Qué alegría da poner el play para escuchar un disco de una banda que lleva 30 años haciendo discos y no tener ganas de apretar el stop al tercer tema. Más alegría aun si continuas escuchando el disco y sigues enganchado y si una vez terminado te apetece reproducirlo es que has llegado al climax. Hace ya muchos años esto último es lo que me pasaba cada vez que pinchaba uno de los trabajos de Stryper. Algunos de mis mejores recuerdos de adolescencia están íntimamente ligados a “Soldiers Under Command”, “To Hell with de Devil” o “In God We Trust”. Esto, sin duda, me ayudó a acoger con relativa emoción el regreso de la banda a principios del siglo XXI. Un regreso notable, sin duda, pero mi emoción inicial se fue disipando pasadas unas cuantas escuchas de sus trabajos recientes. Los temas nuevos tenían gancho, eran comerciales e incluían una dosis justita de potencia pero ya está.
Sin embargo, ya en la primera escucha de este “No More Hell to Pay” es imposible no darse cuenta de que estás delante de un disco que, esta vez sí, está al mismo nivel que las joyas de su primer época. Y es que Michael Sweet y los suyos no se han cortado a la hora de componer buenas melodías sin escatimar un ápice en contundencia, potencia y una gran dosis de riffs cañeros y adictivos.
Si bien la inicial “Revelation” es un tema hardrockero y comercial que estaría más cercano a su poco valorado “Against the Law” o a sus trabajos más recientes, al llegar al solo de Oz Fox te das cuenta que la cosa pinta bien. Y esa sensación deja de serlo para convertirse en confirmación al llegar al segundo tema, “No More Hell to Pay”. Un tema que bien podría formar parte de “Soldiers Under Command”, con aullidos de Michael Sweet incluidos.
“Saved By Love” es un tema hiperacelerado, al estilo “The Way” que funciona a la perfección, base rítimica machacona y potente, buenos riffs de Fox y un Sweet que se desgañita todo lo que sus cuerdas vocales alcanzan.
“Jesus Is Alright” de los Doobie Brothers pero en versión hardrockera es el cuarto tema del disco. Un tema más cercano a lo que los Stryper nos tenían acostumbrados recientemente, pero con algunos giros muy interesantes.
Con “The One” bajamos un poco el pie del acelerador y nos tomamos un respiro. Una balada con un cieto aire bluesy, con un final lleno de guitarras melódicas y coros “celestiales», pero dura poco el respiro porque el contraataque metálico se llama “The Legacy”, al cual le sigue “Marching into the Battle” con una base rítmica que parece más propia de unos Megadeth pero con la voz inconfundible de Sweet y unos coros bastante logrados. Un gran tema al que le sigue otro de los mejores del álbum, “Te Amo”, el cual, si nos huviérmos fijado solo en el título, podríamos haber pasado por alto, pero que te atrapa desde el primer segundo con el rapidísmo riff de Oz Fox. Y es que a estas alturas del disco nos encontramos con algunos de los pasajes más intensos e inspirados.
“Sticks and Stones” es un tema pesado, no tan rápido como los anteriores, que por segundos y salvando muchas distancias puede recordar hasta a unos Alice in Chains, mientras que “Water into Wine” es puro hard rockold school.
Volvemos al heavy metal melódico con “Sympathy” y rematamos con un tema aun más metálico, “Renewed”.
No sé, como dice Michael Sweet, si este es su mejor trabajo hasta la fecha, pero sí puedo decir que es tan bueno como sus tres o cuatro pimeros trabajos. Hay inspiración, hay ganas, hay melodías, hay fuerza, y que más podemos pedir.
Òscar “Zep” Herrera
http://rocknotdead.webs.com
30 años más tarde aquellos cuatro Apóstoles de amarillo y negro que lanzaban biblias al público en sus conciertos siguen con su peculiar misa metálica.
Un disco muy, muy bueno. La versión de los Doobie Brothers está muy bien adaptada, aunque se nota que es de otra época. Tiene cuatro o cinco temas de mucha calidad, y la balada, The One, es un temazo.