JACARÉ JACK – Revolution (2020) Review

Apunta bien este nombre: JACARÉ JACK.

Te voy a dar cuatro motivos para que me tomes en consideración:

1.- Si eres defensor a ultranza del Rock/Metal nacional desde sus cimientos hasta su cúspide, aquí tienes otra pieza que encajará perfectamente en el puzle de tus criterios, aunque sí, cantan en inglés, pero ¡qué coño son de la tierra!

2.- Si eres de los que suspira por el Rock de finales de los años setenta, el Aor y el Hard de la década de los ochenta y te cuesta acomodarte entre tanto lanzamiento sumamente planificado y procesado en la actualidad, deja que reposen durante unos cuantos días tus, seguro, tan trillados clásicos, y date la oportunidad de ver que el presente no reniega de su historia.

3.- Si estás informado del crecimiento exponencial del nivel de la escena melódica de nuestro país, donde cada banda tiene su personalidad y donde todas encuentran su espacio en el que cohabitar, ahora deberás habilitar una habitación nueva en esta comunidad porque los “nuevos” inquilinos han venido para quedarse y sumar una nueva perspectiva.

4.- Si te gustan los discos en los que la vehemencia se palpa en cada compás, en los que la actitud se refleja en cada tiempo y donde la experiencia se traduce en los detalles, sí, efectivamente, te he leído el pensamiento, esos que marcan la diferencia, pues no dudes porque aquí vas a campar a tus anchas.

Su nombre viene de la literatura, son piratas de corazón guitarrero, pero se bautizaron como yo creo que debiera funcionar este tinglado, en la interactuación de las artes y de ahí su documento nacional de identidad: JACARÉ JACK. Te lo repito porque pronto vas a ser tú el que insista entre tus amig@s de corredurías musicales.

Formados en Zaragoza oficialmente en 2003, ellos ya condensaban individualmente la escena local con otras bandas en aquellos añorados ochenta. Una formación que tan sólo ha sufrido una variación en diecisiete años, y además como se hace esto, como caballeros y sin dramas, con la amistad por delante, lo que debe hacerte comprender que están más que cohesionados entre ellos. Salía con honores tras diez años de travesía el teclista Ángel González para ceder camino a Amadeo Cano, su más reciente incorporación y de eso hace ya casi siete años.

Revolution es su primer larga duración, grabado mezclado y masterizado en los estudios Sin/Con Pasiones de la capital Maña por JuanMi Sánchez y Marc Pascual en 2019, producido a su vez por el propio quinteto y con una excelente ilustración de José Antonio Lozano Alejandre. El sonido es rotundo, lúcido y realista, donde nada se deja a la intuición y donde la imaginación puede movilizarte a lo que podría ser uno de sus directos, que con unos grados más de adrenalina, esa que proporcionan los nervios en el estómago en escena, puede ser memorable. Todo colocado en su sitio, de forma cristalina, nos proporciona una butaca en primera fila para no perder detalle y a la vez no distraerte de la trama.

Pasamos a recitar, bandera ondeando al norte, los parabienes de estos corsarios de pasarela sudorosa:

Prelude – Always, sagaces lectores, es una “intro” donde los teclados ceden un mar de calma para que la guitarra solista de Jesús Semper, excelente en todo el trabajo, reclame la atención del resto de sirenas del entorno y se rearmen, entre contundentes cañonazos de la sección rítmica, para acceder a los diferentes idiomas que se arremolinan con jolgorio en proa. Y así es parida Always desde el salitre de la conexión JOURNEY a la profundidad detallista de PINK FLOYD en su periplo 1979-1987, amaestrando las intensidades y surfeando por el descaro de aquellas bandas que se metían en el saco del Aor por su melodía, pero que nutrían su enjundia a base de rasgar acentuadamente sus cuerdas con alevosía Rock. El solo del señor Semper a la EUROPE/MARCELLO señala con decisión que esto no es casualidad. Aquí hay conocimiento.

Anymore y Caroline, que especialmente no teme en lucir su insignia VAN HALEN con viveza, socializan con ese carácter canalla que despierta simpatía sin vacilar al marcar territorio Hard, especialmente con la voz tan personal de Toño Mendizábal (también guitarra rítmica). Éste, hace tiempo que dejó de ser grumete para afianzarse al timón, con decisión, ya que aparte de transmitir fuerza, nos retrotrae a aquellos vocalistas de género, de proclama por encima de las formas en defensa de la causa, sin ceder terreno a los virtuosos porque, lo que a otros se lo regalaron los dioses, a él se lo insufla el corazón y, ¿acaso esa no es la esencia de lo que compartimos?

Gimme Your Love las sucede con palpitaciones que planean alineadas a la mesura seductora de sus estrofas y que acaban rompiendo en arritmia controlada, esa que te produce el lanzarte a bailar sin haberlo pensado, simplemente por dejarte llevar.

