Como agua de mayo (y nunca mejor dicho) se aguardaba la gira de TEMPLE BALLS, REACH y H.E.A.T en un Burgos asediado por unas temperaturas inapropiadas para la fecha y que tras dos años de espera por motivos de sobra conocidos, por fin descargó su aguacero sónico para empapar a la legión de fieles al Hard Rock que se presentaron para reverdecer los días de conciertos donde la desconexión de preocupaciones era más que necesaria.
En todo este tiempo ha pasado de todo y eso quedaba patente en la estampa entre las entradas antiguas y nuevas donde en unas aparecía Erik y en otras Kenny. Ínfimo resumen: que si nuevo disco a modo de renacimiento (H.E.A.T. II) llamado al top cinco mínimo de decenas de redactores en 2020, la salida del grupo de Erik Gronwall, padecer, el joven vocalista, y superar una enfermedad indeseable y acabar convirtiéndose en el frontman de SKID ROW (hecho que muchos auguran como una resurrección inminente de la banda a su etapa de gloria), y, por supuesto, el regreso a H.E.A.T. de la voz que los presentó y deslumbró ante el séquito de irreductibles fans del melódico, la de Kenny Leckremo, con un cambio estético más que admirable y una actitud mucho más cañera como ha demostrado en los dos nuevos singles a modo de adelanto de lo que será su verdadera nueva gira soportando su inminente nuevo disco Force Majeure… Vamos, que casi nada…
La labor incesante de la ASOCIACIÓN BURGOS HEAVY METAL y de LA MÁQUINA DEL RUIDO (Andén 56) por llevar a cabo esta fecha contra viento y marea se vio recompensada por una multitudinaria respuesta que no dejó impasibles a ninguno de los músicos implicados así como al respetable en general, es más, me atrevería a decir que en contadas ocasiones se ha respirado mayor hermandad y diversión ya desde los minutos previos a la apertura de puertas, por no hablar del impresionante concierto a rebosar de apasionados y curiosos, de socios de la asociación, de reputados promotores, de representantes y colaboradores de conocidos medios pasando por visitantes de multitud de puntos de la península: desde Sevilla, Murcia, Madrid, País Vasco y zona norte en general. La ocasión lo merecía.
Tras un largo día de pruebas de sonido y soluciones improvisadas a cualquier tipo de problema, con unos responsables del ANDÉN 56 omnipresentes para facilitar cualquier cosa (me quito el sombrero ante su profesionalidad) en perfecta armonía con la junta directiva de la asociación, pendientes de solventar el más mínimo de los detalles junto a Inma, la tour manager, con el objetivo de que todo saliera a la perfección, llegaba el ansiado momento de acceder al recinto (que dejó boquiabiertos a más de uno de los músicos por su amplitud, elegancia y generoso escenario) y entre clásicos musicales aguardar al comienzo del concierto entre abrazos, sonrisas, presentaciones, reencuentros y buen rollo.
A las 21 horas y puntuales como un reloj, TEMPLE BALLS subían al escenario con ganas de que su Hard Rock macarra e inspirado en MÖTLEY CRÜE y similares caldeara el ambiente, pero lo que seguro no aguardaban fue la afectiva respuesta de los allí congregados que conocían bien sus temas y bailaron y cantaron como si de la banda principal se tratara en las primeras filas. Los finlandeses suenan compactos, a veces incluso demasiado en unos coros muy presentes que funcionaban a las mil maravillas a pesar de contar con unos más que evidentes pregrabados tan en boga en los últimos tiempos; supongo que a veces debemos comulgar con esta nueva visión artística para mantener viva una escena en la que las súper bandas se hallan con cuentagotas, un ejercicio de añoranza a los tiempos pretéritos.
Desde su presentación con Thunder From The North y Strike Like A Cobra hasta la guerra de solos a la vieja usanza que realizaron unos llamativos y dotados Jiri Paavonaho y Niko Vuorela, sonaron y se entregaron con garantía. Con Bad Bad Bad se meten del todo a la gente en el bolsillo para rematar con Kill The Voice y Hell And Feelin´ Fine. Muchos fueron los que fliparon con la banda, pero los más veteranos ya estaban sobre ellos y los tenían ganas porque su ejercicio retro macarra ha calado con sus tres discos en buena parte de la comunidad.
