PARADISE LOST – The Plague Within (2015)

En 1995 Paradise Lost publicaron el disco que les hizo ganar reconocimiento internacional, “Draconian times”. Con el empezaron un viaje hacia tesituras más comerciales (no exentas de calidad) que terminaría llevándoles a experimentar con sintetizadores y teclados hasta el extremo de publicar un disco como “Host” cuyo sonido estaba más cerca de Depeche Mode que de sus crudos inicios como pioneros del metal gótico (lo de los cortes de pelo y trajes de Armani de por entonces dejémoslo en anécdota). Aquello fue otro punto de inflexión y tras haber jugado con un cambio de sonido de ciento ochenta grados, veinte años después parece que hayamos llegado al de trescientos sesenta y nos encontremos de nuevo en el punto de partida.

Como si de un grupo que hubiera vuelto a abrazar sus orígenes se tratara, los de Halifax han ido recuperando paulatinamente ese espíritu más crudo y agresivo (nunca perdieron la oscuridad) gracias en parte a las aventuras en solitario de Greg Mackintosh y sus Vallenfyre y a la participación de Nick Holmes como cantante de Bloodbath. Desde luego no es “The plague within” un paso atrás ni una repetición de esquemas, es un disco que no desmerece su legado previo en absoluto, suena convincente y hace que la banda siga vigente tras veinticinco años de carrera discográfica.

“No hope in sight”, que fue el tema de adelanto elegido, es el que abre fuego y nos demuestra que el disco no va a ser monocromático., Holmes canta de manera diferente en función de los pasajes que se van desarrollando, con voz death metal como lo hiciera en sus inicios y melódica y clara tal y como utilizara en “Draconian times” y, por qué no decirlo, “One second”. En cuanto a la música, Mackintosh se marca sus inconfundibles arreglos, esos que dieron pie al metal gótico y que van desde los dramáticos y opresivos iniciales a los pesados y lentos que contrastan con la voz melódica de Holmes.

“Terminal” es un tema que podría haber salido en “Gothic” sin ningún problema, pero suena actual y el ritmo de doble bombo con mesura que imprime Erlandsson sumado a las clásicas rítmicas de Aedy provocan en el oyente unas irreprimibles ganas de agitar la cabeza cual molinillo. Vieja escuela, sin duda.

“An eternity of lies” es una deliciosa y depresiva joya con todos los elementos con los que engendraron el metal gótico. Holmes pasando otra vez de voz gutural a limpia, unos coros que parecen el llanto de auxilio de un alma torturada y Mackintosh sacándose de la manga un épico solo marca registrada mientras la rítmica parece llevarle en volandas hacia un final que dista de ser feliz.

Conforme uno va a avanzando en el disco la sensación de estar ante un auténtico compendio de lo mejor de la carrera de Paradise Lost va ganando enteros. Pero es que además añaden cosas que antes no habían llevado al límite y se arriesgan a ejecutarlas. Ejemplos contrapuestos: “Flesh from bone”, seguramente el tema de tempo más rápido que hayan grabado hasta ahora, con un ritmo que por momentos acelera bordeando la frontera del black metal y que choca frontalmente con “Beneath broken earth”, con un riff inhumanamente ralentizado y cuyas influencias del Maestro Iommi son más que evidentes.

“Cry out” casi podría decirse que es una manera de decir que, si quisieran, podrían retozar en los pantanosos terrenos de lo que llaman por ahí sludge-metal. Y no se me ocurre mejor manera de cerrar este disco que “Return to the sun”, de ritmo emotivo pero oscuro, con un coro en su arranque que parece de todo menos celestial y otro solo memorable de Mackintsoh. Un canción de esas que demuestran que sí, que en la oscuridad también hay belleza y puede ser tan impactante como el más brillante y colorido poema.

No hay duda. Este es un serio contendiente a disco del año.

Albytor

paradiselost