Hablar de Accept es hablar de una parte esencial dentro de la historia del heavy-metal. Pocos grupos, en cuarenta años, han entendido la esencia del (en ocasiones) denostado heavy, y los hay aún menos que hayan sabido transmitir su aura de invencibilidad a quien escucha sus álbumes y sus directos.
Pero desde 1976 están en la brecha, desde 1976 con discos más o menos exitosos y desde 1976 intentando regalar con su sonido momentos que te hacen olvidar de los problemás de nuestras realidades, haciéndonos disfrutar.
Se han caracterizado siempre por unas guitarras afiladas (Fast as a shark) y ritmos de batería incansables (Balls to the wall), pero sin dejar de lado los estribillos pegadizos (I’m a rebel), una banda que a pesar de sus numerosos e importantes cambios de formación ha conseguido mantener su estilo casi incorruptible, en un disco que pasamos a analizar.
Comenzamos con “Stampede”, y realmente es una estampida de vatios que van directos al cerebro de la persona que la escucha. Se observa a un Mark Tornillo en un estado vocal estupendo y en opinión de un servidor mejor que en el anterior Stalingrad. Baltes en el bajo está prácticamente perfecto, aunque es posible que un punto más de volumen le hubiese dado una fuerza insuperable al tema. Un producto base perfecto para empezar un álbum clásico.
Bajamos un poco la velocidad en “Dying breed” un corte de algo más de cinco minutos hecho para el coreo de los seguidores más fervientes, por supuesto con la guitarra de Hoffman en un excelente estado de forma. Un enlace perfecto con los ritmos más clásicos de “Dark side of my heart” un corte del LP que al escucharlo me llega a la memoria como una flecha la época de los 80’s, dando al plástico un toque nostálgico necesario para proseguir en los directos con los cortes más clásicos.
“Fall of the empire” crea desde el principio un ritmo pesado para un corte en medio tiempo en el que se hace rara la voz de Tornillo en un tono tan bajo a pesar de durar poco dicho tono. Cambiamos por completo de tercio en “Trail of tears”, un corte rápido digno para agitar las cabezas moviendo el aire, un corte que se puede tachar de speed-metal con un Stefan Schwarzmann (ex Runing wild, y curiosamente ex U.D.O.) inconmensurable en su batería marcando el ritmo a la par del sonido de un bajo cada vez más atrayente pero desde la sombra.
Quizás el trabajo más melódico del plástico lo traiga “Wanna be free”, en un ritmo más lento y coreado en un pegadizo estribillo. Un “Wanna be free” que nos trae con una cuerda invisible el paso del ecuador del disco llevándonos a “200 years” y trayendo una voz algo más dura y oscura, que recupera su tono después de sorprender a propios y extraños. “Bloodbath mástermind” es probablemente la pista más extraña en elaboración, de hecho los 45 primeros segundos no te dan pistas de ser una composición de los alemanes, un corte que no pasará a la historia que está más de relleno que otra cosa.
“From the ashes we rise” otro corte en que se nos hace rara la peculiar voz de Tornillo en los primeros compases, un corte más suave pero con mucha más alma que el anterior. Un tema que nos conecta con “The curse” llegando a la decena de pistas con la más larga. Seis minutos y medio de sensaciones y de descripciones de sentimientos pues al escucharla, un servidor ha tenido la impresión de ser la canción que han escrito con más corazón. Consigue hacer dulce la guitarra de Hoffman, afilada para una balada pero con más sangre que en ningún otro corte del LP. Cuando escuchas esos riffs tranquilamente sin intervenciones exteriores de ningún tipo te das cuenta porque despues de tantos años este tipo de hachas siguen tocando, y es que consiguen hacer hablar a sus instrumentos con la misma facilidad con la que nosotros respiramos.
Terminamos con “Final journey”. Sería extraño acabar el disco con un tema que no llenase de energía nuestras cabezas, y estos chicos no nos decepcionan. Al contrario, nos regalan esta joya para disfrutarla de principio a fin. Con alguna melodía que os sonará.
Emulando el título de Miguel Delibes , “La sombra de UDO es alargada”, es posible que eso lo pudiesen alegar los seguidores más puristas del grupo. Ahora mismo nada más lejos de dicha alegoría, entre todos han conseguido alejar esa sombra de las seis letras de la banda y han conseguido darle una nueva alma, utilizando las ideas que les hicieron triunfar en el pasado.
La mejor prueba está en este BLIND RAGE: un disco completo y compacto que, usando gran parte de la fórmula que ya les funcionó en BLOOD OF THE NATIONS, han sacado un disco que repelerá el polvo del tiempo, posiblemente no como BALLS TO THE WALL o RESTLESS AND WILD, no como ellos, ya que canciones tan atemporales como las que salen en algunos álbumes de aquella época no las hay aquí, pero sí buenos temas que harán disfrutar a muchos.
Sergio Subijana
1.- Stampede
2.- Dying breed
3.- Dark side of my heart
4.- Fall of the empire
5.- Trail of tears
6.- Wanna be free
7.- 200 years
8.- Bloodbath mástermind
9.- From the ashes we rise
10.- The curse
11.- Final journey
le copiaron la portada a los Banzai de Salvador Dominguez??
No me ha sorprendido ni un poquito el disco, bastante plano para mi.
Creo que, más que la sombra de UDO, aquí ha pesado la sombra de Blood of the Nation, uno de los discos de heavy metal de la década. Accept han sacado tres discos seguidos, los tres de mucha calidad pero también muy parecidos entre sí, con temas intercambiables, y lo que sorprendió en BotN, aquí ya suena a fórmula repetida. Aunque no por ello sea un mal disco, ni mucho menos…
Un saludo