DELTA DEEP – Delta Deep (2015)

Las modas son caprichosas, y ciertos estilos musicales se ponen y se apartan de las modas arbitrariamente cada puñado de años. Últimamente, además del pronunciadísimo revival de rock sementero del que somos testigos, parece que estamos también ante la revitalización de sonidos negros en su gama más variada. En lo que respecta al rock, esta tendencia ha dejado notarse en bandas como The Vintage Trouble o los españoles The Soul Jacket, solistas blancas como Dana Fuchs o Beth Hart, el retorno de clásicos como Mother’s Finest, o festivales como el Black is Black, todos ellos a caballo entre el soul, el blues y el rock.

El nuevo proyecto de Phil Collen va en esta línea, que no acaba de ser inventada pero que sí está llegando a más público del que generalmente congrega. El cuarteto, que cuenta con Robert DeLeo al bajo y Forrest Robinson a la batería, ha publicado un debut que atraerá la atención de quienes siguen a las bandas que hicieron famosos a sus miembros, pero que difícilmente los satisfará: si el comienzo arrollador de «Bang the Lid” tiene un aire Zeppelin que engancha a la primera, la mayoría de los temas que componen van en otra línea. Delta Deep es una superbanda que suena, huele y sabe a Sur, desde el nombre y la portada (una cabaña que nos lleva a primeros del siglo pasado) hasta sus composiciones, confeccionadas a medida de la poderosa voz negra de Debbi Blackwell-Cook, una de esas vocalistas en la sombra que brilla aquí más que nadie.

No es, ni mucho menos, un disco perfecto, pero la habilidad de Collen para ensanchar horizontes estilísticos bien vale una escucha atenta. Contra los corsés musicales, el guitarrista de Def Leppard ha puesto en común aquí un puñado de canciones que, salvo alguna excepción como la poderosa “Down in the Delta”, no habrían tenido cabida en la banda inglesa. Y, aunque se acusan los vicios de unos dedos demasiado acostumbrados a correr y un tono de guitarra al que le faltan texturas más espesas, el resultado es ciertamente satisfactorio. Ayuda, en el resultado, la variedad de los temas, que van desde el blues pesado (“Whiskey») hasta el soul más ligero («Feelit”), que no terminan de caer en los clichés de una música nunca suficientemente reivindicada. Ayuda también la combinación de voces entre Collen y Blackwell-Cook a la que le sacan el máximo jugo (sobre todo, pero no sólo, en “Miss Me”), y que da a las canciones una profundidad lírica extra generalmente poco explotada.

Para pulir (sin redondear) el resultado, quedan ahí unas notables colaboraciones de (entre otros) dos estrellas venidas a menos que añaden variedad al disco y que ofrecen, además, excelentes interpretaciones. David Coverdale hace su dúo en tonos cálidos en la versión de “Private Number”, mientras que Joe Elliot se atreve, paradójicamente, con el “Mistreated” al que Coverdale puso voz por primera vez. Buenas interpretaciones de dos monstruos que, no obstante, empequeñecen al lado del chorro vocal de Blackwell-Cook, auténtica líder de un grupo sin cuyo talento no sería nada.

El eclecticismo sin imposturas del debut homónimo de Delta Deep puede que juegue más en contra que a favor, pero ha sido sin duda publicado en el momento adecuado para que reciba la atención que se merece. Son buenos años para los sonidos negros y la inmersión en raíces profundas. Para quienes suspiramos por un poco de corazón entre tanto cartón pluma, Delta Deep suma un buen puñado de temas de los que disfrutar.

Julen Figueras