Llegaba, a las 22 horas justas, la banda más controvertida del cartel para un sector demasiado conservador de nuestra música. REACH es cierto que no son un acto convencional, pero su talento compositivo y su amplia visión musical que trasciende estilos son, para un servidor, bálsamo ante la abrasiva ola de bandas carentes de identidad. Si bien entre bambalinas hablábamos con su batería Marcus Johansson del verdadero sentido de la música y su misión transmisora de sentimientos más allá de géneros, al ver al trio sobre el escenario solo puedo decir que me llevaron a otro mundo, a ese que exploro con frecuencia en THE ROCK ANGELS RADIO SHOW, donde las etiquetas vuelan y solo permanece la calidad. En este caso y reconocido por ellos mismos, es imposible reproducir los temas que graban para sus discos con tan solo tres entregados músicos en el escenario sin recurrir a efectos y capas de sonido pregrabadas, una sinceridad que les halaga y que no induce a dudas, cada uno hará de su papel imprescindible sobre un telón de reproducciones constantes que pintan el mural que se ha preconcebido para crear el aura que cada tema requiere. Y es que hay que tener muchos cojones para sonar desde a QUEEN (Young Again) a unos MUSE más roqueros y meta usted en el saco unas cuantas bandas más de cabecera.
Centrándose en su nuevo disco principalmente, The Promise Of A Life, pasan del Western de New Frontier a la viscosidad tenebrosa de The Law, el Charlestone maligno de Motherland, la sensualidad punzante de Satellite hasta ponernos a cien con esa maravilla de canción que es Runnin´On Empty de su anterior The Great Divide, una joya de álbum de principio a fin que prosiguen, entre otras, con Shame. Brilla sobremanera el exquisito gusto y talento de su guitarra y vocalista Ludvig Turner, emocionado por el momento y flanqueado por unos indispensables y tremendamente versátiles Marcus Johansson a las baterías y un más serio pero esencial bajista Soufian Ma´Aoui del que sobran las palabras con su trayectoria (ADRENALINE RUSH, HOUSTON o PALACE). SOBERBIOS de principio a fin, abre tu mente, aquí huele a futuro.
Un parón ligeramente más alargado para preparar todo al dedillo y llegan las 23 horas y 10 minutos para que, con The Heat Is On interpretada por Glenn Frey y banda sonora de Super Detective en Hollywood, se haga oficial el anuncio de que se va a prender la mecha que va a hacer que estalle las sala al completo, con más de 700 almas a punto de levitar y que ya han sido jaleadas entre imperecederos clásicos que han hecho subir la ya de por sí elevada temperatura aun más de lo predecible.
Tras las cortinas y a pie de escalera de escenario, H.E.A.T. se apoyan entre ellos, los unos con los otros y entonan un canto de guerra y unidad, saben que esta noche es todo diferente, antes de ir saliendo uno por uno entre una ovación estruendosa para arrancar con un sonido atronador en una no menos volátil One By One que no introduce duda, Kenny está de vuelta hasta el infinito y más allá. Súper vitaminado y mineralizado.
H.E.A.T. ahora mismo son una apisonadora que se mueve por su versión más metalizada pero que no quiere renunciar a su pasado melódico, una tarea algo complicada que, espero, sepan lidiar con sabiduría en su nuevo lanzamiento ya que, llegados a este punto, afirmo con rotundidad que están en su mejor momento y más cerca de tocar la gloria que nunca. Rock Your Body y Dangerous Ground prosiguen su recital del aclamado H.E.A.T. II, mientras Kenny hace de perfecto maestro de ceremonias con su impecable español adquirido en su actual lugar de residencia, Benidorm. La comunión banda y público es total y para cuando arranca Emergency de Tearing Down The Walls quizás seamos unos pocos los que en ciertos tonos echemos de menos a Erik, algo que Kenny solventa con ciertos trucos de cosecha propia aquí y allí en cada canción, demostrando que es un líder nato y un portentoso vocalista.
