, logrando una sensación de que esta gente bebe de la misma fuente que en su día debieron de beber gente como Pink Floyd o David Bowie. ¿Que suene a Metal y la vez al rock más añejo? Un tema exquisito.
“Monarch” es mi canción preferida del álbum. Entra con una fiereza y un riff tan marcado y tan potente de Cody, que lo primero que te manda el cerebro es “asimilar” lo que estamos escuchando. Los ritmos de batería de Martín, simplemente sensacionales, dando solo lo justo que la canción pide. La atmósfera que nos aprieta con los teclados Lars es una barbaridad. Y lo de la voz de Joel aquí es para hacerte llorar. La canción es una montaña rusa bien engrasada con unas estrofas bestiales donde Joel se siente poderoso, con unas partes medias lentas que son una gozada. Tiene un estribillo que es imposible despegártelo de la cabeza, y cuando estás totalmente flipado con ello, van y en el final te meten unas melodías vocales con unos arreglos de cuerdas que te provocan un éxtasis musical como pocos. Unas armonías dignas momentos sublimes de Dream Theater o de lo superior de Paradise Lost. Una maravilla, un absoluto top3 de su discografía.
“Illusion” nos trata con calma, como si nos llevase en el regazo. Melancólica, dulce, con destellos del rock progresivo de los 70, y así se escuchan cada uno de los instrumentos. Con una base de teclado sensual y unas melodías de guitarra perfectas para acompañar perfectamente la voz de Joel. Con uno de los estribillos más emotivos del disco, sino el que más. Me recuerda a esas canciones de mis amados Sentenced, frías que no sabías cómo sentirte de lo lindas que eran. Escuchas esto y respiras paz, no puedo describirlo de otra manera.
“Antagonist” nos devuelve un poco a la caña, con unos riffs progresivos y unos arreglos de guitarra que ponen la puntilla en las estrofas. La batería de Martín suena descomunal a lo largo de toda la canción, con una sesión de ritmos sobresalientes. Una parte intermedia perfecta en lo musical perfecta para la mitad del disco.
“Modesty” tiene esos aires de la escuela nórdica, pausada pero con unas guitarras geniales. Un solo en el que la guitarra parece que llora, y toda la ambientación que crea en torno al piano de Lars hace que me recuerde a unos Dark Tranquillity en su expresión más suave. Para finalizar una sección de cuerdas como en “Monarch” que es una delicia.
“Dissident” es otra canción rabiosa en su riff donde el bajo se queda solo con la voz y adquiere importancia para llevar la melodía a su terreno. Es la canción más progresiva del disco con un Martín extraordinario y la que tiene el estribillo con más caña del disco, dividido en dos partes bien diferenciadas. La parte intermedia es la perfecta conjunción entre el Metal y el Rock Progresivo de los 70. Larga, compleja y musicalmente deliciosa. Lo tiene todo.
“Fortune” culmina de una manera conclusiva lo que es un viaje musical como hacía tiempo no escuchaba. La voz de Joel avanza por zonas que jamás antes había atravesado y consagra un trabajo vocal digno de la mejor interpretación posible. La ambientación de cuerdas, más presentes que nunca, suspiran melodías susurrantes que amplían el horizonte más allá de lo que los ojos ven.
Esto es un disco para escucharlo con alma, no solo con los oídos, todo dentro de ti tiene que estar preparado para lo que los suecos te proponen. Y lo han vuelto a hacer: Otro paso para delante hacia la magnificiencia musical.
DESENLACE:
A mi modo de ver, estamos ante el mejor disco de SOEN, en el que afianzan el sello característico que habían evolucionado en su anterior “Lotus”. Estamos ante un derroche de sentimiento y de emoción que no tiene parangón; donde cada canción es una oda a la belleza musical. Estamos ante algo tan hermoso que en muchos momentos eriza el vello del brazo. Estamos ante uno de los mejores discos del año, da igual que esté comenzando, se siente como tal.
Abre tu mente, déjate envolver por este colorido musical y disfruta, disfruta mucho sin prejuicios y vuela, vuela por donde te lanzan SOEN.
“Imperial” es un arte en sí mismo.
RATE/NOTA: 10/10
Samu Bodom (The Lux Team)
TRACKLIST:
- Lumerian
- Deceiver
- Monarch
- Illusion
- Antagonist
- Modesty
- Dissident
- Fortune
LINE UP:
Joel Ekelöf – Voz
Martin Lopez – Batería
Lars Enok Åhlund – Teclados y guitarra
Cody Lee Ford – Guitarra
Oleksii “Zlatoyar” Kobel – Bajo