PRAYING MANTIS – Crónica

Foto: Raúl Blanco

PRAYING MANTIS + Bajo Presión
Sala Lemon, Madrid, 3 Marzo 2017
Crónica y fotos: Raúl Blanco

No había pasado ni un año desde su anterior visita a nuestro país y de nuevo Praying Mantis estaban en España para presentarnos “Legacy”, su último trabajo publicado bajo el sello Frontiers en 2015, pero esta vez como cabezas de cartel. Si bien es cierto que la programación de la noche vio como una de las bandas invitadas, Slowburn, se caía del cartel a última hora debido a unos problemas de horario, y visto lo visto, quizás no fue del todo malo para ellos.

 

 

Bajopresion, la banda de Javier Canseco (Cuatro Gatos / Asfaltika) fue la encargada de abrir el concierto. Alrededor de 40 minutos fue el tiempo del que dispusieron y durante el cual además de tocar temas de su trabajo “Desafiando el Caos” no faltaron momentos para el pasado como el corte “Encerrado” de los anteriormente mencionados Asfaltika. Pudieron gustar más o menos a los allí presentes, escuché reacciones muy dispares, pero lo que si es cierto es que hay que ser muy valiente para enlazar “La sombra del tiempo” de Celtas Cortos con “Heaven and Hell” de Black Sabbath a ritmo de Heavy.

 

 

Lo que en un principio puede parecer una oportunidad, un caramelito, el abrir para una banda mítica con más de cuarenta años de trayectoria como es Praying Mantis se puede volver en tu contra salvajemente ya que no hace más sonar el primer acorde de la guitarra de Andy Burgess y te das cuenta de aquello es otra liga, lo que antes era un sonido algo embarullado se convierte por arte de magia en limpieza. ¿Cómo es posible conseguir ese giro radical sin apenas cambiar nada escénicamente a nivel de equipo?

 

 

Vaya por delante que, al contrario de lo que podáis pensar, no me considero seguidor de la banda, bueno, rectifico, no me “consideraba” seguidor de la banda hasta la fecha. Bien es cierto que apenas le había dado unas pocas oportunidades a sus lanzamientos discográficos, ya que se me hacían un tanto pesados, os aseguro que desde que termino el primer corte de la noche, “Fight for your honour” me puso como deberes enmendar mi tremendo error, si, lo reconozco, no me avergüenza decirlo, estaba completamente equivocado con esta banda.

 

 

Es una sensación muy extraña, eso de acudir a un concierto al que sabes que va a ir gente que lleva siguiendo a la banda muchos años y tú por el contrario, sabes que te vas a sentir como un extraño por que no vas a disfrutar…pues ZAS en toda la boca es lo que me lleve. No podía creer lo que estaba viendo, para mi todos los temas eran “nuevos” pero estaba rodeado de una audiencia completamente entregada a una banda que estaba dando una autentica MasterClass de rock. La templanza que da una vida sobre el escenario es algo que se palpa en seguida, bandas como esta que están de vuelta de todo y lo único que pretenden es seguir divirtiéndose y haciendo feliz a la gente con su música, como si de algo sencillo se tratara, son un auténtico regalo para el público ahora mismo.

 

 

La complicidad es total, no hay necesidad de virtuosismos, es asombroso ver a Tino Troy tocar la guitarra con esa tremenda dulzura del que se sabe maestro y al que ni tan siquiera un fallo del cabezal de su amplificador que le obliga momentáneamente a apagarlo, ya sabéis que el sistema Alemán de reinicio casi siempre funciona, es incapaz de borrarle la sonrisa y el buen rollo. Incluso los más nuevos en la banda Hans a la batería y John Cuijpers a las voces parecen llevar décadas en el seno de Praying Mantis. Por cierto, hablando de sorpresas en la noche, me quede realmente fascinado con la voz de John Cuijpers. Mi mayor conocimiento de la banda era con la participación de Gary Barden y cuando sonó “To the power of ten” no podía creer lo que estaba escuchando, el registro de John era soberbio por no hablar de esos coros, por fin, madre mía que gustazo poder escuchar a una banda que no necesitaba lanzar los coros pregrabados, y que coros, para enmarcar.

 

 

Estaba llegando a su final el show cuando Cuijpers pregunto quién sabia la letra del siguiente tema, “Rise up again”, y comenzó a cantar a capela, inmediatamente una chica a mi lado se dejaba la garganta cantando lo que arranco una sonrisa en la banda y provoco que sin apenas darse cuenta tuviera el micro delante suya para que todos pudiéramos escucharla mejor. En apenas setenta minutos Praying Mantis habían conseguido hacerme miembro de su secta, sin darme cuenta me descubrí a mí mismo cantando como si no hubiera un mañana “One day I will rise up again / And I will show you the way / Forget the shadows of yesterday / The light will shine on just for you”.

 

 

Cuando me empezaba a cansar el tan manido tema de “no hay relevo para las bandas clásicas del Rock y el metal” tiene que aparecer de nuevo unos clásicos para devolverme a la cruda realidad. El rock es cuestión de actitud, pero, si esa actitud la adornas con una calidad brutal, con honestidad, con simpatía y cercanía, para terminar poniéndole un tremendo lazo en forma de elegancia, te deja tan solo un puñado de grupos de esos que sabes que serán irrepetibles y a los que agradeces una y mil veces que aun tengan las ganas de tocar para 100 personas con la misma intensidad y clase con la que lo hacían anteriormente para audiencias de miles. Si señores, eso también es tristemente irrepetible. Actualmente seguimos creando ídolos de barro, irreverentes y prepotentes, cuando los realmente genios del Rock han sabido aceptar su sitio en la actualidad y dan una tremenda lección tanto encima del escenario como cuando bajan de él. Praying Mantis, a sus pies.