La banda madrileña Melkor regresa, tras cuatro años de espera, con su segundo disco, titulado “Infernum Nox”.
Después de sufrir varios cambios, actualmente la banda está formada por Antonio Paulete a la voz, Iñaki Pumarega al bajo y los guitarristas Miguel Sobrino e Israel Pinilla, a los que hay que sumar la reciente incorporación de Iñaki a la batería, si bien este último no ha sido el encargado de grabar las percusiones, pues su integración en el grupo ha sido posterior.
La obra que nos ocupa está basada, aunque con alguna curiosa concesión creativa, en la Divina Comedia de Dante Alighieri. Es un disco conceptual, complejo, con unas letras muy trabajadas, e interpretado de manera teatral para introducir al oyente en la historia.
El disco ha sido grabado, mezclado y masterizado en los nuevos y fabulosos Anhell Studios. Las ilustraciones son de Juan Acosta Prieto y ha sido producido por la propia banda.
Si bien en su primer disco combinaban el español con el inglés, Melkor ha regresado decantándose por el idioma de Cervantes que, desde mi punto de vista, le va mucho mejor a su propuesta.
Entrando en materia, la bienvenida nos la da “Canto Primero”, breve introducción instrumental, que viene de la mano de Emilio Nuñez, antiguo componente de la banda.
“El Comienzo”. En el Ante Infierno se inicia el viaje para emprender la aventura junto a Virgilio, en su difícil búsqueda de encontrarse con Beatriz, mientras Lucifer los ve acercarse hacia el primer círculo, acompañados de Caronte que les sirve de guía.
El sonido de Melkor es un heavy metal clásico, con ligeros matices modernos y por momentos atmosféricos, que lo enriquecen. Me gusta que todos los instrumentos tengan sus instantes de protagonismo y en este disco no hay ninguno que quede relegado a un segundo plano; algo que es de agradecer.
“Gula” es el primero de los pecados capitales que se encuentran mientras se adentran en los círculos del infierno. Aquí se topan con Cerbero a modo de guardián. Es un medio tiempo intenso y machacón, destacando una gran base rítmica, que te invita a hacer headbanging.
En “Avaricia” nuestro protagonista se encuentra con la tentación de vender su alma a cambio de riquezas. Es uno de los temas que bien podrían ser elegidos como single, al ser más accesible, con uno de los estribillos más pegadizos del disco.
Con “Pereza” hay un cambio de tercio, dando un respiro a la potencia escuchada hasta este momento. Es un tema más suave y melódico, en perfecta consonancia con el pecado que compete y en la que la voz de Antonio Paulete da la sensación de que se muestra más cómoda dotando las líneas vocales de interesantes matices interpretativos.
Esta teatralidad es algo característico en este disco y creo que le dota de un punto extra de creatividad, que me ha deleitado en muchos momentos durante su escucha.
“Lujuria” regresa a la potencia y de nuevo Antonio Paulete vuelve a interpretar de manera magistral a dos personajes, con sutiles diferencias en su voz. No es un cantante que se caracterice por un gran registro vocal pero es perfectamente consciente de sus limitaciones y explota sus virtudes de manera soberbia.
Desde su inicio, “Envidia” tiene claras reminiscencias de Iron Maiden, mientras “Soberbia” tiene un comienzo oscuro y tranquilo, que contiene uno de los trabajos de guitarras que más me ha gustado.
“Ira” es el corte más largo y complejo del disco, con matices de thrash metal y con una estructura que no se repite en ningún momento. Casi ocho minutos de locura creativa con un final potente y veloz, que contrasta con el resto del redondo que está basado casi en su totalidad en medios tiempos. Gran tema.
“Las Murallas de Dite”. Comienza con el sonido de un cuerno para ponernos en situación de la conquista de la entrada al infierno. De nuevo un comienzo muy Iron Maiden. La atmósfera y el comienzo recitado le dotan de una épica que me encanta. Junto a “Ira” son mis cortes preferidos del disco.
“La Laguna Helada”, última canción, es una de las más veloces y melódicas del disco y nos depara una curiosa sorpresa argumental sobre la obra original que no desvelaré y que, personalmente me ha gustado mucho.
Con esta segunda obra Melkor ha dado un gran paso hacia adelante, puliendo todo el potencial que ya pudimos intuir en el primer disco, creando una compleja obra conceptual que, si bien es difícil que te conquiste en una primera escucha, en las sucesivas te va enganchando sin remedio.
Daniel Arriero