THE LAST VEGAS + JADED HEART + CROWN OF GLORY
Sala King Kong. Zaragoza 1 de diciembre de 2016
Crónica y fotos: Toño Martínez Mendizábal
Anoche vivimos una gran fiesta del ROCK con mayúsculas, con tres bandas de un gran nivel, un rango que abarcaba desde el classic rock hasta el metal y con la calidad como bandera. Difícil encontrar, hoy por hoy, un concierto con tres grupos de tal categoría juntos, la verdad. Por eso, una vez más, hay que agradecer a los promotores y a la sala su esfuerzo por traer eventos así, aunque el hecho de ser entre semana y la acumulación de bolos hicieran dudar a algunos. Sin embargo, ayer en la Sala King Kong, al menos, hubo un buen ambiente que permitió el lucimiento de las tres formaciones.
Cuando los suizos Crown of Glory hicieron su aparición el público era escaso, pero ellos se arrancaron con Storm y enlazaron con su hit Savior, demostrando que el sexteto de Willisau tiene un estilo propio y un gran cantante, o dos porque a la fantástica voz de Heinz Muther se une la no menos buena y aguda de Philipp Meier, que no se conforma con hacer maravillas con sus teclados, a los que les saca sonidos poco frecuentes, sino que hace unas segundas voces de impresión. Heinz se luce en su bonito timbre natural que alterna con guturales muy bien metidos.
Mientras, el otro Muther, Marcus, se une a la guitarra con Tragedy Williamson y se apoyan en la rítmica de Jonas Lüscher y Marcel Burgener para construir grandes temas en los que melodía y potencia, aderezadas con una buena dosis de dominio, son sus bases. Así, mientras el personal iba llegando, ellos desgranaban cortes como Morpheus Dream, Raven’s Flight o End of the Line, con el vocalista animando a la audiencia y dando sus mejores registros hasta llegar a la culminación con la épica The Calling, con el público aplaudiendo ya sin complejos, sabedor de que una tercera banda así en un concierto es un auténtico lujo. Gran actuación la de Crown of Glory, que en festivales puede ser la bomba.
Poco hubo que esperar para que la alianza germanosueca, que son los Jaded Heart, apareciera para regocijo de tod@s l@s presentes. En esta ocasión sólo germanosueca, ya que el nipón Masahiro Eto no pudo venir por el fallecimiento de su madre. Hay que ser muy buenos para sonar como sueles con la ausencia de uno de tus dos hachas. Jaded Heart lo son. La larga y rubia cabellera de su alma mater, y único superviviente de la formación inicial, el bajista y voz Michael “Muelli” Müller, captó las miradas del respetable, en especial del femenino, desde el primer momento.
Pero JH es un auténtico equipazo, en el que Peter Östros es capaz de multiplicarse para que el conjunto no acuse la falta de Eto. Un motor potente en las manos de Bodo Striker, tremendo a los palos. Un tanque conducido por un gigante de más de dos metros: el sueco Johan Fahlberg. Es éste un frontman de altura y no sólo en lo físico. Gran cantante, y con más tablas que el Arca de Noé, cautivó al respetable desde el principio con No Reason. Juntos y con temas de categoría como Godforsaken, Not in a Million Years o Saints Denied calentaron el ambiente.
Con otros, como Nightmare’s Over (dedicado a Masa por su pérdida, y en el que fuimos invitados a sacar el dedo corazón contra el cáncer), o Love Is A Killer nos prepararon para el disfrute total, conducidos por una formación que hace honor a los temas del pasado y a los más recientes como Schizofrenic o los de su último trabajo, Guilty by Design, como los citados No Reason, Godforsaken, Remembering o el hit Rescue Me, con protagonismo de la guitarra de Östros. En resumen: bolazo el de Jaded Heart que fue el punto culminante del evento para parte del público.
La noche era larga, aunque se nos hizo corta, y faltaba la prometida dosis de rock americano. En este caso, desde la Windy City (Chicago) a la ciudad del cierzo (Zaragoza), llegaban los The Last Vegas, precedidos de una fama de premios y colaboraciones y con su Eat Me recién estrenado bajo el brazo. Y no, no han inventado nada. De hecho, desde el comienzo del show, con Come With Me, pudimos ver que Chad Cherry bebe hasta embriagarse de frontmen icónicos como Steven Tyler o Mick Jagger. Más en poses que en voz, de acuerdo, pero sin ellos no existiría. Cabe preguntarse si, musicalmente, existiríamos los demás. El caso es que un poco fríos empezaron el citado junto con los Airling (Adam y Natham, guitarra y batería), Bryan Wilkinson (guitarra) y Danny Smash (bajo). No era para menos. Mucho frío en la calle y tal vez la sensación de que, tras la fama y los estadios, es duro ganarse las habichuelas en plazas pequeñas, por buenas y merecedoras de todo respeto que éstas sean.
En cualquier caso, tal como el frontman (un superclase en el escenario) se encargó de decir, la música, el rock, es un lenguaje universal y además, como muchos sabemos, si se vive de verdad, cuando subes al escenario, el “bicho” se apodera de ti y ya te da igual uno que ciento, cien que mil. Eso debió ocurrirles a los norteamericanos porque comenzaron a mezclar temas de su último trabajo, como Bloodthirsty o Here We Go Again, con otras de anteriores como Other Side y para cuando llegaron a su versión del It Ain’t Easy de Bowie, ya nos tenían a todos (o a casi todos) en el bote y bailando. Poco importaba si no se trata de la mayor colección de virtuosos que haya dado su continente. Y eso, amigos míos, es bueno. Bandas así son portadoras de la antorcha del auténtico R&R. Ese que, puede enriquecerse con estudios y técnica, pero que no existe sin ídolos, local y pasión por encima de todo. Por eso, y por tradición, les salen el empaste, el groove y los coros bien metidos hasta sin querer.
Siguió la mezcla de épocas y álbumes hasta la misma recta final del concierto, en la que los de Illinois alternaron temas “antiguos”, como Raw Dog, Whatever Gets You Off, o Love Bad, con otros de su último trabajo, como el estupendo Voodoo Woman, y volvieron al pasado para finalizar con el fantástico Devil in You. Ya sé que it’s only rock& roll, but I like it, you like it, they like it!