English Review Included Below
La inusitada reunión de Adrian Smith y Richie Kotzen que tanta ilusión y sorpresa me suscitó tras recibir en mi mailbox, en forma de noticia desde el sello BMG hace unos meses, cristaliza, por fin en forma de disco, un rudo y hermoso diamante que cotizará al alza día a día desde su edición el veintiséis de marzo de 2021 hasta el más allá.
Ni siquiera me hubiera atrevido a soñar que uno de los miembros más carismáticos e imprescindibles de IRON MAIDEN y a quien atribuyo mucha de la culpa de mis influencias a nivel personal respecto a cómo una composición ha de quedar sellada para convertirse en clásico, pudiera hermandar su maestría con la de un Richie Kotzen quien no solo me ha parecido ser siempre uno de los guitarristas más relevantes de su generación, sino al que también considero uno de los más monstruosos vocalistas de los que se pueden disfrutar a día de hoy, sin pasar por alto, por supuesto, su ingenio a la hora de escribir, transgredir y embelesar a masas con una línea que separa géneros tan dispares como el Jazz, el Funk o el Hard Rock, entrelazada para presentarse en sociedad como una única invitación de etiqueta, personal intransferible.
Adrian Smith, cuya labor inquieta fuera de los estandartes británicos del Heavy Metal siempre me ha parecido aventajada y altamente placentera (A.S.A.P., PSYCHO MOTEL, PRIMAL ROCK REBELLION) tanto por su adecuación al entorno temporal como por sus gustos diversos, pasando por su personal, potente y llamativa voz, encuentra en Richie Kotzen una llave que abre la puerta de un trastero empañado por el polvo del paso del tiempo, donde una tenue luz de gas alarga las sombras del añorado recuerdo que muchas veces arrinconamos para, de repente un día, reencontrarnos con nuestra raíz y procedencia, revitalizando nuestra existencia por completo, rejuveneciendo el alma.
Y es que nos baladí el talento de Kotzen para convertir, tras la juerga desenfrenada de los años ochenta, en un grupo serio a los mismísimos POISON (Native Tongue – 1993), sino que aportó madurez y contemporaneidad a las deidades de MR BIG de 1999 a 2002, consiguiendo una apabullante carrera en solitario que pasó desde el frenesí “shred” al intimismo más absoluto, con escalas en multitud de estaciones compositivas hasta recalar en el “power trio”, THE WINERY DOGS, quienes se me antojan imprescindibles en la actualidad.
Con esta seguramente innecesaria presentación de ambas estrellas, cuya leyenda les precede, nos posicionamos en el ahora para degustar de SMITH/KOTZEN su primer disco, homónimo y que, como era de esperar no decepciona desde su primera escucha.
Grabado en las Bahamas, en las Islas Turks & Caios en febrero de 2020, sí, antes de toda esta pesadilla Covid 19, fue producido por ambos músicos y mezclado por Kevin “Caveman” Shirley, bien conocido por los músicos ya que su trabajo ha abarcado tanto a la “doncella de hierro” como a MR BIG, así como a grandes exponentes del tallaje de JOURNEY, LED ZEPPELIN, RUSH o THE BLACK CROWES. Esencial elección como primer punto a remarcar porque el disco suena increíblemente orgánico y natural, a la antigua usanza y con una claridad encomiable a la hora de diferenciar cada instrumento, cada detalle, cada sílaba y todas las emociones que se desprenden del conjunto de sus pretensiones.
Desprecintando este regalo sensorial nos encontramos con dos de los momentos más agitados de la grabación: Taking My Chances y Running. Dos disparos frontales de Hard Rock clásico reverdecido por su distorsión y donde los maravillosos riffs suenan mastodónticos. La primera con ajustes más Funk y la segunda con ligeros posos del enorme segundo disco de PSYCHO MOTEL, Welcome To The World.
Las cartas están sobre la mesa y encontramos los rasgos definitorios de lo que va a ser la onda del trabajo a desarrollar en los nueve cortes que lo componen: una valla abierta que separa claramente las parcelas solistas de ambos artistas, tanto con sus instrumentos como con sus tareas vocales, con sus sonidos característicos y un sinfín de trucos y arreglos que, ampliamente reconocibles, se fusionan sin conflictos para engrandecer un titánico vecindario habitado por dos inesperados camaradas en el que el aire fresco de los contagiosos estribillos resuena con ecos de grandeza hasta enmudecer en kilómetros a la redonda.
La precisa y preciosa sección rítmica, muy juguetona y danzarina, en gran medida por el soberbio uso de las líneas de bajo que, nuevamente, ambos comparten en total sintonía con la sobria pegada del propio Kotzen a los parches (¡sorpresa!), ejecuta todo un ejercicio de integración necesaria al que la producción y la mezcla les ha otorgado una presencia y protagonismo vitales.
