GEOFF TATE’S OPERATION: MINDCRIME – Crónica

GEOFF TATE’S OPERATION: MINDCRIME
Sala Copérnico, Madrid,  12 dic. 2018
Crónica y fotos: Raúl Blanco

Esto de los conciertos aniversario de discos es algo realmente maravilloso a la vez que triste. En alguno casos por que el disco no lo merece y en otros como el que nos acontece ahora porque te recuerda lo mayor que eres. Normalmente un cd completo no tiene la calidad para ser interpretado en directo, y he dicho bien, “normalmente”, porque si hablamos de una obra maestra como “Operation: Mindcrime” lo estamos haciendo de un trabajo creado para ser un directo en sí mismo. 30 años han pasado ya, se dice pronto, y aun así, “Operation: Mindcrime” es de esas obras que cada cierto tiempo suenan nuevamente en casa, el disco ha envejecido impecablemente, algo que demuestra que es una auténtica obra de arte, por lo que si anuncian una gira de aniversario no veo mejor alternativa a ponerlo en casa que disfrutarlo en directo en la voz de su creador, Geoff Tate.

Pero como antesala del plato principal, la banda de la hija de Geoff Tate, Emily Tate. La propuesta musical Till Death Do Us Part es algo extraña, por momentos puede recordar a Evanescence o pasa a coquetear con sonidos algo más electrónicos, todo muy bien empastado y más teniendo en cuenta la juventud de todos los integrantes de la banda. Los poco más de treinta minutos de actuación fueron muy disfrutables a pesar de un sonido, al menos en la parte delantera de la sala, porque la banda, y muy especialmente Emily, son muy teatrales. A la música le añaden una cierta interpretación que por momentos incluso se vuelve algo excesiva como cuando Kieran (guitarra) agarro por el cuello a Emily con, quizás, excesivo ímpetu, lo que hizo que la cabeza de Emily se fuera hacia atrás provocando en los dos una mueca risueña de “se te ha ido de las manos”. La banda se presenta interesante aunque quizás demasiado “moderna” para oídos como el mío.

 

 

Tuvimos que esperar hasta las 9 en punto de la noche, una nerviosa espera para que comenzara a sonar en la sala eso de “It’s ten minutes past curfew, why are you still up? Hello? Hello? Perhaps you need another shot” lanzado desde la batería por Edu Cominato (Soto). A partir de ese momento, y de nuevo a pesar del sonido, fue como entrar en un sueño, ir escuchando una tras otra las canciones de un disco imprescindible. La lastima es que la voz de Tate apenas se escuchaba, era demasiado el tener en muchos momentos tres guitarristas para lo que puede dar de sí el sonido de Copérnico, aun así, desde la partera trasera de la sala me comentaron que el sonido era bueno aunque algo bajo de volumen en cuanto a voz también.

 

 

Geoff Tate conseguía muchas veces ganarle la partida a los instrumentos lo que sin duda es síntoma claro de que esta fantástico de voz, y con los kilos adquiridos por la edad, también continua igual de expresivo que antaño. Es lo que tiene saberse de memoria prácticamente ese “Operation: Livecrime” que nunca está lejos de mi reproductor de DVD. Desde el comienzo el público se metió en el show pero sobre todo fue con la soberbia demostración de “The Mission” cuando ya no dábamos crédito de lo que estábamos escuchando, realmente soberbia vocalmente, llegando absolutamente a todos los tonos, incluso los más altos. A pesar de que había visto algún video reciente, la verdad es que me dejo muy impresionado como treinta años más tarde su voz podía sonar absolutamente igual. Si no hubiera tenido a Tate a un metro de mi podría incluso llegado a pensar que había cierta “trampa” en lo que estaba escuchando.

 

 

Emily apareció en escena para interpretar un “Suite Sister Mary” nuevamente magistral. Es de justicia decir que a pesar de que visualmente la banda no “encaja” del todo en lo que uno espera ver con estos temas, la interpretación fue impecable por parte de Kieron Robertson (guitarra) al que el descaro que le otorga su juventud consigue por momentos robarle cierto protagonismo al propio Tate. Una pequeña pausa para un corto speech por parte de Tate justo antes de continuar con el show y más en concreto con “The Needle Lies”, cuando Edu estuvo preparado para continuar, eso sí. Parecía mentira que hubiera sucedido todo tan rápido, apenas hubiera dicho que llevábamos veinte minutos y ya estaba escuchando “Eyes of a Stranger” lo que me decía que estaba a punto de caer la hora de concierto. Apoteósica hora de concierto, todo hay que decirlo.

 

 

El escenario quedo vacío y el debate se montó fuera en un corrillo de la banda, posiblemente decidiendo que temas serían los que cerrarían la noche, yo apostaba seguro por algo de “Empire” su otra obra magistral, y así fue, el fin de fiesta de fuegos artificiales vino de la mano de la bellísima “Silent Lucidity”, aun ahora recordando ese momento se me pone la piel de gallina, y “Jet City Woman”. Lástima, el concierto se quedó al límite de la matrícula de honor, a tan solo 10 minutos, los que hubieran hecho con “Best I can” y “Empire”.

 

 

No llegamos al a hora y media por esos fatídicos diez minutos que os comentaba antes pero aun así, al menos yo, me va a durar muchísimo tiempo la sonrisa en la cara, esa mueca de haber disfrutado de algo magistral que no creo que se repita y que son momentos mágicos para los que amamos la música. Anoche retrocedí treinta años de golpe durante algo más de una hora, anoche fui realmente feliz y conseguí que todo lo que sucedía fuera de la sala Copérnico no me importara en absoluto, durante una hora y veinte minutos, anoche un tipo, Geoff Tate, le regalo a mi mente momentos que posiblemente no olvide nunca. Anoche fui muy feliz.