RUSH: Vapor trails (Remixed 2013)

Sin duda “Vapor trails” es un disco clave en la carrera de Rush y los que conocen la historia del trio saben que, tras la devastadora tragedia personal que sufrió Neil Peart, significó una resurrección para el grupo, dándoles una segunda juventud de la que siguen haciendo gala a día de hoy.

 

Seis años habían transcurrido sin publicar material nuevo cuando el disco llegó a las tiendas y lo hizo con cierta polémica entre algunos fans por su farragoso sonido. La mezcla final no salió precisamente al nivel que siempre había ofrecido el pulcro grupo canadiense y la saturación en algunos momentos hacía difícil poder disfrutar de su jugoso y vitalista contenido. Con el paso de los años Geddy Lee y Alex Lifeson reconocieron lo evidente, la mezcla sonaba distorsionada y se precipitaron al publicarlo así.

 

Once años después, el que en su día fuera uno de los candidatos a productor del trabajo, David Bottrill, ha sido el encargado de re-mezclarlo y hacerle justicia.  Creo que no exagero si digo que tras pasar de nuevo por la mesa de mezclas tenemos un disco diferente, que invita a ser descubierto de nuevo, con cada instrumento distinguible; la variada y amplia cantidad de capas de guitarra con las que Lifeson suplió los hasta entonces habituales arreglos de teclados son fácilmente apreciables; el bajo, voces y batería ya no parecen en constante lucha por destacar atronando por momentos para conseguirlo.

 

Ahora podemos apreciar las anteriormente saturadas líneas de bajo de la inicial “One Little victory” junto al despiadado ataque de Lifeson con su guitarra, o descubrir como en “Ceiling unlimited” las partes de éste (pequeño solo inédito incluido) se presentan limpiamente ante nuestros oídos, lo mismo que uno de los más contundentes pasajes que Lee ha dibujado con su bajo en el mismo tema.

 

 “Peaceble kingdom” es otra canción en la que la labor que ha hecho Bottrill destaca, haciendo que la voz de Lee se pueda escuchar acompañada de unas pistas de guitarra que antes estaban enterradas por un saturado bajo que se las comía.

 

 Y, siguiendo con la voz, ahora “Ghost rider” ofrece una desnudez que transmite la catarsis que Peart narra en la letra de una manera más brillante y emocionante, un tema para enmarcar. Los arreglos acústicos de Lifeson, ya sea con la mandolina en “How it is” o las acústicas de “Earthshine” y “Sweet miracle” también han ganado cuerpo.

 

En resumen, se puede decir que ahora casi todo es fácil y disfrutablemente audible. Por supuesto, tendrá sus detractores, aquellos a quien no guste lo que puedan considerar una remezcla que suaviza el tono de un disco realmente agresivo y crudo, pero al menos estarán disponibles las dos caras de la moneda y cada uno podrá elegir la suya.

 

Albytor