En primer lugar, me dispongo a comentar el último álbum de YES editado llamado The Quest , mítica banda, publicado por Inside out, y con la producción del Sr. Steve Howe y con Curtis Schwartz y Simon Heyworth como ingeniero de sonido y encargado de la masterización respectivamente. Álbum doble, de algo más de una hora de duración y que la conforman Jon Davison a la voz, Steve Howe a las guitarras y voz principal, Geoff Downes a los teclados, Billy Sherwood al bajo y Alan White a la batería.
Después de la review, os dejo, por si os ha sabido a poco, una breve historia de la banda, por si no habéis conectado con ellos con anterioridad.
Si me permitís el atrevimiento y sin que ningún fan de Yes se moleste por ello, voy a tratar de asociar a la escucha bandas que me vienen a la mente tras escuchar el álbum. Creo que puede servir de ayuda tanto a la gente que sigue el rollo progresivo desde los 70´s como los que se han iniciado con bandas más actuales que no han dejado nunca de mamar de la influencia de los propios protagonistas de esta reseña.
Empieza el álbum con el tema The Ice Bridge con un toque de teclado muy a lo ELP o Robert Berry de esos “3…the power of 3” y esos sintetizadores tan poperos por parte de Geoff Downes con arreglos enriquecedores y de exquisito gusto de Steve Howe. El timbre de voz de Davidson una mezcla del vocalista de IQ Peter Nicholls y Jon Anderson. Realmente muy bueno y creo que todo un acierto de base considerando que no es un clon de Anderson, aunque obviamente sí parecido, y eso se agradece. Escucho a los SAGA setenteros a partir del minuto 01.35, insisto, sólo como referencia para que el que ahora nos lea se haga a la idea de la sonoridad del tema. A partir del 04.25 se inicia una batalla entre Howe y Downes repleta de armonías y melodías de ensueño. Insistir en la producción del álbum. Ya en el primer tema se divisa frescura, aprovechamiento sonoro de los espacios, amplitud y calidez. Cabe decir que por un aparente “descuido” y por tanto no intencionalidad de Geoff Downes, este primer tema tuvo que sufrir un cambio en los créditos dado que, al recoger este último cintas del archivo para dar cabida “The ice bridge”, pensó que había sido escrito por él cuando en realidad Monkman también había sido parte activa. Afortunadamente todo se resolvió amistosamente. “The ice bridge” es una auténtica gozada de tema manteniendo el espíritu añejo de Yes y aderezada con unas melodías sublimes. Es lo más cercano al Rock que nos vamos a encontrar en todo el álbum, pero no por ello exento de calidad aunque sí el mejor tema del álbum.
El tema Dare To Know empieza con una onda muy setentera a lo Camel. Tema muy reposado y lleno de hermosos matices. Esas guitarras acústicas, a los que por ejemplo el grupo Arena está acostumbrado a mostrar, se divisan a partir del 01.13 para pasar a un juego de dobles voces. Luego se añade una orquestación sublime que me recuerda a esos trabajos en solitario que hizo el mismísimo Jon Anderson (“Change We Must”). Capas de sonido con distintas y enriquecedoras texturas y diversidad de arreglos. En el 02.33 se advierten ciertas reminiscencias a Asia. Otro enorme tema de este álbum “The Quest” en el que, a cada nueva escucha, se van descubriendo nuevos detalles. Exquisitez de nuevo por parte de Howe tanto en la ejecución como en el gusto melódico.
Vamos a por el tercer tema, Minus The Man, escrito por Sherwood (aprovecho para recomendar el maravilloso primer álbum de la banda World Trade liderada por él) y Davidson. Me parece un tema maravilloso, como si se tratara de una obra de teatro que estuviera presenciando en directo y en el que nos hablara de cómo la inteligencia se adueña de la humanidad. “Estamos construyendo el super hombre … Sin el hombre”. Enorme progresión tanto instrumental como vocal y con unos maravillosos arreglos orquestales y un gran Billy Sherwood al bajo. Ya nos tiene acostumbrado Sherwood a hacer temas con estribillos menos accesibles y directos y con progresiones poco predecibles, pero, aunque este no sea exactamente el sonido Yes, sí que se le asemeja en la esencia. Me agrada muchísimo lo que estoy escuchando. Sin duda reconozco una gran mejora en todos los sentidos respecto a su predecesor Heaven & Earth.
