La banda Punto de Mira regresa, después de 9 años, con su cuarto trabajo, titulado “La gran mentira”, con su cantante original, Juan Olmos, que ya colaboró en las dos primeras obras, ofreciéndonos una formidable ración de hard rock/clásico, ligeramente actualizado en algunos matices, pero manteniendo su sello.
Una de las cosas que más me ha gustado de este trabajo es que, a pesar de la indudable calidad de sus miembros, todos tienen su espacio, sin tapar al resto. Está claro que Javier Mira es uno de los mejores guitarristas de este país, que Juan Olmos es uno de nuestros grandes cantantes y que el siempre discreto Nacho Ortiz, es un guitarrista excepcional. Pero los tres han trabajado al unísono para conseguir un fantástico disco, en cada uno de sus trece temas.
Me resulta realmente complicado destacar algún corte por encima de resto, porque el disco completo contiene un gran nivel. Se nota que han puesto mucho cariño y todo el esfuerzo en concebir una gran obra. Esta crítica no va a ser como el resto de las que suelo escribir, en las que disecciono todas o casi todas las canciones. No creo que en este caso pudiera ser interesante porque están a un nivel altísimo y todas y cada una forman un conjunto absolutamente coherente. Me repetiría sin remedio y haría tedioso leer estas líneas. Sinceramente creo que es un volumen que forma un todo, que hay que escuchar por completo para sacarle todo el partido, para poder apreciar todos los matices que nos ofrece.
Es un disco con un gran trabajo de guitarras, como no podía ser de otra forma, teniendo en cuenta los músicos que forman la banda. Pero aprecio enormemente que no sean composiciones estudiadas para su lucimiento sin sentido. Por supuesto que hay muchos instantes de virtuosismo, pero con lógica, a beneficio del conjunto, como enriquecimiento preciosista de las canciones; un recurso necesario que aporta calidad, que suma y que no satura. La experiencia es un grado y son músicos de contrastada trayectoria. Currantes del rock. Luchadores que nuestro rollo que saben perfectamente lo que se hacen. La sensación que me ha transmitido esta obra es que han publicado el disco que ellos quieren escuchar. No han tratado en ningún momento de satisfacer a nadie que no sea ellos mismos, y esa libertad creativa, cuando se tiene talento, no puede sino lograr un disco de una calidad indudable. Esto de la música es cuestión de gustos, es algo conocido, pero creedme si os digo que a las fechas que estamos, puedo asegurar que, o mucho me sorprende la escena musical estatal, o este disco estará sin lugar a dudas en mi top 10 de este año 2020. Y es que cuanto más lo escucho más me gusta. Al principio he de reconocer que, pese a agradarme, no me impresionó. Pero cada vez que suena en mi reproductor, y llevo unas cuantas, tal y como hago con cada disco sobre el que escribo, le saco detalles que anteriormente me habían pasado desapercibidos. Es un disco de esos que hay que saborear poco a poco, sin prisas. No es un disco de usar y tirar. Es una obra para degustar.
Juan Olmos vuelve a regalarnos un trabajo extraordinario. Su versatilidad vocal es impresionante. Y en esta obra simplemente se deja llevar. Es como si hubiera llegado al estudio de grabación y se hubiera sacado de la chistera aquello que en ese momento le apeteciera. Con algo de riesgo pero medido, sin establecer apenas límites, sabiendo perfectamente lo que es capaz de hacer con su garganta y dando rienda suelta a sus capacidades vocales. Dándole a cada canción su propio matiz. Poco tiene que ver su interpretación en el primer tema, “La sin razón”, con la que nos ofrece en “Versos para un sueño” o en “Un mundo opuesto”. O la habilidad de la que hace gala en “Tiembla tierra”.
Javier Mira es un virtuoso de nuestro rock. Un guitarrista que, si este país tuviera cultura musical, sería considerado una auténtica leyenda. En este trabajo da clara muestra de su calidad, pero sin avasallar, no trata en ningún momento de alardear. Simplemente cada una de las notas que aporta está en su sitio. Cada solo y cada riff están ahí porque tienen que estar. Porque quiere transmitir; quiere disfrutar y que el oyente disfrute.
Nacho Ortiz es un tipo tímido. Una persona que gusta de permanecer detrás del resto para que sean otros los que se lleven la atención. Pero cuando coge su instrumento se transforma. Yo he tenido la suerte de disfrutar en directo varias veces de su talento y es un nombre a tener muy en cuenta. Es un músico que aporta su calidad al conjunto. Nunca busca destacar pero, sin pretenderlo, lo hace. Quiere estar en un segundo plano, pero su talento le delata. Y yo quiero aprovechar estas líneas para hacer algo que quizá por su carácter no le guste, pero que creo que se merece, porque quizá es alguien menos conocido para el gran público. Y no debería ser así.
Punto de Mira con este cuarto trabajo han conseguido un maravilloso disco. Un disco que desde que lo he comprado, no para de sonar en mi reproductor y que tiene un lugar privilegiado en mi estantería. Creo que han conseguido su mejor trabajo hasta la fecha. La música es cuestión de gustos. Habrá quien no esté de acuerdo conmigo y lo respeto, por supuesto. Pero para mí, que soy un gran seguidor del rock estatal, este es un disco formidable que difícilmente saldrá de mi top de este año. Enhorabuena.
RATE/NOTA: 9/10
Daniel Arriero