Se esperaba con ganas el último álbum de estudio de Sonata Arctica tras los comentarios por parte de la banda de que sería un regreso al sonido de los dos primeros trabajos. En alguna entrevista, Tony Kakko comentaba la necesidad de regresar al sonido inicial así como a recuperar símbolos clásicos de la banda como el lobo, a reencontrar las raíces de la banda. El mismo Kakko reconoce que este álbum debería haber sido editado posteriormente a “Reckoning Night” en vez de Unia, trabajo este último que a muchos fans de la banda nos defraudó, mostrando un cambio de estilo radical.
El disco se abre con “The wolfes die young”, tema que ha sido elegido además como single de lanzamiento. Un tema clásico, fiel al estilo de siempre, con el doble bombo presente desde el inicio, potentes riffs de guitarra y los también típicos coros en el estribillo.
“Running lights” es un tema que me recuerda a otros grandes himnos del grupo como “My Selene” o “Full Moon”, con ese toque épico que tan bien consiguen hacer. Riff de guitarra y las teclas del keitar de Henrik Klingenberg. Kakko yéndose a los agudos e incluso intercalando algún gutural. Tema compuesto como tributo a Lou Reed tras su muerte.
“Take one breath” reconozco que me descoloca: con la melodía a modo de arpa del inicio y de la parte central. Enseguida toma el mando la guitarra y el doble bombo, pero quizás presenta cambios de ritmo muy bruscos para mi gusto. Es un tema que necesita varias escuchas.
“Cloud Factory” es el tema elegido como segundo single del disco. Melodía fácil, rápida y repetitiva, sin nada que la destaque especialmente. Podría encajar perfectamente en cualquiera de los álbumes del grupo. Henrik la define como aburrida. Yo no diría tanto: es un buen tema pero no llegará a considerarse un “himno” del grupo.
“Blood” quizás sea la canción más potente del disco. Nuevamente doble bombo, duelo de guitarra y teclas, estribillos potentes y la clásica bajada de ritmo hacia la mitad de la canción para lucimiento vocal de Tony y volver a retomar con fuerza al final.
“What did you do in the war, dad?” ya llama la atención desde el principio por su título. Los propios miembros de la banda reconocen que su letra es una de las más tristes que han escrito. Musicalmente, para mi es el mejor tema del álbum y aúna todos los elementos clásicos de Sonata, incluso el solo de teclas de Henrik. Cambios de ritmo, sin perder la potencia, la batería siempre presente. Partes más lentas con mayor presencia vocal y los duetos característicos.
“Half a Marathon man” también llama la atención por su título. Musicalmente es otro cambio: empieza con más de un minuto de melodía instrumental para pasar a darle caña. Un tema más cercano al hard-rock, no tan épico como a lo que estamos acostumbrados. Sigue teniendo sus toques Sonata con los coros y las teclas, pero tanto la voz, la batería y sobre todo las guitarras son hardrockeras al máximo. De nuevo al final otra vuelta de tuerca y otra parte instrumental, para bajar el ritmo.
“X marks the spot” es considerada por la propia banda como una canción “cómica”. Comienza con un “speech” de algún personaje que nos acompañará más veces a lo largo del tema. Otro tema que no me dice nada: musicalmente plano.
“Love” es la balada del disco, así como el tema elegido como tercer single y segundo video del mismo. Fundamentalmente teclado y voz, tema lento y dulce. Cuenta la historia de una pareja que se conocieron de muy jóvenes y han seguido juntos toda su vida.
El álbum se cierra con “Larger than life” que, como su propio nombre indica, es uno de los temas más largos de la banda. Casi 10 minutos de canción, en un estilo casi operístico, intercalando partes corales, diálogos cantados, orquestaciones, etc.
En definitiva, un disco que se deja escuchar, que recupera a los Sonata de siempre, con sus toques épicos y que, sobre todo, nos deja ver que esta banda tiene todavía mucho que decir en el panorama del power metal actual.
Alba Dawn