El cuarto tema del álbum es Leave Well Alone y es el corte más extenso del álbum. Es un tema sorpresivo, compuesto íntegramente por Howe con toques Funk y progresivos. En el 01.43 Howe entona esa melodía alegre que contrasta con las estrofas cantadas en tono grave (muy en onda Gentle Giant) y con un Sherwood llevando el ritmo galopante con el bajo. A partir de 04.50 se inicia un sencillo riff en acústico que luego Downes adereza con un Hammond de fondo y deriva en una preciosa melodía hasta que finaliza el tema (Steve Howe realiza una maravillosa lección de técnica y exquisitez) mientras White y Sherwood van marcando los tempos. Creo que la primera parte del tema es un elenco de ideas algo contradictorias y poco acertadas para un tema de esta duración y bajo el nombre de Yes. Me da la sensación de estar escuchando ideas en un “copy&paste” con poca coherencia y con alta segmentación y creo que ese toque Funk del principio, aun pretendiendo dar frescura, no ha dado el resultado esperado. Eso sí, consigue de algún modo acelerar el ritmo ya de por si ralentizado de todo el álbum. Quizás haya sido motivado por la pandemia. Eso sí, me quedó con el 50% del tema hasta el tramo final con un grandísimo solo de Steve Howe.
The Western Edge me recuerda mucho a la época de Jon Anderson en solitario. El tema mantiene la cadencia lenta del segundo y el tercer corte del álbum, pero aquí haciéndose todavía más patente. De nuevo gran juego vocal de Davidson y Sherwood que empastan sus voces de manera muy eficiente y productiva. A partir del 01.30 el tema evade su ritmo lento con la gran ayuda de la base rítmica y unos arreglos de teclados con sonido de flauta de fondo. A partir del 02.45 ese toque de bajo de Sherwood (como se nota su aporte en la banda) hace cabalgar al tema hacia una maravillosa melodía. Recordad lo que os he comentado con “Minus The Man”. Progresiones poco predecibles y con senderos de estrofas inesperadas, pero con un gusto exquisito.
Future Memories, a este álbum de ritmo lento a excepción del primer tema y de la primera parte de “Leave Well Alone”, se le añade lo que sería la balada del álbum. Un tema intimista y precioso, escrito por Davidson, con un peso enorme de la guitarra acústica tocada por él mismo y acompañado en todo momento, pero en este caso en un plano simple pero efectivo por Howe, y un Sherwood trasteando con el bajo mientras se escucha a Downes de fondo con el órgano en segundo plano. Me ha encantado este tema.
Music To My Ears quizás sea uno de los temas más “radiables” de este álbum, aunque manteniendo esa tónica sosegada del álbum. Tema también compuesto por Howe. Tiene bonitos y preciosistas juegos vocales e interesantes armonías. Se deja escuchar, aunque creo que suena algo blandengue, hasta en algún momento quizás hasta “cursi”. En general creo que habría beneficiado mucho al álbum añadir algún corte adicional más rockero. Eso sí, se deja escuchar a pesar de todo.
A Living Island es un tema precioso que hace levantar el ánimo y las esperanzas ante este maldito virus con el que hace tiempo debemos, por desgracia, convivir. Me recuerda mucho a álbumes más accesibles de Anderson en solitario y, para poner un ejemplo más actual, lo veo con muchas reminiscencias a la banda DBA (Downes, Braide Association) con ese toque pop en toda la estructura del tema. A diferencia de “Leave Well Alone”, este tema sí que me hace esbozar una sonrisa y me produce emoción a la escucha. A partir del 03.30 se produce un cambio con juego de voces inesperado y una progresión melódica muy bien cuidada hasta llegar el solo en plan himno de Howe en 04.33 que Davidson acompaña hasta el final. “Brindo por vosotros, por el espíritu de comunidad…por nosotros, por nuestra humanidad. Por los salvadores de primera línea y por los héroes cotidianos que no se ven y por los espíritus tristes que lloran a sus seres queridos que ya no están”. Inmenso colofón a este primer CD de The Quest.
El segundo CD de “The Quest” es de algo menos de 15 minutos de duración y lo componen 3 temas muy alejados de la onda de YES y de un álbum ya de por sí apartado de sus épocas pasadas (y no estoy hablando sólo de los años 70). Los temas en cuestión son: “Sister Sleeping Soul” la que es, quizás, la que tiene más connotaciones sinfónicas y la que más me agrada de las tres, “Mistery Tour” con una onda muy Pop a The Beatles y que habla precisamente de ellos y “Damaged World” que pasa algo desapercibida.
