Hablar de Dare es hacerlo de una de las bandas más grandes que ha dado la historia del rock melódico. Es también hacerlo de una de las formaciones que más me han hecho disfrutar desde su debut, con Out of the Silence, hasta su último trabajo, Out of the Silence II. La extraordinaria voz y capacidad creativa de Darren Wharton, la magia y dominio de uno de los guitarristas más grandes, y tal vez menos reconocidos, como es Vinny Burns y el gran equipo que completan Nigel Clutterbuck (bajo), Kev Whitehead (batería) y Marc Roberts (teclados), han demostrado, una y otra vez, que son capaces de hacer magia musical. Es con esa magia con la que deciden llevarnos al paraíso
Con Road to Eden lo hacen desde el principio hasta el final. Yo no esperaba menos, de hecho, nadie lo hacía. La banda demostró sus ganas, valor y empuje volviendo a grabar Out of the Silence y saliendo más que airosa de semejante reto. No lo hizo en vano. Fue una demostración de poder musical que continúa con Road to Eden.
Born in the Storm presenta la enorme calidad de un álbum que tiene todas las virtudes de Dare: una base cimentada en tradición local, la voz inimitable, y de por sí musical, de Darren; las guitarras inigualables del señor Burns, una banda de categoría y melodías y estribillos de primera. Un cóctel difícil de igualar, una carta ganadora definitiva, adornada por una grabación excelente. Grabación que continúa deleitándonos con Cradle to the Grave y su comienzo de guitarra y voz, que nos lleva a las montañas del noroeste de Inglaterra y nos recuerda que lo bueno y lo que forma parte de nosotros, de nuestra historia, nos acompaña desde la cuna a la tumba. Lo hace con sonidos que evocan aquellas tierras, pero sirve para las nuestras y para cualquier otro lugar de este extraño mundo que nos ha tocado vivir. Hay nostalgia, pero también alegría. Sonidos limpios de guitarra y teclado anuncian Fire Never Fades y Darren recuerda su juventud, proclamando que ese fuego jamás se desvanecerá. No lo hará, eso queda claro. El estribillo nos transporta a nuestros mejores tiempos y mantiene nuestro propio fuego, mientras Vinny Burns hace de las suyas. Clase a raudales.
Road to Eden, el tema, se abre como una flor en primavera con los teclados de Roberts, el suave susurro de Wharton y la guitarra inconfundible de Burns. El sonido limpio, con cada músico en su lugar, y la melodía como reina de las estrofas nos transportan al edén de los británicos. De él formaremos parte, si demostramos merecerlo haciéndonos con el álbum. De ser así, nadie mirará si venimos de anglos, sajones, vikingos o celtas. Sólo nos acogerán sin más preguntas.
Amantes y amigos, Lovers and Friends, como debería de ser, es el título del siguiente corte. Dulce y melódico, asienta sus reales sobre el teclado y la voz, como lo hicieron muchas de las mejores baladas. No se necesita mucho más, cuando la voz es la que es y la compañía sabe hacerse presente y ausentarse en su justa medida. Una joyita a la que pulen el brillo los arreglos finales.
¿Sólo los buenos mueren jóvenes? No, no, de ninguna manera, pero ese es el título del sexto tema de Road to Eden (Only the Good Die Young). Es un tópico, pero está muy bien cuando da lugar a una canción tan preciosa, con un guiño al maestro Moore (“Over the Hills and Faraway” dice, tal vez pensando en él). En ese sentido, sí que les damos la razón y Vinny se marca un gran solo y en su justa medida, dejando al piano su protagonismo junto a la mágica voz de Darren. Una maravilla que da paso a otra, como Grace. El borde de la caja de Kev Whitehead se une a una fiesta en la que voz, los coros y la música envolvente crean el ambiente propicio para el lucimiento de las melodías y estribillos que caracterizan la música de Dare. Un himno, sin lugar a dudas. Llévale a un lugar donde pueda estar con ella, que te lo está pidiendo.
I Always Will no quiere quedarse atrás y no lo hace, como ninguno de los diez cortes de este fantástico Road to Eden. “Cuántas montañas subimos hacia el mar”, se pregunta, mientras nace una canción preciosa. Difícil hacerlas tan bien, con unos arreglos tan finos y un sonido tan magnífico. Seguro que han subido muchas y han disfrutado de la cima, como merecen. Sin embargo, no todo pueden ser buenas noticias, y el diablo cabalga esta noche. Bueno, esta noche y todas, como bien sabemos. The Devil Rides Tonight lo deja claro con un toque triste y la voz del frontman luciéndose sin estridencias. Coge ritmo de la mano de Nigel y Kev y se fortalece para plantar cara al demonio con el solo Mr Burns, que no es poco. ¡Chapeau!
Thy Kingdom Come despide Road to Eden anunciando el advenimiento del reino pero, si se refiere al de Dare, ése llegó hace muchos, muchos años y lo hizo para quedarse. Por canciones como este dulce Thy Kingdom Come, evocador de los sueños de juventud y brillante como un diamante de 3.000 quilates. Como este tema que Vinny Burns pule, como este Road to Eden que pasará a la historia de Dare y del rock melódico.
Toño Martínez Mendizábal