KISS + The Dead Daisies – Crónica (21/6/2015)

KISS + The Dead Daisies
Palau Sant Jordi, Barcelona, 21 Junio 2015
Texto: Toño Martínez Mendizábal – Fotos: Alba Martínez Semper

Este tipo de conciertos no son de esos a los que se decide ir de un día para otro y se olvidan con la misma rapidez. Ir a ver a la que ha sido una de tus bandas de cabecera, cuando lleva más de 40 años en este negocio, ha perdido dos de sus miembros originales y ya la viste en plena forma; es una decisión importante y cuyas consecuencias no has de olvidar. Hacerlo cuando el estado vocal de uno de los dos frontmen, (el antaño principal), deja mucho que desear, puede parecer poco menos que temerario.

Pero un concierto de Kiss es mucho más que música, más que rock, más que teatro. Por eso, merece la pena trasladarse desde otra ciudad en autobús o vehículo particular y volver a vivir la magia, reencontrar a amigos tan frikis como tú y traspasar el testigo a la siguiente generación. La leyenda hará el resto.

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En esta ocasión, además, sabíamos que The Dead Daisies era una superbanda, creada con humildad y disfrazada de telonera para nuestro disfrute. Y así, cuando con precisión suiza el reloj marcaba las 8:15, las huestes de John Corabi tomaron el inmenso (aunque, lógicamente, adaptado) escenario. Y lo hicieron abriendo con el estupendo México que también da comienzo a Revolución, su segundo trabajo, inspirado en un viaje a Cuba.

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No tardaron nada en encandilar al público presente y hacer llegar a parte del numeroso que se encontraba en las zonas de merchandising y en las barras. Con un genial Marco Mendoza ejerciendo de maestro de ceremonias, merced al dominio del idioma y a su conocido desparpajo, la banda descargó, sin apenas pausa, una reducida colección de temas de su trabajo. La brillantez de un Corabi, que es de lo mejor en su género y que se crece en escena, es apabullante. Un frontman que se mueve con maestría, estilazo y personalidad en todos los registros. Un animal de escenario que se entrega por completo. La incorporación de Tommy Clufetos a las baquetas para la gira y su mezcla con el señor Mendoza, un experto en tocar y hacer excelentes voces mientras se exhibe, crean una bomba rítmica que, activada por en habitual estilo brazos en alto del batería de Ozzy, podía y debía estallar en el tímpano de todos. Y así lo hizo.

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Las guitarras, en especial la de Richard Fortus, y el excelente trabajo del Guns Dizzy Reed a los teclados, eran garantía de que el bolo fuese tan bien como estaba yendo. Pero es que los temas de los D.D. son tan buenos que no necesitarían echar mano de versiones para un set tan corto. Sin embargo, sus covers, tanto las incluidas en el álbum (como el Midnight Moses de Alex Harvey) como las archiconocidas Hush y Helter Skelter, con la que terminaron, no bajaron el nivel y demostraron la versatilidad de Corabi y la maestría técnica del conjunto a la hora de arreglar temazos a su gusto. El sonido, excelente tanto en potencia como en matices, hizo el resto. Nos invitaron a verles en el próximo Kiss Cruise (cosa que haríamos gustosamente) y agradecieron a Kiss su apoyo. De teloneros nada. Un supergrupo en toda regla.

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En un visto y no visto toda la maquinaria de Kiss se puso en marcha y el escenario estaba preparado, lona gigante con logo incluida, para que dos enormes pantallas  mostrasen el paseíllo de la banda y estallase la fiesta. Detroit Rock City marcó el inicio y mostró lo que ya todos sabemos, que Paul no está ya para muchos alardes, pero que la fórmula no ha perdido su magnetismo para mantener sus fans y añadir nuevas generaciones, con himnos como éste y un espectáculo mimado hasta en los más mínimos detalles (sólo había que ver el micro de Singer colocándose y retirándose automáticamente en el momento justo). Aunque, a decir verdad, los que habíamos visto grabaciones de los últimos tiempos kisseros y teníamos bastante prevención, notamos enseguida que, ni mucho menos, iba a ser uno de los peores días de Paul en cuanto a la voz, propiamente dicha. Ya que, en lo referente a ser un frontman, apariencia física, agilidad y demás, está prácticamente como siempre (y, desde luego, infinitamente superior al estándar de un hombre de su edad).