Tras el sobresalto inicial, pasamos a un bloque de tres temas en el que los astros desnudan sus afectos por los medios tiempos cargados de intensidad ambiental sobre los que edificar, desde las ruinas del tributo de género, sus propias mansiones de honestidad y virtuosismo sin perder ni un ápice de sentimiento, sin malgastar sus recursos, que son muchos, para lo que se antoja como una “jam session” épica:
El pantanoso Blues de Scars que se arrastra con la distinción de un caimán de satén hasta devorar tus entrañas, el oscuro R&B con contenida salivación Funk del contundente y contagioso Some People hasta llegar al arenoso Country Rock de Glory Road donde recrean aroma a neumático desgastado bajo un reluciente Chevrolet Bel Air enmarcado en el telón de fondo de un estratégico órgano que amplia un horizonte de pureza nativa, capturando todas las miradas con su comercial estribillo
Solar Fire aumenta las revoluciones con la enérgica pegada de Nicko McBrain compañero de Smith en IRON MAIDEN, en un track creado para quemar asfalto con su consistente mezcolanza ZEPPELIN/GRAND FUNK RAILROAD/CREEDENCE CLEARWATER REVIVAL y bautizado para disparar con los dos revólveres registrados a nombre de estos enormes instrumentistas que se solapan indistintamente para arrasar con la luz de la luna llena.
Como colofón a esta partida ganada de antemano, nos presentan un trio de ases donde la pasión desborda el acierto de sus composiciones y al que añaden a un nuevo jugador, el batería Tal Bergman, amigo de Ritchie y compañero de gira cuyas credenciales vienen referenciadas por ROD STEWART, SAMMY HAGAR, JOE BONAMASSA o BILLY IDOL. En este bloque los sentimientos, dispares, bajo un encapotado firmamento grisáceo, mantienen una virginidad heroica que te arrastra como un torbellino en sus sentidas interpretaciones, reitero, vocales e instrumentales, a las que pocos podrían osar imitar:
La extensa tristeza cadente de You Don´t Know Me, eriza la piel hasta verte inmerso en un final que no quieres que llegue y al que le añaden dos minutos más de agonía ante lo irremediable, con la definición de buen gusto por bandera bajo la cascada de solos con la que nos rocían, traspasando la piel hasta clavarse en el corazón.
Más Blues en la nostálgica y bella I Wanna Stay, una composición muy orientada al lado más íntimo que conocemos de Kotzen, detallada hasta la perfección y decorada con una sutileza sibarita, un crepúsculo de ensueño que se erosiona hasta llegar a la Zeppeliana ´Till Tomorrow que alcanza un éxtasis conflictivo entre la razón y el deseo y que me recuerda en detalles también al gran George Lynch. Soberano estribillo que te atrae hasta su abismo particular, un cañón infinito de técnica y dedicación llena de alma.
Un debut que se ha de mimar en las escuchas y al que se le debe dar su tiempo de asimilación porque está engendrado para alcanzar rincones entre la consciencia y el mundo de los sueños, a partes iguales, a los que nos hemos habituado a abandonar por el mal uso del consumismo imperante de la inmediatez de la música. Sobresaliente, es hora de que los magos vuelvan a caminar entre los supuestos gigantes que pretenden vendernos los medios sensacionalistas.
RATED/NOTA: 9,2/10
Jesús Alijo LUX
ENGLISH REVIEW
The unusual reunion of Adrian Smith and Richie Kotzen that I was so excited and surprised to receive in my mailbox, in the form of news from the BMG label a few months ago, crystallizes, finally in the form of an album, a rough and beautiful diamond that will rise day by day from its release on March 26, 2021 until the hereafter.
I would not even have dared to dream that one of the most charismatic and indispensable members of IRON MAIDEN and to whom I attribute much of the blame for my personal influences on how a composition has to be sealed to become a classic, could match his mastery with that of Richie Kotzen who not only has always seemed to me to be one of the most relevant guitarists of his generation, but who I also consider one of the most monstrous vocalists that can be enjoyed today, without overlooking, of course, his ingenuity when it comes to writing, transgressing and enrapturing the masses with a line that separates genres as disparate as Jazz, Funk or Hard Rock, intertwined to be presented in society as a single label invitation, personal and non-transferable.
Adrian Smith, whose restless work outside the British Heavy Metal stalwarts has always seemed to me to be advantageous and highly pleasurable (A.S.A.P., PSYCHO MOTEL, PRIMAL ROCK REBELLION) both for his suitability to the temporal environment and for his diverse tastes, as well as for his personal, powerful and striking voice, finds in Richie Kotzen a key that opens the door to a storage room tarnished by the dust of the passage of time, where a faint gaslight lengthens the shadows of the longed-for memory that we often corner to, suddenly one day, find ourselves again with our roots and origin, revitalizing our existence completely, rejuvenating the soul.
