Festivales españoles: los números no dejan ver a las personas

No vuelvo a un festival español ni aunque me paguen. Cuánta gente habrá dicho eso. Nunca más…hasta el verano siguiente. Los rockeros deben de estar abrasándose en el Rock Fest a estas horas, y la sensación que llega a las redes es la de un descontento que de tan repetitivo no asombra a nadie. Puede que el negocio de los conciertos en España no sea todo lo lucrativo que los promotores quisieran. Lo que sí está claro es que los festivales veraniegos sí se llevan un buen pico cada año, siempre a costa del bienestar -cuando no de la seguridad- de las personas que asisten a éstos.

Colas para las pulseras, apertura de puertas tardía, malas instalaciones para beber un poco de agua, precios prohibitivos, polvareda, mal sonido…por no contar las anécdotas propias. Es un asunto tantas veces repetido que parece que disfrutamos con que nos traten como a ganado. Hoy es el Rock Fest, y mañana será cualquier otro. Siempre en la piel de toro. A veces por negligencia de la organización, por falta de colaboración del Ayuntamiento de turno, o porque el margen de beneficios no da para más, la realidad es que, como se dice que le ocurría a Einstein con su perro, cuanto más conozco los festivales españoles, más me interesan los del resto de Europa.

Las comparaciones son odiosas, claro, y alguna pincelada ya quedó trazada en la crónica que compartimos del Sweden Rock. La apariencia de cercanía que dan los community managers de estos festivales no se corresponde con mejoras concretas. Contestar a los mensajes y poner un smiley nos hace creer que ese alguien detrás de la pantalla va a satisfacer nuestras necesidades, ésta vez sí. Esto es un negocio, ya lo sabemos, y no podemos esperar mucho más. Pero sí podemos esperar un poco más: prever las horas punta para evitar aglomeraciones, controlar mejor la calidad y precio de los establecimientos. Pequeñas cosas. Sólo hace falta la intención.

En lenguaje electoral, se llama “miopía del elector” al fenómeno que consiste en votar sistemáticamente al partido que dijiste que nunca volverías a votar. La gente es miope en el plazo medio, y olvida, de un año para otro, la mala jugada que le pasó el candidato al que votó. En los festivales de rock tenemos un poco de lo mismo. La misma promotora que no devolvió ni un euro de la entrada de un festival en el que cancelaron dos de los nombres principales (Fear Factory y Heaven & Hell), que se ha aprovechado durante años de su posición dominante, es la misma que arranca ahora con un Rock Fest en el que lo atractivo del cartel y del precio consigue deslumbrar al “rockero miope”. ¿Y después? Siempre podemos acudir a los bares del siglo XXI, las redes sociales, a protestar un poco para que se lo lleve el viento…hasta el verano siguiente.

Pero no todo es culpa de los promotores acomodados. No tienen menos responsabilidad los medios que los jalean sin mayor intención que rascar algunos pases, algunas visitas a la web, algunas promos. Un periodista que no cuenta lo incómodo no es un periodista, sino un relaciones públicas, y el mundo del rock está lleno de relaciones públicas. Así, son todo buenos comentarios los que llegan desde los medios compadres, y es eso lo que deja huella para aquellos que no estuvieron, o incluso entre los que estuvieron: “será que me quejo demasiado”. ¿Y el público? A veces más contento, a veces más cabreado, pero casi siempre igual de dispuesto a la cita rockera anual. Ya sabemos que no todas las personas tienen las mismas circunstancias para viajar al extranjero y disfrutar de un concierto en condiciones. Pero de ahí a aceptar las mismas condiciones indignas cada año va un trecho. Y por ese trecho se nos están yendo todas las buenas oportunidades de asegurar el futuro de los conciertos de rock en España.

Julen Figueras

1 Comment

  1. Yo no estuve en el Rock Fest, pero no me ha extrañado en absoluto todo lo que estoy leyendo y escuchando. También es verdad que algo preveíamos ya con «detalles» como los del camping, por ejemplo.
    Es la tónica de los festivales españoles (y así ha sido siempre), pero quiero romper una lanza por dos de ellos, que parece que ya están consolidados y que están convirtiéndose en un ejemplo a seguir por su buen hacer. El Resurrection Fest y el Leyendas del Rock. El gallego no lo he vivido en primera persona, sólo tengo referencias de amigos, prensa, músicos… y son todas buenas. Este Leyendas 2015 será mi tercero consecutivo, y puedo asegurar que miran por el usuario: precios populares, un recinto de muy buenas condiciones, extras como la piscina o las actividades alternativas en el pueblo para los asistentes al festival… Siempre hay cosas mejorables (lo del camping de Villena es indefendible), por supuesto, pero se distingue a leguas quienes se esfuerzan por mejorar y corregir errores (por el bien de TODOS), y quienes sólo velan por engordar los beneficios, sin importarles las miles y miles de personas que acuden a su evento.
    Está claro que no hace falta ser un villano para triunfar. Estos dos festivales no tendrán el dinero y presupuesto con el que cuentan otros, pero en unos años se han asentado y cada edición siguen creciendo un poco más, y lo han hecho sin necesidad de robarnos (literalmente) con los catxis ni tratarnos como ganado. Olé por ellos, y por muchos años.

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