INGLORIOUS – We Will Ride (2021) Review

Cuatro discos en cinco años resultan un ejemplo de tenacidad y de auténtica creencia en la propia energía que ha de alimentar el impulso para continuar.

Renovar casi por completo a tu formación tras un espléndido tercer trabajo titulado Ride To Nowhere denota auténtica osadía y autoconfianza. Y es que ahí, en este tercer paso es donde suele encontrarse el punto de inflexión en donde una banda ha de superar el eterno bautismo de fuego, bien sea para su consolidación o para evidenciar su languidecimiento.

Habiendo despertado semejantes y notablemente refrendadas expectativas, es realmente cuando INGLORIOUS, llegados a este caso, encuentran en su cuarto We Will Ride el verdadero triaje sobre la salud de su criatura que no hace más que certificar una vitalidad contagiosa, envidiable y presumiblemente duradera. Es decir, el portentoso vocalista Nathan James (TRANS -SIBERIAN ORCHESTRA, ULI JON ROTH), director de esta compañía desde sus inicios junto al batería Phil Beaver allá por 2014, ha dado en el clavo una vez más no sólo en la elección de sus nuevos compañeros de aventura, sino también en el enfoque con el que quiere seguir rodando en la actualidad ya con nombre propio dentro de la escena del Hard Rock clásico.

La pandemia del Covid-19, siempre presente en las recientes entrevistas y reseñas, propició dos hechos que a mi parecer han marcado el carácter de este redondo. Por un lado, no pudieron acceder a una pre producción, siempre necesaria, antes de iniciar las sesiones de grabación, en Cardiff, y frente a un nuevo productor de reputado nombre como es Romesh Gogandoda (BRING ME THE HORIZON, BULLET FOR MY VALENTINE, MOTORHEAD). Esta situación acrecentó, tras el confinamiento prolongado en su país, las ganas de socializar y disfrutar tanto de sus composiciones como del método en estudio con el nuevo director a la batuta, a la antigua usanza como es habitual en INGLORIOUS, pero en la nueva normalidad, es decir, manteniendo todas las medidas de seguridad y distancia posibles. Ellos reconocen que, al volverse a ver, rieron y gozaron como niños y eso, junto a la labor de Romesh, realza el contundente poder del sonido que han conseguido que, sin dejar en ningún momento de lado y bien acentuando con rotundidad sus influencias básicas (LED ZEPPELIN, WHITESNAKE, DEEP PURPLE), los emparenta británicamente con los nuevos bríos de BLACK STONE CHERRY y similares, habilitándolos un nuevo espacio para las más recientes generaciones de adoradores del estilo (She Won´t Let You Go, Messiah, My Misery o We Will Ride).

Por otro lado, y según palabras del propio James, la inactividad desembocó en pasar más tiempo del habitual frente a la “caja tonta”, hecho que lo hizo conectar con otras realidades, más oscuras, dentro de la inabarcable oferta del entretenimiento residual y que no le vinieron mal para meditar pausadamente ante tanta cantidad de horas libres. Establezcamos aquí otro detonante que dilata la capacidad multi orientativa del álbum donde se visibiliza un ambiente netamente más “Heavy” sobrevolando por encima de piezas clave dentro del cómputo general, utilizando melodías más reflexivas frente a las necesarias y aguardadas pese a su inmediatez que también las hay. Es así como diezman de nuevo al agotamiento que se le podría presuponer a cualquier banda en semejante momento crucial de su carrera. Escucha He Will Provide o Cruel Intentions y su neoclasicismo épico implícito tanto a PURPLE como al más inspirado YNGWIE de sus inicios, ambos recubiertos con una ligera neblina BLACK SABBATH y ríndete ante los artífices de semejante envite, los nuevos hachas que deslumbran con la técnica (clásica pero a la vez ataviada de recursos más contemporáneos que incluso secuestran leve devaneos Grunge como ya hicieran miles de bandas de primera línea en los noventa, me viene a la cabeza KINKG KOBRA y su Hollywood Trash por ejemplo) y el “feeling” imposible de fingir. Sus nombres son Danny De La Cruz y Dan Stevens.

La madre serpiente blanca se revuelve a gusto entre la arena y el fango “bluesy” de la contagiosa Medusa, para avistar acto seguido a su siguiente presa y rodearla suavemente con la cálida estrofa de Eye Of The Storm que sabe clavar sus colmillos con exactitud a la hora de dictar ritmo y sentenciar con señorío. We Will Meet Again, arrolladoramente melódica, drena su dulce veneno y reduce por completo cualquier atisbo de resistencia. A la hora de explotar la referencia a los inicios de Coverdale lo hacen con sumo gusto y respeto, pero a la vez con un porte actualizado y cribado hacia la dirección seleccionada en la que quieren encajar su talante.

No dejes pasar el rastro de Gods Of War pues resume gratamente todo lo que esta banda puede ofrecer en este redondo y en tan solo tres minutos y cuarenta segundos, de lo mejor del disco.

La producción nuevamente marca de la casa en cuanto a concepto ha cuadrado a la perfección con la visión en boga del director tras los controles y eso nos proporciona algo tan poco común en los lanzamientos más generalizados: el peso que un buen bajista ha de tener en una banda, cosa que aquí se le ha de agradecer y de una forma totalmente natural a Vinnie Colla quien entrega un cuerpo fornido para que su compañero en la sección rítmica se despache a gusto con precisión. También es necesario mencionar la brillantez del escueto, pero no por ello menos alabable empleo de teclados y pianos del miembro no oficial de la banda Rob Lindop, quien aporta tan solo lo que se precisa y cuando se precisa.

Si de lo que menos he tenido que hablar en esta reseña es de la calidad y versatilidad del soberbio vocalista que la comanda, podrás hacerte una idea clara de que el disco tiene mucho que ofrecer y que lo hace con una calidad fuera de toda duda. Han encontrado su sello y a partir de ahora cada comunicado que envíen portado por un cuervo habrá que atenderlo con la misma presteza con la que lo hacíamos con sus maestres y predecesores, los mentores de una dinastía que en The United Kingdom tiene tanta longevidad y buena salud como su reina madre y que INGLORIOUS están dispuestos a airear como estandarte de orgullo y patria.


RATE/NOTA: 8,4/10
 

Jesús Alijo LUX