VHÄLDEMAR / ADAREL – Sala Rockville, Madrid (2022) Crónica

Fotos: Daniel Arriero

El pasado sábado cuatro de junio, gracias una vez más a Kivents, tuvimos la suerte de poder asistir en la madrileña sala Rockville, a una descarga realmente esperada por todos los que nos consideramos seguidores de la banda Vhäldemar, que venían a presentar su magnífico último trabajo Straight to Hell.

Antes del plato principal de la noche, la banda Adarel fue la encargada de romper el hielo ante una audiencia todavía escasa, pero ante la que la formación se entregó como si el aforo estuviera completo. Desgraciadamente, la primera parte de su concierto se vio mermada por el sonido, que a duras penas dejaba diferenciar los instrumentos y que tapaba por completo la voz de su vocalista, Maya. Es justo decir que hacia la mitad de la presentación fue mejorando notablemente, pero ya se había empañado en gran medida el esfuerzo de la banda, a la que no se le puede objetar su patente esfuerzo por agradar. Abrieron con “Sin Sangre”, e interpretaron temas de sus últimos dos discos, Ángel de Fuego y III. Presentaron “La Parca”, un tema nuevo que formará parte de su próximo trabajo y además, nos regalaron una buena versión del clásico de Santa “Reencarnación”, que fue muy recibido y coreado por el público para, con el tema de su último disco, “Heavy Metal” y tras poco menos de una hora, despedirse de los allí presentes, dejando un buen sabor de boca y el público preparado para lo que se venía. Espero tener la posibilidad de verles de nuevo, con mejor sonido, para poder valorar su directo como se merecen, porque les vi mucho potencial. Les deseo toda la suerte del mundo.

 

 

Cerca de las diez de la noche, con una sala a media entrada, la banda Vhäldemar subió al escenario para demostrar por qué son una de las mejores formaciones de nuestro país. Tras una breve intro, comenzaron su descarga con “Death to the Wizard” para desde el primer instante, poner al público a saltar y cantar todos y cada uno de los temas que fueron interpretando. Hacía tiempo que no veía a una audiencia tan sumamente entregada a una banda y viceversa. Liderados por un Carlos Escudero absolutamente brillante, que se dejó la piel sobre las tablas, terminando literalmente tumbado en el suelo hacia el final del concierto, fruto de la entrega que mostró en todo momento. “1366 (Old King’s Vision part V)” fue la siguiente en ser presentada, con un público absolutamente extasiado.

 

 

Con “Straight To Hell” la banda nos dio un pequeño respiro, porque el concierto había comenzado con una energía desbordante. Pero fue un ligero espejismo porque la caña regresó con “Afterlife”. Espectacular también el trabajo del guitarrista Pedro J. Monje, pese a que sufrió un percance con el sonido de su guitarra en “Metalizer”. Yo creo que el disgusto le hizo tocar todavía mejor si es que eso es posible. El caso es que se repuso y de qué manera.

Para el siguiente tema, “Howling at the Moon”, contaron con la colaboración de Rubén Miranda, componente de Inner Destiny, que permaneció en el escenario para cantar junto a Maya, de Adarel, el tema “Fear”.

 

 

La conexión del público con la banda, con Carlos Escudero al frente, ejerciendo de forma magnífica su papel de frontman, involucrando constantemente a los allí presentes en las presentaciones de las canciones, fue sencillamente memorable y convirtió el concierto en una auténtica fiesta.

Un ejemplo fue la presentación de “Bastards”, de la que no se libró prácticamente nadie de la primera fila y que sonó como un auténtico cañón.

¿Qué le podía faltar al vocalista para sentirse más arropado por el público? Efectivamente, bajar del escenario para mezclarse con él. Y así hizo durante “Dusty Road”. A partir de ese momento, el pie de micro que lleva personalizado empezó a pasar de mano en mano como una especie de trofeo. Brutal, de verdad. No es fácil transmitir con palabras la alianza banda-audiencia que allí se vivió.

Ya había bajado Escudero, el pie de micro estaba siendo compartido, ¿Qué más se os ocurre para demostrar que banda-público eran uno? Que una espectadora subiera de forma improvisada a cantar. Nerea, que así se llama, compartió micro para interpretar “The Old Man”, jaleada por el público.

Tras una divertida presentación de los miembros de la banda, volvieron a poner la sala a botar con “Old King’s Vision (Pt VI)”, con la que se despidieron momentáneamente para encarrillar los tradicionales bises, ante la amenaza por parte del siempre participativo público de ir al pilón si no volvían.

 

 

Una vez de regreso y tras una breve demostración de calidad instrumental, interpretaron su ya clásico “Breaking All The Rules” que terminó con Carlos Escudero tumbado literalmente en el escenario, agotado de tanta entrega, después de haberse dejado la piel.

Nos acercábamos irremediablemente al final. Quedaban únicamente dos canciones.

“Lost World”, por si no había dado suficiente espectáculo, con Carlos Escudero a la guitarra, mezclada con el legendario tema de Manowar “Kingdom Come”.

Para finalizar el concierto y como no podía ser de otra forma, después de lo vivido hasta ese momento, invitaron a que subieran los miembros de Adarel y algún espectador para compartir escenario para descargar “Energy” y terminar por todo lo alto una grandísima noche de HEAVY METAL. Así con mayúsculas. Porque si alguien me preguntara, no dudaría en decir que esto es el HEAVY METAL.

No puedo sino dar las gracias a las bandas participantes, al público, a la promotora y a todos los involucrados de una u otra forma en lo que allí vivimos. De verdad, gracias.

Daniel Arriero