Reconozco que no había seguido la carrera de los de Berriozar, hasta su disco “Las Aceras Están Llenas De Piojos”, el cual me pareció un salto cualitativo en cuanto a calidad instrumental, con temas bastante más elaborados que en sus entregas anteriores. Y también es cierto que a partir de ese momento, decidí zambullirme de lleno en toda su discografía y empaparme de lleno de la esenciaMarea, hecho que me ha propiciado sin duda muchos momentos de gran satisfacción y disfrute. También hay que subrayar, que pese a ser una banda que no termina de estar muy bien vista en los ámbitos más hard rockeros, creo que esta apreciación viene dada más por desconocimiento de su obra y por las habladurías, ya que su calidad está perfectamente contrastada. Estoy de acuerdo en que sus primeros discos, son más simples en cuanto a estructuras y algo más desenfadados en las letras, pero poseen la frescura y el carisma que la banda ha perpetuado hasta nuestros días, especialmente a través de las intrincadas e icónicas letras de Kutxi Romero y de las guitarras de Kolibrí Díaz.
Y tras esta pequeña presentación con parte de reflexión, vamos al lío, que no es otro que su excelente nuevo trabajo que lleva por título el “El Azogue”, palabra que tiene tres acepciones según el diccionario: mercado, mercurio e inquietud, y con las que el grupo ha reunido en un solo término las expectativas que probablemente esperan que provoque en el público, la llegada de esta nueva colección de temas. Expectación que se ha acrecentado debido a los ocho años que han tardado en volver a meterse al estudio de grabación.
En cuanto a su estilo, se aprecia la culminación de esa evolución iniciada en sus últimas obras, hacia terrenos más acordes con el rock clásico, el blues rock, o incluso el hard rock. Por decirlo de otra manera, se alejan de la etiqueta de rock urbano, alcanzando a su vez un gran nivel de madurez compositiva. Sigue habiendo buenos riffs, pero no son tan inmediatos. Pero lo más interesante es cómo las guitarras están en un continuo diálogo, interviniendo con dibujos y punteos, sin dejar ningún resquicio sin su toque maestro.
La producción la ha realizado el propio Kolibrí Díaz, y ha quedado muy en sintonía con la onda que sigue el disco. Todo se escucha a la perfección, pero tiene un punto de suciedad y opacidad en las guitarras, que le da un toque más genuino si cabe, a ese ambiente rockero tan logrado. Como curiosidad, comentaba la banda que era la mejor que habían conseguido, y encima sin gastarse un pastón como en el anterior trabajo “En Mi Hambre Mando Yo”, que fue mezclado por Mike Fraser (AC/DC, Aerosmith, Metallica, etc.) en Vancouver y masterizado en Portland por Adam Ayam. Ahí siento discrepar con ellos, quizá fuese un desembolso importante, pero el resultado no dejaba lugar a dudas, la experiencia manda y fue la mejor producción de toda su carrera, con un brillo y nitidez absolutamente impecables.
Los Marea han vuelto por la puerta grande, y cualquier fan del buen rock debería ya estar tentado a escuchar “El Azogue”, pero por si lo comentado no ha sido suficiente, vayamos con los temas:
“En Las Encías” arranca con unos oscuros riffs, que nos meten de lleno en faena. Atentos a los toques de guitarra entre frase y frase de las estrofas, realmente cautivadores. Las líneas vocales de Kutxi, son de las que enganchan a la primera, y nos guían hacia el maravilloso estribillo, hasta que llega Kolibrí y remata con un soberbio solo. Fue su primer adelanto y en el videoclip contaron con la colaboración del mítico boxeador Poli Díaz.
“Un Hierro Sin Domar” suena más desbocada, galopando con determinación. Un corte que destila hard rock por los cuatro costados, con mucho dinamismo y nervio, y que no da un momento de respiro.
“Muchas Lanzas” sigue la línea del anterior, con unas guitarras iniciales muy a lo AC/DC, hasta que entra toda la banda como un ciclón, arropando unas melodías vocales totalmente pegadizas y repletas de rabia, que se entrelazan con un no parar de arpegios y punteos de guitarra, que son todo un deleite.
