Motörhead, ese grupo especial, auténtico, compuesto por miembros nacidos para el rock ‘n roll…y solo para el rock ‘n roll.
Venidos de su formación más conocida (el trío Lemmy, “Fast» Eddie Clarke y Phil «Philthy Animal» Taylor), Motörhead se encontró con conflictos internos que, pese a ser esperados por muchos, pillaron por sorpresa a sus seguidores y, por qué no decirlo, a sus componentes.
Y es que Eddie Clarke se despidió definitivamente tras muchas idas y venidas. Precisamente estas idas y venidas se habían convertido en tan comunes que el grupo lo vivía con naturalidad y tras calmarse los ánimos, siempre volvían las aguas a su cauce. No en este caso.
Tras unos exitosos discos (el tridente “Overkill”, “Bomber” y “Ace os Spades”), Motörhead estaban en lo más alto de su carrera. No todo había sido un camino de rosas, pero los resultados estaban llegando, lo cual hacía más fácil la permanencia y reconciliación de todos los miembros.
Fue “Iron Fist”, álbum injustamente perdedor, el que dio el pistoletazo de salida a unos años convulsos para la banda. El disco no tuvo el éxito esperado y la gira se convirtió en una tortura infinita. Tal fue así que, aún sin acabarla, “Fast» Eddie Clarke abandonó la banda y nadie hizo nada por evitarlo. Demasiados encontronazos.
El grupo había abrazado con todas sus fuerzas el que luego se convertiría en su lema “Born to Lose, Live to Win”. Para ser justos, siempre han sido más de la primera parte…
Una vez envueltos en ese panorama tan desolador, Lemmy tuvo que mover ficha rápidamente y sorprendió a todos fichando a Brian “Robbo” Robertson, ex-guitarrista de, entre otros, los deliciosos Thin Lizzy. Robbo, un pendenciero y empedernido bebedor escocés, era una auténtico radical libre capaz de lo mejor y de lo peor.
Pese a ser su imagen absolutamente opuesta a la de cualquier otro componente e incluso habiéndose permitido ridiculizar el sonido de su nuevo grupo, había sido elegido por Motörhead. Una banda, no se nos olvide, cuyos integrantes siempre han sido auténticos versos sueltos del rock ‘n roll.
Lemmy, tan propenso a las tragaperras y a utilizar metáforas sobre el juego de azar en sus canciones, había echado un órdago en toda regla. O un farol, depende cómo se mire. Estaba claro que cualquier cosa podía pasar.
Tras acabar la gira del Iron Fist como pudieron, se dispusieron a crear, probablemente, el álbum más peculiar y diferente del extenso catálogo del grupo: “Another Perfect Day”.
Habrá quien diga que no se trata de un disco tan distinto. Desde luego, si nos fijamos en temas como “Back at the Funny Farm”, “Shine” o “Die you bastard”, encontraremos la dosis de excelente y directo rock ‘n roll a la que siempre nos ha tenido acostumbrados.
Pero no son estas las canciones en las que el bueno de Robbo dejó su impronta (que, todo sea dicho, no solo quedó reflejada en la ejecución de la parte de guitarra sino, quién iba a decirlo, en la elección del productor del disco o en la exclusión de temas míticos como “Ace of Spades” o “Bomber” en ciertos conciertos de la posterior gira). Son “I Got Mine”, “Dancing on Your Grave”, “Marching off to War”o la misma “Another Perfect Day” donde escuchamos a Brian Robertson demostrar su habilidad, creatividad y brillantez.
Además de añadir un protagonismo y una frescura nunca vistas en las melodías hasta ese momento, son los solos los que más pueden llamar nuestra atención. Singularmente extensos, pero no por ello menos carentes de sentido, hay momentos en que estos punteos hacen languidecer al resto de la canción.
Aconsejo al oyente dejarse llevar por la cantidad y la calidad de las partes de guitarra de que dan un adicional toque de calidad a este disco.
Me imagino a Lemmy maldecir mientras miraba de reojo a ese guitarrista en pantalones cortos, con el pelo teñido de rojo, desatado tocando sus partes de guitarra y dando puñetazos en la mesa mientras exige su peso en la toma de decisiones del grupo.
Todo ello, unido al carácter explosivo y al salvaje alcoholismo de Robbo, hizo que su etapa fuera muy corta, aunque intensa y que nos dejara un “Another Perfect Day” que merece la pena ser rescatado de la excelente discografía de Motörhead.
David González Albendea