DIESEL: Into the Fire (Escape Music 2014)

Las apariencias, ese cúmulo de prejuicios ganados con años de experiencia, a veces engañan. Ése es el caso de Diesel. Con nombre de gasolina y una portada en llamas, todos los indicios llevan a pensar que estamos ante uno más de los miles de grupos imitadores (muchas veces superándolos) de AC/DC. Ya sabéis, riffs, carretera, mujeres, alcohol…

Pero, como decimos, las apariencias a veces engañan. Y, cuando eso pasa y lo que uno esperaba es nada, el efecto sorpresa se convierte en uno de los mayores activos en un disco que nos tiene ahora enganchados. Diesel podría haber sido un grupo de cuatro desconocidos, pero en realidad está formado por Robert Hart (Bad Company) y por Jim Kirkpatrick (FM), y ese detalle que desde el comienzo se nos había escapado explica muchas cosas.
Las doce canciones de «Into the Fire» están inscritas en lo mejor del AOR, unas composiciones que podrían haber encajado en grandes discos del pasado (en el «Dangerous Age», por ejemplo), pero que mantienen la frescura necesaria para ser disfrutadas en nuestra década. Casi como aprovechándose de esa incontinencia creativa que están viviendo en las filas de FM, el debut de este cuarteto (¿se quedará en proyecto puntual?) da en la diana en no menos de media docena de canciones. Mucho rock, siempre mezclado con buenas melodías y esa elegancia que tanto echamos de menos a veces. Añadámosle, para más deleite, un juego de voces enriquecido por los coros de Steve Overland, que ya ha participado en tres discos en lo que va de año, y los teclados del invitado Adam Wakeman.
Todo contribuye a realzar unas composiciones de por sí buenas, y canciones como «Into the Fire», o la balada «So what is love», esa pieza que nunca puede faltar y en la que la banda tiene que jugársela con las dosis de azúcar, quedan ensalzadas como parte de lo mejor que el rock melódico dará este año.
Sólo unas pocas canciones desentonan o bajan el nivel medio del álbum: «Let’s take the long way home» o «What you see ain’t what you get» se vuelven pesadas después de unas pocas escuchas, pero sirven a su vez para apreciar lo finos que son los temas que vienen antes y después.
Apenas cincuenta minutos que sirven para abarcar lo mejor que el rock melódico nos ha dejado: en los temas rockeros, emparentándose con los Bad Company más melódicos, o incluso con Foreigner; en los más ligeros, con composiciones que pasaron, seguro, por las manos de Overland y compañía. Estamos de suerte. Frente a bandas que surgen de la disolución de sus matrices, aquí no tenemos por qué elegir: Diesel es el proyecto paralelo de unos músicos que convierten cada lanzamiento en motivo de gozo para sus fans.

Julen Figueras

1 Comment

  1. Muy buena Julen. La leí rápido en su día y hoy la he releído animado por el comentario de un colega. Gracias

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