Y es entre conversaciones veladas a su llegada a buen puerto, donde entre corrillos se barrunta la procedencia del navío. Y es que, a pesar de sus raídas vestimentas de batalla, correría y saqueo, sus ademanes se adaptan tanto a la corrección de las autoridades como al dialecto del vulgo, con, porque no lo había dicho hasta ahora, sus certeros estribillos. Aunque también mucha culpa de esto la tiene su sibilina audacia a la hora de incorporar pequeñas pinceladas de “que si un poco de aire TOTO en los teclados por aquí”, “de que si un poco de Pomp en los coros o puentes por allá”, “que si regustillo Blues”, “que si…”, ¡qué sí! Que estos pícaros han venido a realizar el pillaje de las arcas de nuestra atención, no te quepa duda.

Nos tropezamos con una de las piedras angulares del disco, y como buenos humanos, tropezaremos una y veinte veces, porque canciones como The Cornerstone no se escuchan todos los días. Hard Rock de corte épico, muy europeo, y ligeramente sinfónico en los matices de sintetizadores, posando el foco sobre la figura seminal del teclista Amadeo Cano. Aparte del gusto que demuestra este músico, su labor encubierta es dejar que la sección rítmica, impoluta en cada track y que forman Pepe Gallart al bajo y Óscar Semper a la batería, nos abofetee para no perder consciencia ante un estribillo que, más bien, parece una llamada a la contienda con Toño dejándose la piel en su papel de agitador.

The Reason añade sensibilidad Pop a su contagioso optimismo donde colchones adaptados de Doo Wop en el estribillo, mecen a un tema de animosidad canadiense GLASS TIGER, por poner un ejemplo, desde sus teclados, pasando por la teatralidad de unas guitarras sobresalientes, hasta la dulzura de su interpretación que facilita, así, la entrada a Right Now, de semejante vigor, pero algo más endurecida y enfocada al Hard americano, siempre con la referencia Halen en una púa colocada como diente de oro.

Preciosa la balada I Won´t Let You Down, en consonancia con el momento romántico de cada disco de aquellos cardados imposibles y maquillaje transgénero, pero que cuenta con la elegancia multicultural de traspasar fronteras y conocer mundo, por los detalles más “aoreros” de la sección rítmica y de los teclados. Sentimiento y Mendizábal establecen alianza en este tratado a enmarcar.

Gustándote bandas como TRILLION o LE ROUX, de las que ya te habrás percatado en temas anteriores, no dejarás pasar de largo Living Like A Runaway que dota de versatilidad a las composiciones de los “Jack” amenizando el cotarro de forma señorial y hasta donde hay cierta cabida a las guitarras STRYPER más edulcoradas. A Toño se le nota cómodo y cuando reflejan un parón digno de meterse al público en el bolsillo en una actuación en vivo, no es difícil ver que los coros que le acompañan a lo largo de su debut están estudiados para enriquecer y no para ocultar.

I Wanna Feel Your Fire aparca el ron para darte a beber del manantial del mejor Aor de los ochenta. Un tema que juega con las cadencias del Pop con ese sensual bajo típico del momento y que se recuesta sobre un estribillo altamente sencillo y adictivo. A éste solo le logramos mantener fuera de la cabeza con el aguijonazo instrumental de Hard Rock clásico que nos atraviesa la piel, viniendo comandado por un solo tan candente como el título de la canción.

Para acabar el disco, despedirse con nuestras joyas en la mano y armar toda la distracción necesaria para no ser apresados en su vuelta a su calavera, se deshacen de sus vestimentas formales y, parche en el ojo, aro en el lóbulo y blusa desatada, enseñan su tatuaje de “serpiente blanca” en los potentes Wake Up y Revolution.

La primera emplazada en la primera época de WHITESNAKE cuenta con una bajada de tempo en su ecuador para ceder ante un luminoso solo de teclado que posteriormente, con una subida hímnica, vuelve a demostrar diploma Marcello en su guitarra solista a la que hemos de postrarnos ante su distinción. Revolution por su parte cierra de forma chulesca, marchosa y juvenil, como hacían Coverdale y compañía en su momento encuerado y “maqueado” de imagen, en plena conquista y victoria del mercado americano, luego mundial.

Ya se que me he enredado, pero es que aquí hay mucha miga, y no de esa que se echaban los nobles en decadencia sobre sus atuendos para aparentar que habían comido, NO. Aquí lo que te puedes dar es un festín copioso del mejor ROCK, como digo siempre en mi programa, sin etiquetas, y pasear con la cabeza bien alta entre la élite, seguro de que tú te realmente SÍ te has saciado frente a cualquier impostor.

Que los vientos os sean propicios, icen velas y a colonizar “terra nova”, un humilde servidor se inclina ante vos, JACARÉ JACK.

Jesús Alijo «Lux»