LOUDNESS – Rise to glory (2018)

Los que ya pasamos a ser pretéritos sin llegar a pluscuamperfectos, deambulábamos por nuestra infancia alrededor de la etapa de las siglas. Sobre todo a nivel educativo. E.G.B., B.U.P., C.O.U. o F.P. De esa nostálgica travesía vital, tan necesaria, doy gracias, se subrayó en el subconsciente, de forma indeleble, un saludable hábito, vigente a día de hoy en nuestras conmemorativas charlas de viejas glorias. No era otro que el renombrar, a nuestros compañeros de educación y lejanos amigos, con su nombre propio, seguido de sus apellidos, y como colofón al ejercicio de memoria, el mote del susodicho. No olvidaré nunca a Manolito Jiménez Gabarri, cuyo alias era el “Noninteresa”.

De aquel trascendental momento, los heavies, tampoco podemos obviar los artísticos murales de nuestras carpetas, con las portadas de los hitos del momento y los clásicos de nuestro rollo, sacados directamente de la Discoplay o de las revistas imperantes en la escena.

A colación de este repaso al ocaso de la transición pueril en adolescencia, he de añadir que en este singular paralelismo, siempre se colaba alguna cover de Loudness. Y como os comentaba más arriba, iban seguidos del apellido impuesto por el exotismo de la novedad. Eran Loudness, de apellido “los metaleros” y como mote esclarecedor “los japoneses”.

Ya ha llovido desde aquel lejano 1981 en el que emergían, desde las islas del sol naciente, para deslumbrar a la honrada parroquia de pantalón de pitillo y J Hayber, con trabajos institucionales para el género.

Cuatro años han transcurrido desde su anterior disco y, aquellos que aun gustamos de echar un vistazo a ver por donde discurren las ideas de las viejas glorias, nos recomponíamos con la noticia de la llegada de este Rise To Glory.

Akira Takasaki, mentor y guitarrista laureado (principal protagonista a lo largo y ancho del cd) vuelve a la palestra con sus habituales desde hace unos añitos, Minoru Niihara a las voces, Masayhosi Yamashita al bajo y Masayuki Suzuki ocupando la batería del finado Munetaka Higuchi. Otra presa más del voraz depredador que es el maldito cáncer.

Y desentrañando el disco, encontramos desde una intro misteriosa e industrializada que podría ser cabecera de cualquier serie de moda del FBI versus psicópatas, en 8118; pasando por un espectro definitorio de las bases del heavy metal de los ochenta y el hard rock sin exceso de tinte, como son: Soul On Fire (impositiva), Go For Broke (los arreglos meditados engrandecen un añejo estribillo), Rise To Glory (aquí huele a VAN HALEN y yo no he sido…), Why And A Worm (estribillo hímnico power metal total), No Limits, o la que podría ser su canción revienta arenas Let`s All Rock ( The Zoo de SCORPIONS sobrevuela sobre mi sesera). Riffs heraldos de ACCEPT, JUDAS PRIEST, ACCEPT o DOKKEN por remitirnos a la asimilación de mis aseveraciones. Todo con cierto grado de evolución adecuada al presente más actual, y renovando una propuesta que ellos han revalorizado con el poso de los años.

Pero no han querido acomodar sus relucientes posaderas (por aquello de los váteres con chorrito de agua) como demuestran en otra colección de temas menos predecibles en una banda de estas características.

Endureciendo contestatariamente su oferta, regurgitan los orientales un I´m Still Alive que desata, en sus contratiempos, a una fiera que podría haber dormitado eternamente en un ritmo de los de “más de lo mismo”, y que por el contrario, se acelera brutalmente, para finalmente, ceder en sus lindes particulares hard rockeras.

Massive Tornado es una mirada de reojo al buen hacer de unos menos artificiosos y actuales ANNIHILATOR con cierto groove MACHINE HEAD. Sí, sí, has leído bien, yo también he flipado.
Until I See The Light, con su guitarra española, se oscurece hasta trasnochar en aquella incomprendida banda llamada THE ORGANIZATION, con la que la mayoría de los DEATH ANGEL experimentaban con voces atonales, incluso frías, machacantes guitarras y preponderancia del bajo. La misma sensación se ha mantenido al escuchar The Voice, en la que puedo apreciar ciertos amaneramientos a la escala más utilizada en el grunge.

Karma Sutra, única canción instrumental, lo mismo avanza dos pasos en el progresivo, que retrocede tres en favor del blues de amputación “zeppeliana”, saltando directamente a los entresijos de RUSH.

Densidad en Rain que aunque muestra maneras tampoco suma demasiado a favor a estas alturas de disco. Un planteamiento menos extenso hubiese conseguido llamar más la atención.

Crudeza en la producción a la que noto que le falta algo, pero que para nada desmerece a la globalidad exhibida , incluso le añade un toque vintage tan de moda.

Lo mejor: el trabajo de guitarras y la actitud evolutiva de la banda.

Lo peor: demasiadas canciones en un viaje compulsivo falto de criba.

“Lo más mejor”: Tener la excusa para poder hablar de ellos.

Nota: La versión europea y estadounidense del álbum está acompañada por “Samsara Flight”, una colección de 13 pistas de los primeros clásicos de la banda regrabados (originalmente lanzados en Japón en 2016), incluyendo “Loudness”, “In The Mirror”, etc.

Jesús Alijo «Lux»