“Jindama” es de mis favoritas. Posee uno de los mejores riffs de todo el disco, con una melodía absolutamente descomunal, y que en este caso se adentra en los dominios del rock melódico. Sublime letra de Kutxi, que nos atrapa con esas melodías que sólo él sabe esculpir en los temas, y con la que rinde homenaje a dos músicos que le han influenciado enormemente y por los que siente gran admiración: Robe Iniesta y Rosendo Mercado (“…La ciencia, llegó de Plasencia y de Carabanchel…”).
“La Noche De Viernes Santo” comienza con unos riffs enérgicos, que despistan un poco, pues es una de las canciones más emotivas del álbum. Con unas melodías bastante más edulcoradas, que llegan incluso a coquetear con el pop rock, logran ponernos el corazón en un puño con la sensibilidad con la que Kutxi recita el estribillo.
Recobran el ímpetu hard rockero en “Ocho Mares”, un tema muy directo y sin demasiada ornamentación, que seduce sobre todo por sus furiosas líneas vocales, con esas rimas tan típicas, que se graban rápidamente en nuestro cerebro.
“Copla El Precipicio” desborda sentimiento, con un rollo mucho más cercano al rock clásico, y con varios fragmentos en los que me han recordado a unos Dire Straits más cañeros, como en ese interludio en su parte central, que da paso a un solo al más puro estilo Mark Knopfler. Y si por si esto no fuera suficiente, cuenta con unas espectaculares melodías de voz, que culminan en un estribillo realmente estremecedor.
A sus fans más veteranos les encantará “El Temblor” pues es uno de los cortes que más conectan con su primera etapa. Es robusta desde los cimientos, a base de potentes riffs y base rítmica contundente, que conforman una pequeña ventana por la que nos permiten asomarnos a sus orígenes.
“Pájaros Viejos” es pura poesía para nuestros oídos. Un medio tiempo realmente conmovedor, que pone banda sonora a un homenaje al padre de Kolibrí, ya fallecido, y que hacen extensivo a una serie de artistas admirados por ellos y que tampoco están ya entre nosotros. Se le ponen a uno los pelos de punta al escuchar el solo, pues parece como si la guitarra hablase, como si se despidiera para siempre.
“Pecadores” es el último y certero cartucho que descargan estos cinco bandoleros. Tiene un ligero aroma a rock sureño, y en este caso es el Piñas el encargado de cantarla, que por cierto, le viene que ni pintada con ese aire agresivo y vacilón que le pone. Un final que habla por sí solo, pues esto es ni más ni menos que auténtico rock n’ roll.
La banda sigue siendo la misma que cuando empezaron allá en 1999 con “La Patera”, Kutxi Romero a la voz, David “Kolibrí” Díaz y César Ramallo a las guitarras, Eduardo Beaumont “Piñas” al bajo, y Alén Ayerdi a la batería, lo que evidencia que son algo más que un grupo de cinco músicos que se junta solo para grabar y girar. Hay una compenetración ciertamente envidiable que se transmite de manera inequívoca en sus composiciones. De hecho este disco lo han grabado todos juntos en directo, dejando solo para tomas aparte los solos y algunas voces. Lo que nos lleva a la portada, que me ha parecido una excelente expresión de lo que son, cinco trabajadores del rock, de los que hacen las cosas desde el corazón, poniendo todo su empeño y sudor en dar lo mejor de sí, y eso se nota. Por cierto que la portada original iba a ser la que viene en la primera página del libreto, la del pozo, pero a última hora decidieron cambiarla por que coincidió en el tiempo con aquel triste suceso de Totalán.
A los fans de Marea no hará falta convencerles de la calidad de esta obra, pero para el resto sería el punto de partida perfecto para adentrarse en su atractiva propuesta. Si os gusta el rock duro de toda la vida, ese que en cuanto escuchas tres acordes, pone en alerta máxima todos los sentidos, no lo dudéis. Y si además viene aderezado con ingentes cantidades de melodía, con voces cargadas de poesía combativa, ritmos que estimulan, y guitarras que beben de la imperecedera fuente del rock, qué más se puede pedir.
RATE/NOTA: 8,5/10
Enrique Gallardo