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Siguió Deuce, con el numerosísimo público enfervorecido y Gene dejando claro que su estilo y registro al cantar le han permitido llegar, si no al 100%, casi, hasta esta gira 40 Aniversario. Su pintura, con una evolución ligeramente oriental, le hace más monstruoso si cabe, aunque a mí, personalmente, me gustaba más el estilo clásico. Psyco Circus dio paso a un Paul que consiguió la interacción de ambos lados de la pista, para continuar con el Creatures of the Night que, como todos y cada uno de los temas, fue coreado por toda la audiencia, pero en el que Thayer no estuvo muy fino. Y es que, polémicas por el tema de los impersonators aparte, Tommy no estuvo especialmente brillante ni en ese momento ni en la ligazón de riffs en otros, sin que podamos decir que estuviese mal. I Love it Loud hizo cantar el ye-e-e-e-eh! a todos los presentes, sin importar si eran jóvenes con camisetas de la banda y caras pintadas o cincuentones vestidos de calle y con alma kissera. War Machine permitió a Gene hacer de las suyas con impunidad y el Do You Love Me fue interpretado de pe a pa por el público. No se escatimaba en láser, explosiones, ni juegos de luces y Hell or Hallelujah hizo un guiño al Monster, incluyendo un pasaje Singer/Stanley/Thayer que dejó solo a este último y acabó a petardazo limpio.

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Entre tanto petardo, luces y parejas de todas las edades, el ambiente se había caldeado, la tensión y las pulsaciones habían subido y no quedó otra que llamar, por enésima vez, al Doctor Amor. Simmons no se hizo esperar y repartió “cariño” con precisión, para dar paso a un Lick it Up coreadísimo, con Stanley, Thayer y Singer en sus plataformas para admiración (que no sorpresa) de los presentes. Bueno, seamos justos. Todas estas cosas sí que sorprendieron a numerosos niños y adolescentes que SÍ pudieron asistir a su primer concierto de Kiss y que no cerraron la boca durante hora y media.

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Era el momento para que el Demon acompañase con los efectos tétricos de su bajo la explosión sangrienta, con la lengua de un palmo fuera, previa al vuelo y a la interpretación del God of Thunder. Sigue siéndolo, sin duda. Y a la gente le encanta. Referencia a la “Kiss Army de Barcelona” por parte de Paul y un fantásticamente interpretado Cold Gin, para encarar la parte final del evento. Tras ello, Stanley volvió a demostrar su dominio de la escena, haciéndonos gritar Paul las veces que quiso y se marcó un Love Gun, con vuelo a la plataforma de regalo, que dio paso, allí mismo, a Black Diamond. El frontman demostraba su buena ejecución a la guitarra y un fenomenal estado de forma, mientras la plataforma circular no paraba de girar. Eric Singer a lo suyo, tocando la batería a las mil maravillas y cantando el tema perfectamente, con el estilo personal que ha sabido darle. No en vano sus posibilidades en este campo están más que demostradas y llevan bastante tiempo apoyando a Stanley.

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Así se llegaba a los bises, sin apenas solución de continuidad, con un Shout it Out Loud con la gente desmelenada, un I Was Made For Lovin’ You, que sigue siendo el himno por excelencia para los que descubrieron a Kiss en la discoteca (y que resolvieron mejor que en otras ocasiones) y el final esperado con el Rock And Roll All Nite, con Gene y Tommy en sendos brazos elevados, Paul rompiendo la guitarra y la locura colectiva entre pirotecnia y confeti.

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Más allá del debate de si Paul debería seguir en activo o no, mi opinión y la de muchos de los asistentes, es que, ni mucho menos, fue uno de sus peores días y capeó el temporal muy bien, ayudado por Eric y el público. Pero también con las adaptaciones que él mismo ha ido generando estos últimos tiempos. Ello permitió a miles de personas disfrutar de un show total, sin parangón, espectáculo puro; con temas que dieron con la clave hace muchos años y mantienen su encanto y con unos personajes que se han apoderado de sus dueños y amenazan con seguir viviendo, tras la desaparición de sus creadores. Y, lo que es más importante, también propició que esos niños y adolescentes cojan el testigo, gocen, sean un poco frikis, disfruten toda su vida y lo transmitan. Y eso, en mi modesta opinión, es maravilloso. God gave rock and roll to you y, en gran parte, te lo dio con los temas de Kiss. El domingo, en el Palau, todos los que fuimos con el ánimo de disfrutar y no de comparar de manera anacrónica, pasamos una gran noche.

(Pinchar en las fotos de la crónica para ampliar tamaño)