Puede que la muerte de su mejor amigo (RIP Lemmy) le recordara que todo es efímero y que hay que vivir la vida al máximo. Vamos como pregonaba el documental “Live fast, die old” de sus queridos MOTÖRHEAD. Lo cierto es que desde que se produjo el final de la mítica banda en 2016, el bueno de Phil no ha parado, sacando 1 EP y 2 discos con sus BASTARD SONS y su fantástico disco en solitario, “The lion still roars” de 2019.
En mi opinión, Phil y sus bastardos, han elegido el buen camino, que no es el fácil. Podría haber sido más sencillo seguir rindiendo un homenaje a MOTÖRHEAD, como creo que hicieron con su primer disco, “The age of absurdity”. Pero en este disco, ya más cohesionados como banda, han dado rienda suelta a todas sus influencias, dando como resultado un disco más variado y personal. Mi gran amigo Raúl Moyano, que de ROCK sabe mucho, me ha dicho que le gusta más el primero, pero a mí, me ha gustado más este, me parece mucho más atrevido y honesto.
El disco arranca con “We’re the bastards” y con toda una declaración de intenciones, de las que tanto nos gustan y nos sacan nuestra mejor y más rockera sonrisa:
“Music is medicine, music is therapy” (La música es medicina, la música es terapia).
“Dropping the needle down, future is history” (Bajando la aguja, el futuro es historia)
“It’s in our DNA, roots of the family tree” (Está en nuestro ADN, las raíces del arbol familiar)
“We love the music loud, play it louder” (Nos gusta la música alta, ¡tócala más alto!)
El tema suena, como debe empezar un disco de ROCK, pateando culos, con unos buenos riffs y un estribillo muy coreable, muy de concierto. Estoy tan desesperado por ir a un bolo en directo, que me estoy aficionando a los conciertos en streaming. No es lo mismo, no. Pero qué cojones, menos es nada y se ayuda a las bandas.
El disco por supuesto está lleno de temas rockeros, contundentes, sucios (en su justa medida) que estoy seguro que a Lemmy le hubieran encantado. En esas tesituras más esperables, destacan el ya mencionado “We’re the bastards” y sobre todo “Keep your jacket on”, que es tremenda, comandada por un riff soberbio, y con un puente y un estribillo muy efectivos. La banda suena pletórica y la producción es bestial. De esos temas, que sales de mala leche del trabajo y te cambian la cara en 15 segundos. Me ha encantado también, “Riding straight to hell”, muy rítmica y que me ha recordado al gran DANKO JONES. Solazo de autor, y un estribillo memorable que lo dice claro: “Set me free, riding straight to hell” (libérame, cabalgando directo al infierno). Que a los rockeros nos gusta más el calorcito del infierno que el apacible cielo. Seguro que allí nos están esperando Lemmy con su botella de Jack Daniels y con ganas de rockear duro.
Pero esta banda también sabe acelerar más su propuesta y vaya si meten zapatilla en temas como “Hate Machine”, temazo brutal con Tyla y Dane, destrozando el bajo y la batería sin descanso y con unos coros ya directamente preparados para levantar los cuernos y las muñequeras de pinchos. Pero es que incluso se lanzan sin reparos a tesituras aún más rápidas, más sucias y más “punkarras”, en pelotazos como “Son of a gun”, “Animals” y sobre todo “Destroyed”, tan repleto de fuck you y energía desatada, que te dan ganas de escuchar el tema cerca de alguno de nuestros queridos políticos y que vean la puta rabia que acumulamos. O mejor aún, de meterle en alguno de los pogos que se montarán en directo, cuando ataquen estos temas.
De los 13 temas del disco, creo que sólo hay 2 que no me han emocionado, “Promises are poison” y “Bite my tongue”. Y ojo, que no son malos temas, pero no me han vuelto loco, como si me han vuelto las guitarras del potentísimo “Lie to me”, que me han traído a la cabeza la oscuridad de los BLACK SABBATH más cañeros. Riffs heredados de Tommy Iommi, acompañados de un sonido más de los 90, sobre todo en el puente y en el tratamiento de las voces. Por cierto, gran trabajo a las voces durante todo el disco del único bastardo “no Campbell”, Neil Starr, que en ningún momento intenta copiar a nadie y luce un registro muy aceptable.
Dejo para el final los temas más distintos del disco. “Born to roam” y “Desert song”, nos trasladan directos a la América profunda y al Rock Sureño. La primera me recuerda por momentos a mis adorados BLACK STONE CHERRY, en la potencia y cadencia de los riffs, más la maravillosa melodía del puente y el estribillo. La segunda cuenta con una armónica chulísima por parte de Todd (que además de tocar la rítmica, produce el disco) y de nuevo unas melodías muy conseguidas, que se te clavan en el cerebro y amenazan con alegrarte el día. Deliciosos chupitos de bourbon en medio de la tormenta guitarrera.
Y cierran con el maravilloso “Waves”. Hay muchos grupos que no cerrarían justo con el tema lento (no confundir con una “balada”, que este tema no tiene ni una gota de azúcar). Pero este es TAN bueno, que no lo han dudado y a mí, me han dejado completamente noqueado. Imposible no darle al play otra vez. Tema de regusto noventero otra vez, sinuoso, triste y lleno de dolor. El estribillo es tan bueno, tan melódico e intenso, que consigue brillar por encima de la bruma. No sé quién ha escrito la letra, pero debía estar muy jodido o haber pasado un episodio muy triste. He escuchado el tema con unos buenos cascos y leyendo la letra, y me ha sido imposible aguantarme: carne de gallina y lágrimas asomando al precipicio. De esos temas que suelo decir, que por sí solos, valen los 15€ del disco.
Phil Campbell suelta un poco las riendas y da más libertad a sus BASTARD SONS, y entre todos nos regalan uno de los mejores discos de rock del año. Una producción espectacular, nos permite disfrutar de un disco rockero, potente y variado, dónde no solo brilla Phil, sino toda la banda al completo. Ejemplo de humildad… ¿o es que lo hace porque son sus hijos?
Palabra de Metalson
RATE/NOTA: 9,3/10
Iñigo Metalson (The Lux Team)