En definitiva, creo que Yes ha dado un paso adelante después del tropiezo que tuvieron en su Heaven & Earth anterior. Steve Howe ha acertado plenamente en la producción dándole una frescura necesaria a la banda. El álbum es diverso, pero creo que le hubiera beneficiado enormemente mostrar algo más de esa vertiente rockera (que sabemos que Yes mantiene y se ve reflejado en el mejor tema del álbum “The Ice Bridge”) y no sumergirse en medios tiempos que, aunque de perfecta ejecución, hacen que el álbum no acabe de explotar. Eso sí, este “The Quest” es un álbum notable y altamente recomendable y muy accesible a la escucha que nos ofrece una gran experiencia auditiva durante su recorrido; dada la variedad estilística propuesta y la innegable calidad de unos músicos, que ya no tienen que demostrar nada y de los que espero que, de cara a futuras entregas, traten de salir algo más de esa actual zona de confort.
Como añadido, vamos con un poco de historia después de presentaros el nuevo trabajo de YES, con el único motive de completaros la visión de una banda mítica que continua en el presente:
YES, pura afirmación de lo que es una leyenda todavía viva del Rock Progresivo británico; influencia de un sinfín de bandas que surgieron desde los años 70 hasta ahora. Absoluta aseveración al respecto de la tecnicidad de sus músicos, desde la psicodelia de sus principios, ya mostrando en su “Time And A Word” (1970) y en “The Yes Album” (1971,) sus cartas, pero haciéndose magnánimo en su obra “Fragile” (1972) dónde, si tuviéramos que poner un ejemplo de bandas atrapadas por su influjo, podríamos hablar de los mismísimos Dream Theater (escuchad “Heart Of The Sunrise” para constatarlo, pero que contiene otros temas excelsos como la magnífica “Rondabout”).
En la formación inicial Jon Anderson (voz), Chris Squire al bajo, el teclista Tony Kaye, el batería Bill Bruford y el guitarrista Peter Banks que no tardó mucho, tras la publicación del Time and a Word hace ahora precisamente 51 años, en ser invitado a abandonar la banda por graves discrepancias de criterio en la orientación musical a seguir; y para dar paso, en “The Yes Album”, al gran genio de las 6 cuerdas Steve Howe y a Rick Wakeman en las teclas en el mencionado “Fragile” de 1972 que logró ventas de más de 2 millones de discos (doble platino).
Fue “Fragile” el inicio de la época dorada de la banda para los fans más acérrimos de lo progresivo, la experimentación y la fusión de estilos. Vendrían álbumes como “Close To The Edge” (1972), uno de los álbumes más alabados dentro del Rock progresivo de la historia. Hablar de comercialidad en aquella época no era sinónimo de hacer estribillos pegajosos para cantar bajo la ducha o en lo que podría ser un karaoke en la actualidad… No señor; estamos hablando de lo que la gente se compraba, lo que se radiaba en las emisoras y se emitía por TV. El Rock progresivo era tan normal como puede ser comer una pizza un sábado en una noche de partido.
Las ventas de Yes ya eran millonarias y su éxito se extendía en general a todas las bandas de ese género Gentle Giant, King Crimson, Genesis, ELP o Camel. Realmente curioso asociar el término comercial a este tipo de música, aunque efectivamente sí lo era en términos de los ingresos que generaba… como el “Reaggeton” y el “Trap” generan a día de hoy (la paradoja de lo absurdo lo llamaría yo). “Close to the Edge” fue platino en USA superando el millón de copias vendidas, pero ya había alcanzado esa cifra “The Yes álbum” en 1971 que fue el deceso de la etapa “formativa” de la banda y el inicio de una carrera fulgurante.
Lo más increíble de Yes es que se propusieron hacer el más difícil todavía y, como el equilibrista Philippe Petit que se atrevió a atravesar las torres gemelas sin protección en un cable de acero a más de 400 metros de altura, sacaron su obra Tales From Topographic Oceans formada por 4 temas de aproximadamente 20 minutos cada uno. Otro exitazo de álbum, para muchos muy difícil de digerir y para otros una obra cumbre en su discografía. No fue pleno al quince en ventas (se quedó en “Gold”) y fue muy criticada especialmente por la prensa tachándola de excesivamente autoindulgente y con un nivel parejo de ambición y petulancia.