Kotzen’s talent to turn POISON (Native Tongue – 1993), after the unbridled revelry of the eighties, into a serious band, is not trivial, but he brought maturity and contemporaneity to the deities of MR BIG from 1999 to 2002, achieving an overwhelming solo career that went from the «shred» frenzy to the most absolute intimacy, with stops in a multitude of compositional stations until landing in the «power trio», THE WINERY DOGS, who seem to me essential nowadays.
With this surely unnecessary introduction of both stars, whose legend precedes them, we position ourselves in the now to taste SMITH/KOTZEN their first album, homonymous and that, as expected does not disappoint from the first listen.
Recorded in the Bahamas, in the Turks & Caios Islands in February 2020, yes, before all this nightmare Covid 19, it was produced by both musicians and mixed by Kevin «Caveman» Shirley, well known to musicians since his work has covered both the «iron maiden» and MR BIG, as well as great exponents of the stature of JOURNEY, LED ZEPPELIN, RUSH or THE BLACK CROWES. Essential choice as first point to remark because the album sounds incredibly organic and natural, old-fashioned and with a commendable clarity when it comes to differentiate each instrument, each detail, each syllable and all the emotions that emerge from the whole of its pretensions.
Untaping this sensory gift we find ourselves with two of the most agitated moments of the recording: Taking My Chances and Running. Two frontal shots of classic Hard Rock greened by their distortion and where the marvelous riffs sound massive. The first one with more Funk settings and the second one with slight aftertaste of PSYCHO MOTEL’s huge second album, Welcome To The World.
The cards are on the table and we find the defining features of what will be the vibe of the work to be developed in the nine cuts that compose it: an open fence that clearly separates the soloist plots of both artists, both with their instruments and their vocal tasks, with their characteristic sounds and an endless number of tricks and arrangements that, widely recognizable, merge without conflicts to enlarge a titanic neighborhood inhabited by two unexpected comrades in which the fresh air of the contagious choruses resounds with echoes of greatness to silence for miles around.
The precise and precious rhythm section, very playful and dancing, largely due to the superb use of the bass lines that, once again, both share in total harmony with Kotzen’s own sober punch on the drumheads (surprise!), performs a whole exercise of necessary integration to which the production and mixing have given them a vital presence and protagonism.
After the initial shock, we move on to a block of three tracks in which the stars bare their affection for half-times loaded with ambient intensity on which to build, from the ruins of the genre tribute, their own mansions of honesty and virtuosity without losing an iota of feeling, without wasting their resources, which are many, for what seems like an epic «jam session»:
The swampy Blues of Scars that crawls with the distinction of a satin alligator until it devours your entrails, the dark R&B with contained Funk salivation of the forceful and contagious Some People until reaching the sandy Country Rock of Glory Road where they recreate the aroma of worn out tires under a shiny Chevrolet Bel Air framed in the backdrop of a strategic organ that broadens a horizon of native purity, capturing all eyes with its commercial chorus.
Solar Fire ramps up the revs with the energetic punch of Nicko McBrain Smith’s IRON MAIDEN partner, in a track created to burn asphalt with its consistent ZEPPELIN/GRAND FUNK RAILROAD/CREEDENCE CLEARWATER REVIVAL hodgepodge and christened to fire with the two revolvers registered to these huge instrumentalists who overlap indistinctly to ravage in the light of the full moon.
As a culmination to this game won in advance, they present us a trio of aces where the passion overflows the success of their compositions and to which they add a new player, the drummer Tal Bergman, Ritchie’s friend and touring companion whose credentials are referenced by ROD STEWART, SAMMY HAGAR, JOE BONAMASSA or BILLY IDOL. In this block the feelings, disparate, under an overcast grayish firmament, maintain a heroic virginity that drags you like a whirlwind in their heartfelt interpretations, I reiterate, vocals and instrumentals, which few could dare to imitate:
The extended cadent sadness of You Don’t Know Me, bristles the skin until you are immersed in an ending that you don’t want it to come and to which they add two more minutes of agony before the irremediable, with the definition of good taste by flag under the cascade of solos with which they sprinkle us, piercing the skin until it sticks in the heart.
More Blues in the nostalgic and beautiful I Wanna Stay, a composition very oriented to the most intimate side we know of Kotzen, detailed to perfection and decorated with a sybarite subtlety, a dreamy twilight that erodes until reaching the Zeppelian ‘Till Tomorrow that reaches a conflicting ecstasy between reason and desire and that reminds me in details also to the great George Lynch. Sovereign chorus that draws you into its particular abyss, an infinite canyon of technique and dedication full of soul.
A debut that has to be pampered in the listens and which should be given its time of assimilation because it is engendered to reach corners between consciousness and the world of dreams, in equal parts, to which we have become accustomed to abandon by the misuse of the prevailing consumerism of the immediacy of music. Outstanding, it is time for the magicians to walk again among the supposed giants that the sensationalist media pretend to sell us.
Score: 9,2/10
Jesus Alijo LUX