Los piratas del Metal RUNNING WILD vuelven al ataque con su décimo octavo álbum de estudio
donde mantienen el line up de su anterior disco y de sus actuaciones en directo desde hace años, lo que creo que es bastante importante para mantener una estabilidad ya no solo en la banda sino también en sus nuevos trabajos. Atrás quedaron las grabaciones de Rolf Kasparek en donde el mismo grababa todos los instrumentos y donde la batería era fruto de la programación. En mi opinión creo que fue su peor etapa, discos como Shadowmaker o Resilient, pero ahora, supongo que, tras reflexionar sobre su continuidad, vuelven a sonar como Dios manda y en este nuevo trabajo lo van a dejar meridianamente claro. ¡Vamos al lio!
Inicia Blood On Blood, tema que da título al disco y que no podía hacer mejor honor su referencia, un cañonazo en toda regla con los típicos riffs vertiginosos de Rolf kasparek y unas estrofas tremendas que, desde su comienzo, se enlazan a la perfección hasta culminar en el sublime estribillo que todos esperábamos. No podrá decirse que no suena a Running Wild: esta es la clásica esencia de la banda, con desparpajo, directo a la mandíbula.
Seguimos con Wings Of Fire donde las guitarras arrancan motores desde el principio y a piñón fijo, con una rítmica tremenda como a la que nos tenían acostumbrados en sus mejores momentos, no demasiado aceleradas, pero en esa marcha que nos pone como una moto. Rolf vuelve a las añoradas andadas en su interpretación, escupiendo las letras con la mala leche en la que tan bien se desenvuelve. Buen tema.
El momento de Say Your Prayers llega en forma de medio tiempo donde destaca un efectivo estribillo, pegadizo e intenso por los cuatro costados y que perfectamente podría llevar la firma de los mismísimos ACCEPT.
Llega el turno de uno de los mejores temas, Diamonds And Pearls, uno de esos temas impactantes, marca de la casa, en donde las guitarras arden desde la primera nota con un rasgado acelerado y constante que es imposible que no te ponga a mil. El estribillo está muy bien rematado con sus correspondientes coros, sin desmerecer todas las estrofas, desde el comienzo y pasando por el bridge, hasta culminar en himno.
Wild And Free suena muy potente, no nos deja ni respirar, intercalando las guitarras dobladas y los ecos en las voces que tanto se echaban de menos en los últimos años y que nos remiten al más puro estilo de los 90, la época del Blazon Stone. Muy pegadiza en su estructura. Necesaria.
Entramos en el ecuador del disco y es el turno de Crossing The Blades, tema que ya conocemos ya que dio título al EP previo a este disco y que ya sonaba espectacular. Todo en su concepción es maravilloso.
La despistada One Night, One Day, y digo lo de despistada porque es un tema atípico en la banda, tranquilo y relajante, ni siquiera me atrevo a ponerle la etiqueta de balada ya que es más un baño de paz melódica que no proporciona tristeza, sino relax. Ideal para navegar por la profundidad de tus pensamientos mientras surcas con la mirada perdida en el techo de tu habitación. Un acierto curioso la verdad.
The Sellback fue el primer tema que nos presentaron de este disco comenzando con la melodía, más lenta, de “Black Hand Inn” hasta irrumpir con unos riffs calenturientos y densos en un medio tiempo duro, potente que, junto a un rabioso Rolf en la parte vocal y con el acierto del efecto del eco de nuevo como gran acierto añadido, se alargan gustándose y gustándonos. Por cierto, he de decir que el momento para el solo de guitarra está muy bien empleado.
Este barco también necesita de un buen momento de marcha, de jolgorio y alegría fiestera, y eso es exactamente lo que vamos a encontrar en Wild Wild Nights, donde no pararemos de movernos, de danzar embriagados por esos coros tan animosos mecidos por unas ardientes y feroces guitarras cuya firma es indiscutible como uno de los sellos de esta longeva banda.
Para cerrar de manera brillante, escuchamos The Iron Times 1618-1648, un tema épico cuya duración alcanza casi los once minutos. Su comienzo se insinúa con una danza lenta en los primeros compases rompiendo con rotundidad en un estallido enérgico que nos va a erizar el vello, ¡incluso nos podría cortar la respiración! En cuanto a la parte vocal encontramos grandes versos con pareados, buenas rimas y un estribillo matador. Una larga carga musical de contrabando de notas donde resurge la melodía principal para llevarnos al éxtasis de los mejores RUNNING WILD, los que en su carta de navegación escribían la historia de nuestra pasión.
Los piratas del metal están más vivos que nunca, y en este gran disco disfrutaremos de su sonido más clásico. Han recuperado parte de esos detalles de la época dorada de los años noventa en muchas de las canciones y que tanto extrañábamos, lo que creo que es un gran acierto para los WILD y un detalle para sus seguidores que se cuentan por legiones. Up the RUNNING WILD FOREVER!
Roberto Martínez «Pibe» (The Lux Team)