DEVIL’S TRAIN: Crónica (07/05/2014)

DEVIL’S TRAIN
Sala Utopía (Zaragoza), 7 de Mayo 2014
Texto y fotos: Toño Martínez Mendizábal

Afortunadamente, son tantos los conciertos que disfrutamos en la vieja Cesaraugusta últimamente, que uno podría decidir no ir a los que se celebran entre semana. Sería hasta lógico. La economía, la incertidumbre sobre la hora de finalización, el madrugón para currar…Bien, pues los que lícitamente hicisteis eso ayer noche os perdisteis un conciertazo de una banda compacta, potente, que interactúa en el escenario y que conecta con el público a las mil maravillas. Esa banda en Devil’s Train y yo hice caso a mi compadre y a lo que señaló el organizador sobre inicio y final de la actuación y acudí. ¡Qué bien hice!

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Con R.D. Liapakis  (Mystic Prophecy) a la voz, Jörg Michael (Stratovarius) a las baquetas, Michael Müller (bajista de Jaded Heart que sustitía a Jari Kainulainen) al bajo y Laki Ragazas (Mystic Prophecy) a la guitarra. Devil’s Train vino a descargar su álbum debut en una furgoneta negra. Bajaron, montaron, nos sacudieron con su potente locomotora llena de testosterona, repartieron simpatía, volvieron a montarse en la furgoneta y siguieron su camino de rockstars del siglo XXI. Y todo ello sin despeinarse. Con la seguridad del que lleva muchas horas de vuelo, muchos kilómetros, muchas baquetas rotas y muchas cuerdas cambiadas. Como auténticos maestros.

 

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A la hora convenida y sin teloneros dieron comienzo a un setlist que, evidentemente, presentaba su álbum homónimo, a excepción de la balada Forever, y que aderezaron con tres versiones del Born to Be Wild, el Inmigrant Song y el American Woman. Mucho más brillantes en los temas propios, como no podía ser de otra forma, demostraron poseer un buen cantante con una voz de esas rockeras que tanto nos gustan, con estilo y con matices, y unos músicos excelentes, con una base rítmica brutal que supone la locomotora de este tren diabólico, que tiene como maquinista a Jörg Michael, un auténtico animal (lo siento Jörg, pero te lo dije hasta en persona) y copiloto a Michael un teutón guaperas y simpático que se mueve en el escenario como pez en el agua. Las guitarras de Laki, potentes y detallistas, ruidosas y preciosistas, completan una banda distinta, con clase, con elegancia, pero con pegada.

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Por si todo lo contado no fuese suficiente, son un equipo, un auténtico equipo que disfruta en el escenario, que interacciona arriba y abajo y que se entrega al 100%. Así el concierto, que no presentaba mala entrada dadas las circunstancias, se antojó algo corto. Cuando el tren del diablo llegó a la estación, algo más de una hora después, allí ponía: Hell- population 40-50. Un buen puñado de diablill@s felices bajaron y no quieren regresar.

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