JUDAS PRIEST: REDEEMER OF SOULS (Sony 2014)

Los discos de las leyendas vivas se suelen resolver con lamentables chascos o con discos que terminan en las listas de lo mejor del año. Entre los primeros, por ejemplo, lo que publicaron Aerosmith hará un par de años, o Boston, en 2013. Entre los segundos, excelentes retornos como el de Accept o Van Halen. Lo nuevo de Judas Priest no está quizá en ninguno de los lados, pero hay que reconocer que la banda ha sabido elaborar un trabajo de buenos temas de heavy metal que la mayoría de greñudos tomarán con brazos abiertos.

Me ha costado varias escuchas entender «Redeemer of Souls». Tampoco hay mucho que entender, pensarán muchos, en un disco de heavy metal de toda la vida. Y, sin embargo, me ha llevado varios días ver que el nuevo álbum de los británicos es un fantástico trabajo al que difícilmente se le pueden poner pegas. Frente a todos los ‘peros’ que teníamos en la boca antes de escuchar el resultado final, Judas Priest han publicado su mejor trabajo de los últimos años.

Primero de todo, han conseguido salir del paso tras una retirada (a tiempo) que no llegó a serlo, tras firmar un epitafio que tampoco fue tal. Y lo han hecho con trece temas entre los que no hay ninguno malo. Sólo alguno mediocre, como el «Dragonaut» que abre el disco. Uno escucha el riff inicial y el bombo a toda pastilla y piensa que van a intentar reeditar los sonidos del Painkiller que, todos sabemos, ya no volverán.

Segundo acierto. En lugar de forzar la garganta y la vena de la cabeza de Rob Halford, han optado por canciones que se mueven, casi siempre, en tonos medios que sustituyen con muchísima elegancia los agudos del mejor gritador del metal. Temas como el single que da título al álbum, o la excelente «March of the Damned» son himnos que podrán ser cantados por Halford en directo con relativa solvencia. No estamos ante canciones que puedan competir con «Electric Eye» o con «Hell Patrol», pero sí con temas que, a estas alturas, dan mucho más de lo que uno pudiera esperar. Porque hasta los dioses se hacen viejos.

Sin que sirva de precedente, a la nueva entrega de Judas Priest se le podría aplicar aquello que los músicos siempre dicen cuando promocionan nuevo trabajo: «tiene la esencia clásica de la banda, pero también suena actual, y a nuestros fans les va a encantar». Tercer acierto. Todo, desde la portada y el nombre de los temas, apelan 100% a la imaginería clásica de Judas Priest. Muchas canciones suenan a los ochenta, algunas otras suenan a los noventa, e incluso al ya bastante olvidado «Angel of Retribution». Y, desde luego, suena también actual: a una banda que ya no es lo que era ni pretende serlo, a unos músicos que ya pasaron el medio siglo como mejor pueden. Consciente o inconscientemente, «Redeemer of Souls» navega por todos los sonidos de la banda y salta con fluidez de un lado a otro de esa línea que separa el viejo del nuevo metal, y que fue trazada la propia banda con su «Painkiller». Preciosa balada incluida.

Y luego están las guitarras. Si este no ha sido un acierto, desde luego no está lejos de serlo. Richie Faulkner, el relevo del añorado pero bien retirado K.K. Downing (otra razón de peso para recelar de esta resurrección), hace un trabajo espléndido acompañando a Glenn Tipton, no tanto en los solos como en la confección de unos riffs matadores que hacía tiempo no escuchábamos de la banda, y en no menos de media docena de temas: «Sword of Damocles», «Halls of Valhalla» o «Battle Cry» no serían lo mismo sin unas entradas tan apoteósicas.

Judas Priest tenían todas las de acabar publicando música de segunda categoría pero con la etiqueta de los grandes. Pero no. Ahí están. Heavy Metal con la cabeza bien alta.