Ya sin necesidad de ahondar en algunas ligeras idas y venidas del personal en las formación de Yes; se sacaron de la manga auténticos discazos como Relayer (1975), Going For The One (1977), Tormato (1978) ya reflejando, en estos 2 últimos trabajos, el cambio de tendencia que se avecinaba y del que parecía todo el mundo se contagiaba (Gentle Giant empezó a hacer música más accesible a partir de 1977 al igual que por ejemplo Camel que editó su fantástico y comercial álbum Breathless en 1978 dejando atrás sus obras sinfónico- progresivas de años atrás)
Luego llegaron los 80 para Yes y, debido al poco éxito del álbum Tormato más a nivel de crítica que a nivel de ventas (fue platino en USA) y en el que se incluía su “Don´t Kill The Whale” como su single más vendido de toda la historia; de manera puntual, tanto Anderson como Wakeman se alejaron de la banda para dar cabida al Sr. Geoff Downes (miembro fundador de Asia que publicaría 2 años más tarde su más preciada obra “Asia”) y al controvertido vocalista Trevor Horn que había publicado junto a Downes con Buggles en enero de 1980 el álbum “The Age Of Plastic”
Que he de decir de ese álbum… Pues simplemente que es inmenso, aunque realmente puedo comprender, que a los acérrimos fans de Yes, no les hiciera ninguna gracia (sólo recordar lo que se había asociado a la terminología comercial hasta aquel entonces).
Tras este breve lapsus Jon Anderson vuelve a Yes conjuntamente con el guitarrista sudafricano Trevor Ravin (Howe tenía tareas que hacer con GTR) y con el retorno de Tony Kaye a los teclados. Sería la etapa más comercial (como lo entendemos los que vivimos los 80) de Yes, que publicó en 1983 su impresionante álbum 90125 (todo un récord de ventas al ser triple platino) y uno de mis álbumes preferidos de Yes y que fue seguido por el quizás menos acertado, pero también buen álbum Big Generator de 1987.
Los 90 empezaron con el álbum “Anderson Bruford Wakeman y Howe” que, efectivamente, no lleva el nombre de Yes por temas legales, pero que podía asociarse perfectamente a la banda y que fue su último éxito en ventas, aunque ya en cifras muy inferiores a las pasadas. Luego llegó “Union”, ya bajo el nombre de Yes, que mantuvo una cifra de ventas similares, aunque con menor aceptación del público.
Los tiempos eran muy convulsos para este tipo de música y, justo en el año en que Dream Theater publicó lo que es para mí su obra maestra “Awake” en 1994, el Sr. Trevor Rabin volvió a coger serio protagonismo en la composición y Yes sacó su controvertido album “Talk” que, mi alma gemela y compañero de banda JKAndres, tuvo a bien enseñarme y que personalmente me parece un auténtico discazo, aunque más orientado al AOR, como de hecho ya lo estaban sus trabajos de los 80, aunque obviamente mantenían el toque sinfónico en algunos temas, pero con el freno de mano puesto. Es obvio que para un fan del Rock sinfónico/progresivo en exclusiva este “Talk” iba a suponer una decepción, pero creo que es necesario saber valorar las etapas de Yes en cada momento y, para un aficionado al Rock melódico y AOR (como yo también me considero) creo que es un gran álbum, aunque quizás vio la luz en un año poco propicio. Dado el escaso éxito de este último álbum, Rabin abandonó definitivamente la banda y Anderson se propuso de nuevo retomar los sonidos pasados, que no añejos, con los álbumes Open Your Eyes (1997) y The Ladder (1999) en los que tampoco obtuvieron gran reconocimiento, aunque sí hubo un retorno significativo al sonido clásico de la banda e incluso alguna aparición en las listas tanto de Gran Bretaña como de USA en este último.
Los años 2000 nos iban a dejar con el último álbum de Anderson para Yes (Magnification) que curiosamente se grabó sin teclista (por aquel entonces el Sr. Igor Khoroshev decidió dejar el grupo) y que la banda decidió sustituir por arreglos orquestales que ya curiosamente usaron en su álbum Time and a Word de 1970. Realmente este álbum fue un gran ejemplo al respecto de la genialidad que esta banda llevaba en sus genes. Un grandísimo álbum de despedida de Jon y todo un acierto la aparición de arreglos orquestales que elevan este álbum a un nivel superior a lo que había hecho la banda últimamente
Tuvimos que esperar a la segunda década de los 2000 y Yes publicó 2 álbumes, con Downes de regreso: el “Fly From Here” en 2011 y el, quizás álbum más flojo de Yes hasta la fecha, “Heaven & Earth” del pasado 2014 con la incorporación de Jon Davidson a las voces del que puedo rescatar algunos temas, pero que no me atrapa en general ni por la composición ni por el sonido.
José Luis Gutiérrez 3ZKS!