Beast In Black. Kasperi Heikkinen y Anton Kabanen en los 6 cables, Mate Molnar en el bajo de cuatro alambres, Atte Palokangas en las latas y Yannis Papadopoulos narrándonos la película. Finlandia. ¿Año 2060??? ¿Alguien se atreve a poner una fecha para describir este disco tan futurista con exactitud?
Complicado hacerlo, ¿verdad? Hay tantos elementos flotando por el espacio en torno a este Dark Connection (conexión oscura) que resulta difícil especificar. Ya el nombre es un adelanto de lo que vamos a encontrar.
Os invito a que os pongáis vuestras gafas de realidad virtual, apaguéis la luz y os dejéis llevar a un mundo vanguardista totalmente nuevo. La oscuridad empieza en ¡3, 2, 1!
Blade Runner se encarga de buscar a esos replicantes fugitivos que se encuentran en la tierra. Sediento de sangre y rimbombante de teclados nos grita su nombre continuamente. El legado de Battle Beast (banda que fundó el guitarra Anton Kabanen antes de pasarse a esta otra bestia) se nota en esta pista, con su ritmo y furia, sobre todo en el estribillo e incluso con un toque de voz femenina desgarradora que Yannis es capaz de imitar.
Bella Donna. Jugando al “engaño” al empezar con una voz que parece de mujer (supongo que por un aporte de miel en las cuerdas vocales) hasta llegar al pedazo de grito (aquí se había tragado un chile seguro) que hace que te caigas de la silla de la potencia que tiene. Esa Bella Donna, esa mujer virtual, ese canto al amor en el otro lado de la pantalla marcado por un toque “agripicante” y a su vez lleno de dulzura con sus cambios de ritmos: de suave a súper fuerte.
La azafata de vuelo nos anuncia que estamos a punto de aterrizar en la ciudad más grande de Marte. Highway to Mars. Los motores en vez de bajar potencia, la van ganando para tocar tierra. Gran influjo de Battle Beast también aquí, mayormente en la parte principal de la canción, con esos estribillos a modo pregunta-respuesta. Gran solo de Anton para poner su bandera bien alta. Subidas y bajadas de octava tan comunes en estos finlandeses que, además, les identifica también.
Hardcore. Tranquilos, es sólo el nombre, aquí no vamos a encontrar esos sonidos tan agresivos, es más, todo lo contrario, el aporte del teclado a mí me recuerda a una película de “gangsters” italianos.
One Night In Tokyo. ¡Wow, wow, wow.! Techno tooootal. Me planto unas buenas hombreras y algo fosforito, me pongo el flequillo como si fuera un toldo y me piro a una discoteca. Si esto hubiera salido en los ‘90, habría sonado hasta en la verbena del pueblo. Canción que con su sobredosis de teclado he visto triunfar hasta entre niños de 9 años. Quien no sea capaz de bailar con esto, que se lo haga mirar porque tiene horchata en las venas. Eso sí, no todo es teclas, un sólo espectacular os vais a encontrar también.
Manchada de sangre y cinematografía (no os perdáis el cortometraje que han hecho en el video) viene Moonlight Rendezvous. Dos minutos de instrumental para encabezar esta maravilla de historia. La espera merece la pena para encontrar una voz cuasi femenina, una voz masculina, una dulce, otra rasgada, ritmos lentos, ritmos, más rápidos… ¡uff! De todo. Pegadiza como el pegamento.
Otra voz en off nos anuncia de la “catástrofe” que se viene encima. La Tierra queda dominada con Revengeance Machine. Una máquina que se ha hecho con el planeta y cuidadito que está ansiosa de venganza. Sin complicaciones, voz furiosa a tope de principio a fin, instrumentos rápidos e incansables. ¡Todos a cubierto!
A golpe de pedal de batería entramos en el nuevo mundo oscuro, Dark New World. La furia en la voz de Yannis al micro va in crescendo según va transcurriendo el tema, acompañado de un marcado ritmo aeróbico. To The Last Drop Of Blood incluye también ingredientes muy parecidos, aunque con un aporte un poco más heavy metal clásico en las voces, coros y en los riffs del solo de guitarra.
Con un aire a Blind and Frozen de su primer disco empieza Broken Survivors, con una melodía un poco más suave, aunque como en casi todas sus canciones, marcada por esos cambios de tono en la voz. Cabe destacar también la influencia en los ritmos, en el doble bombo de otros grupos nórdicos de Power Metal melódico del estilo Nocturnal Rites o Sonata Arctica.
La pena, pero también la gloria se la lleva My Dystopia. La pena por su carácter melancólico con su voz suave, con su piano a lágrima viva y la gloria por haber hecho de ella, una gran canción.
Y, como sorpresa final, al igual que hicieron en su anterior disco con un “cover” de Motörhead y otro de Robert Tepper, nos presentan otras dos versiones, una de Manowar, Battle Hymns, y… Atención, una del mismísimo Michael Jackson, nada que ver lo uno con lo otro, pero las dos igual de bien conseguidas. Con esto queda más que claro que les sobran recursos para tocar todo tipo de palos y encima, hacerlo fenomenal.
Pisamos de nuevo la Tierra, aunque yo creo que después de todo esto me he debido de quedar orbitando por otra galaxia.
Cierto es que, probablemente, sea el álbum más lineal que tienen, con una serie de características que se repiten en la mayoría de composiciones como subidas y bajadas de octava, cambio de registro en las voces que creo que pocos vocalistas tienen la habilidad de hacer, teclados a tutiplén y fuerza, mucha fuerza, pero es que ellos SON ESO, precisamente eso y, en mi opinión, no tienen nada que cambiar cuando, personalmente creo, que han sido capaces de inventar un nuevo género, por mí llamado “DISCO METAL” o “TECHNO METAL” con el que han dado un giro a la música introduciendo elementos nuevos de otras épocas que no necesariamente tienen que estar relacionadas con el metal: elementos Pop, elementos Techno, discotequeros…, toda una amalgama de estilos fusionados en uno, que se llama, ni más ni menos BEAST IN BLACK.
By Laura Grosskopf
Laura Grosskopf (The Lux Team)