SAKEO + Gabezia
Sala Doka (Donostia)
14 de marzo de 2014
Crónica y fotos: Julen Figueras
Seguro que todos podemos pensar, a botepronto, muchos conciertos de los que hemos salido con cara de estafados, con sensación de que sí, bien, pero que algo falla entre lo que nos ha costado y lo que nos han dado. Entradas que superan los treinta euros, música pre-grabada, bandas que se durmieron en sus laureles, una hora raspada de show, un sonido apestoso, o todas ellas juntas.
El viernes pasado, en la sala Doka (Café Teatro de Donosti, se le llama, pero ni café ni teatro es lo que se hace ahí habitualmente), fue un ejemplo de todo lo contrario: sonido potente, dos bandas que empiezan y ya deslumbran, y ocho míseros euros (cuatro cañas, o una carrera de Universidad) por más de dos horas de caña.
La parte incómoda de la noche, la de teloneros, era cosa de Gabezia, unos chavales de Lasarte que no sorprendieron a casi nadie, porque muchos de los presentes ya habían sido cautivados de antemano por el groove metal de un cuarteto que va tan rápido que ya tienen el segundo disco en el horno. En cualquier caso, venían presentando su aclamado debut, “Gizakia Etsai”, y supieron dar un espectáculo impropio de teloneros. Acompañó el sonido, muy nítido (tanto que casi podían distinguirse lo que los berridos guturales decían), pero fue sobre todo la sensación de estar ante músicos de calidad, que creen en lo que hacen, y que lo hacen bien y con personalidad, lo que dio el toque distintivo. Así, lo que normalmente es puro trámite y tedioso pasatiempo hasta la llegada del plato fuerte de la noche, fue una muestra y un aviso de lo que estos chicos tienen para dar.
Mucha tralla acompañada de pasajes tranquilos, de mucho buen gusto y equilibrio entre intensidades. Algunas influencias, como la de System of a Down eran, a veces demasiado obvias, pero también bienvenidas. Sin embargo, se ve que no tienen todavía un estilo definido e impermeable, y los caminos que vayan a transitar son imprevisibles. De ellos dependerá anclarse en el cambio de siglo u ofrecer algo que aporte frescura a una escena musical, la del rock y el metal vasco, que sin duda vivió mejores tiempos.
Este cuarteto tiene un rodaje impropio de la edad, y unas tablas que pronto les permitirá llegar a audiencias mayores y a, probablemente, ser referentes del estilo a nivel estatal. No les faltan ganas ni talento. El resto, como decía Woody Allen, consiste en “estar ahí”.
Tras unos cuarenta minutos de concierto y un breve descanso, SAKEO salieron a por todas frente a un público escasísimo. Def Con Dos tocaban cerquita, y está claro que más de uno se decidió por los madrileños. Añadámosle una pobre promoción de la gira que acaban de comenzar, y un disco debut, “La Muda”, que aún no había salido a la venta (lo ha hecho este lunes) y que, por tanto, el público aún no ha tenido tiempo de saber si será bueno o malo. Aquí ya dejamos claro que el disco, sí, es bueno, y tocaba ahora ver cómo iban a ser los directos.
A pesar de tantos problemas técnicos en los primeros temas del concierto, desde el comienzo de “Guillotinas”, al show no se le pudo achacar falta de ritmo, y esos cuatro entertainers navarros pusieron tantas ganas como si estuviesen tocando ante un recinto con sold-out. Se ve que aquí hay banda, que han tardado un año en parir su debut pero que ha merecido la pena, y tocan con tanta alegría y fuerza que es imposible no disfrutar. Ya pasaba con Koma, pero con Sakeo no es menos: Rafa tiene un carisma tan desbordante que contagia, y forma ahora, junto al Loko, una base rítmica a la que el adjetivo “rompecuellos” le va mejor que a nadie: a mí aún me duele el mío.
Como no podía ser de otra forma, en esta gira venían presentando sus nuevas canciones, que no conocía casi nadie, pero que ya se intuyen perfectas para el directo: «Banda Peligrosa» va para tarjeta de presentación, «Hora de Comer» va a poner a la peña a botar y, lo que es mejor, ninguna de las nuevas canciones desentona con el viejo y ya inmortal repertorio de Koma. Desde “Tío Sam” (himno de los EE.UU. a la guitarra incluido), varias de las imprescindibles cayeron, como “Jack Queen Jack”, “Imagínatelos Cagando”, o algunas menos comunes como “Caer” y “Sé Dónde Vives”. Nada quedó fuera de lugar, y ni siquiera hubo momentos para echar de menos a Brigi y a Juan Carlos, porque Sakeo nos ofrece lo mejor de los dos mundos: mucho metal y mucho rock, los himnos de Koma y los nuevos temazos.
El nuevo frontman, Arkaitz, demostró durante todo el concierto que no le faltan tablas. No es nuevo ni manco. Tocó la guitarra y cantó a la perfección (tampoco nos pasemos, ¿quién quiere perfección cuando se trata de metal?), animando al personal, moviéndose de aquí para allá y calcando las voces en unos temas que muchos pensábamos que no podríamos volver a escuchar en directo. Y luego está Natxo, claro: uno de los guitarristas más finos y a la vez salvajes que podemos encontrar en el país.
Desde el principio del concierto hasta el final, con “Sakeo” (la canción), los navarros nos devolvieron esa alegría. Nos fuimos con la sensación de haber recibido liebre por gato, de haber pagado muy poco para la mucho que recibimos. Éramos pocos, pero mereció la pena. La siguiente vez seremos más, pero seguro que no lo pasaremos mejor.
Julen Figueras
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