RICK SPRINGFIELD – Stripped Down (2015)

Quizá es que escuchar la voz de tío majo que tiene Rick Springfield es, ya de por sí, agradable. O quizá la colección de temas buenísimos pero no demasiado conocidos. O la cercanía con un público que se intuye selecto. Sea como sea, este «desnudo» del australiano es una golosina masticable pero no empalagosa.
Siguiendo el formato unplugged, y un poco en la senda del estimable «24 Strings & a Drummer» que Night Ranger publicaron tres años atrás, Springfield repasa algunos de sus éxitos y otros temas menos conocidos, casi siempre acompañados de animadas introducciones o incluso charlas en mitad de la canción. ¿Corta el rollo? Todo lo contrario. Lo limitado del formato se magnifica gracias al fantástico entertainer que es este músico eternamente joven. Si el calor del público es un factor importante en los directos que escuchamos desde el sofá, las pocas decenas de personas que presenciaron este show (editado en DVD también) dan un calor extra a las canciones, en una sinergia constante entre público y músicos. Nada que no sepa quien haya podido estar en un concierto de Springfield: incluso aunque esté sentado y con una acústica, es difícil dejar de prestarle toda tu atención atención a lo que hace, a lo que dice, a cómo se mueve.
Claro que no hay performance sin buenas canciones con las que llevar a cabo tu performance. Y Springfield tiene un buen puñado. Tantas, de hecho, que las catorce pistas de este directo saben a muy poco. Quedan muchas en el tintero, pero ello se compensa con una nueva composición, «If Wishes Were Fishes», una saltarina melodía con divertidísima melodía, donde Springfield deja volar la mente para formular deseos rocambolescos, como que Scarlett Johansson le llame para una cita, o que dejen de considerarse un «Springsteen Rico» (Rich Springfield). Quizá por esos cinco minutos merezca ya la pena hacerse con este directo.
«Stripped Down» no rompe moldes, pero sí consigue ser ejemplo de cómo hacer un acústico entretenido y fluido (de la calidad en su ejecución no hacen falta comentarios), mucho mejor de lo que cabía esperar en un primer momento. Pero es que Rick Springfield no es una rockstar al uso, y no necesita de grandes focos para deslumbrar. Una silla y una acústica es suficiente.
Julen Figueras