Redefined de Into The Great Unknown rebaja el voltaje aunque ha quedado muy bien adaptada a su sonido actual, ganando contundencia y precede a los recuerdos de Kenny, quien nos cuenta que hace doce años que no cantaba estas canciones con su banda y es cuando nos regalan una Straight For Your Heart de su primer disco que colma cualquier expectativa sobre los suecos y su legado y presente. Dave Dalone excesivamente sobrio sobre el escenario no deja que una sola nota deje de brillar siempre bien acompañado por un sobresaliente Jona Tee a los teclados que es un motor de seguridad, así como un creador de atmósferas indispensable para que el sonriente y señorial señor Crash machaque sin piedad su kit con otro seguro de vida a las cuatro cuerdas, Jimmy Kay, rotundo desde el segundo uno. El apoyo de Tee a Dalone es tan preciso que sólo palidecería si Eric Rivers volviera a hacer rugir su guitarra con ellos, ya puestos a soñar…
Come Clean prosigue con su más melódico presente y tras un bailable solo de batería de Crash, vuelven a acerar su propuesta con su reciente Back To The Rhythm que tras una batalla vocal (enorme Leckremo) y guitarrera, emulando los sonidos que destripaba Dale de sus seis cuerdas, abre paso a un más que deseado Beg Beg Beg de su segundo disco Freedom Rock que se antojaba obligatorio y muy, muy cañero respecto a la original que ya de por sí desborda electricidad. Excelente excusa, tras este pedazo de canción, para rememorar aquellos tiempos en los que todos veíamos en ellos a la nueva promesa del melódico y emocionarnos con ese monumental Cry que junto a 10.000 Miles nos ofrecen a un vocalista en estado de gracia y a una banda que aúna lo mejor de la melodía de la que emociona al que ya peina canas, así como la contundencia de quien, sin achaques, puede bailar todo un concierto de este calibre. Es en esta senda más calmada cuando aparece el único tema del excelso Address The Nation, un Living On The Run que se inicia colosalmente con los teclados de Tee pero que queda un tanto deslucido en las estrofas por un Kenny algo incomodo en ese registro, aunque recupera su estado de himno en su coro memorable en el que el cantante ya se siente como en casa.
EL ANDÉN 56 es ya un hervidero de Rock a nivel dios y la banda a sabiendas de ello hace su primer amago de despedida entre los cánticos jolgoriosos del respetable con el tradicional “oeé, oe oe oeeeeeeeé…” reventando tímpanos con Nationwide otra de las piezas de su futuro nuevo larga duración tremendamente metalizada. A Shot At Redemption a modo hímnico casi parte por la mitad a la sala que soportaba ya casi la hora y media de delirio generalizado, así que, con un intervalo de pocos minutos de reclamo tras bajarse del escenario, H.E.A.T. regresan con Rise para acabar con cualquier tipo de resistencia y dejar por un lado a su vocalista tirado por los suelos del esfuerzo y por otro al público coreando de nuevo por si suena la flauta, pero no, hasta aquí hemos llegado, los suecos se despiden entre vítores y la sensación general mientras suena Sister Christian de NIGHT RANGER de que más que una experiencia religiosa, hemos vivido con esta banda sin fisuras un auténtico expediente X. Sin comentarios. Caso archivado. De otro planeta.
Burgos se abre camino entre las grandes ciudades con apuestas tan generosas y arriesgadas como la que gracias a la ASOCIACIÓN BURGOS HEAVY METAL y LA MÁQUINA DEL RUIDO, se pudo disfrutar un 21 de mayo de 2022, pandemias mediante y con un nuevo ciclo de renovación alucinante. ¡A por una BURGOS METAL CITY!
Crónica: JESÚS ALIJO LUX
Fotos: CYG CHANNEL