Kissin’ Dynamite hace mucho que consiguieron lo más difícil: tener un sonido propio y reconocible y que lo sea por su altísimo standard. Eso, en los tiempos que corren desde hace décadas en esto del rock, no es mucho, sino muchísimo. Como lo es sacar a la luz su sexto trabajo desde 2007, el primero con Napalm Records, y dar un puñetazo en la mesa, a pesar del cambio de su batería y miembro fundador Andi Schnitzer por Sebastian Berg, la pandemia y todas las dificultades añadidas para el ya maltrecho circo del rock.
Pero es que la banda, capitaneada por los hermanos Hannes (voz) y Ande Braun (guitarra y coros), tiene muy claro lo que quiere. Tan claro que ha sido el propio Hannes quien ha producido, grabado y mezclado Not the End of the Road en Sudländ Music, dejando sólo la masterización para el master Jacob Hansen (ganador de un Grammy). Tan claro como su estilo y sonido, único y al que, probablemente, por contemporaneidad, onda y calidad sólo se asoman algunas de las bandas nórdicas.
No cabe duda de que una voz con la personalidad, registros y creatividad como la de Johannes Braun marca un tope muy alto, pero no es menos evidente que la apuesta de Kissin’ Dynamite por el sonido contemporáneo y la tecnología, sin ningún tipo de complejos ni ambages, las composiciones exquisitas y una excelente mezcla de lo novedoso con lo mejor de la tradición ochentera son piezas claves de su éxito.
Por eso, cuando los primeros compases del tema que da nombre al álbum suenan, ya reconocemos todas esas cualidades que adornan a los teutones. Su sonido, la voz de Hannes, el estribillo y los coros nos atrapan, como siempre. No nos soltarán en todo el disco, porque no tienen ni un solo tema que no dé la talla. Las guitarras de Ande y Jim Müller y la base rítmica de Steffen Haile y el citado Sebastian Berg se emplean a fondo desde el comienzo de What Goes Up y el tema se configura como un perfecto cruce de metal melódico y el hard rock más pegadizo. Only the Dead se pone seria con la voz de Hannes arrancándose por graves hasta enlazar el estribillo, genial como todos los que salen de su cabeza. Sonido impecable, una variación muy acertada y un final a lo Bon Jovi para un gran corte. Yoko Ono es el toque oriental y gracioso de este trabajo, en el que brilla por su estribillo con la voz principal bien contestada por los coros y un solo de categoría. Sería una digna representante de Alemania en Eurovisión, si se atreviesen. Good Life se anuncia con efectos y un toque suave, como contrapunto a lo anterior, pero con la misma calidad. Se trata de un precioso tema benéfico, que apoya a los niños con cáncer de su ciudad natal y cuenta con la colaboración de Saltatio Mortis, Guernica Mancini (Thundermother), Charlotte Wessels (ex-DELAIN) y Anna Brunner. Cada euro que se obtenga con él irá directamente a “Förderverein für krebskranke Kinder Tübingen e.V”
Sonidos electrónicos para la base de Coming Home, un tema que posee también sentimientos reales como la soledad, la nostalgia y la tristeza que, según el propio Ande, impregnan el álbum. Un himno precioso en cualquier caso. Sentimientos, algunos, que conviene derrotar a guitarrazos, como hacen los Kissin’ en Defeat it. Hannes se pone duro y la banda le sigue para firmar una canción al más puro estilo KD. Es decir, las composiciones por encima de todo lo demás y la voz y los coros con su obligado protagonismo, hombro con hombro con el resto de los músicos. Sigue el sonido más contemporáneo con No One Dies a Virgin, cosa que sería más que deseable y que parecen dar por hecho con un estribillo alegre y positivo, como para animar a quienes hayan perdido la esperanza. Uno de los temas más marchosos y que más reflejan el espíritu y las características del álbum, con las que comenzamos la reseña.
Gone for Good demuestra que, a veces, lo que o quien se va es para bien, para mejor, o que no puede ser de otra manera. Lo hace como una suave balada, con toques acústicos y el cantante alemán demostrando su calidad y amplitud de registros sobre un tema lleno de detalles, sonidos orquestales y arreglos. Una joya de Not the End of the Road.
All for Halleluja salta al otro lado de la cancha para que no perdamos comba y despega con un riff, bien acompañado por la base rítmica, hacia esos terrenos alegres de los que está sembrado el sexto trabajo de nuestros protagonistas de hoy. ”Rock & Roll is still alive” proclaman. Sí que está vivo y coleando, con temas y bandas como estos. Te arrancarás con él seguro. Ojalá pudiésemos hacerlo en uno de nuestros festivales…Si hace falta, con un hechizo vudú como el de Voodoo Spell, que acerca nuestro viaje a su destino con un comienzo con efectos de voz, un punto muy adecuado de dureza y un estribillo, ochentero como pocos, contestado por las guitarras y rematado por un solo espectacular. Una gozada.
Y nos vamos, se van, con otra balada: Scars. Cicatrices que todos tenemos; curadas, medio curadas o todavía abiertas. Sí, con una balada con arreglos orquestales y de teclado; con un corte delicado y empático; una delicatesen. Lo hacen porque quieren y porque pueden. Y no, no se van. Se quedan para siempre con este fenomenal Not the End of the Road, sus cinco álbumes anteriores y otros muchos que deseamos que vengan, porque Kissin’ Dynamite es ya una marca de calidad alemana.
Toño Martínez Mendizábal