Siempre he tenido predilección por la voz del gigantón escocés Derek William Dick, conocido en el mundillo del Rock con el mismo apodo del bajista de Yes Chris Square, ese nombre no es otro que «Fish».
Desde que tuve contacto con la voz de Fish en el «Real to Reel» de Marillion hace más de un cuarto de siglo, ya supe que aquella banda liderada por el escocés sería una de las más importantes en mi vida.
El recuerdo de «Script for a Jester Tear» o «Missplaced Childhood», el de temas legendarios como «Cinderella Search» o «Chealsea Monday» están ligados a mi vida, y sobretodo a un periodo de la adolescencia en el cual descubres música genial mas allá del Heavy Rock.
Cuando Fish y Marillion terminaron, pensaba en una efímera trayectoria para la banda sin Fish, y una larga y exitosa carrera en solitario para el bravo escocés.
Pues todo lo contrario, mientras que Marillion encontraron equilibrio y aceptación con Steve Hoghart, nuestro querido Fish fue dilapidando su Diosa fortuna disco a disco.
Aparte la vida no le ha sonreido como a sus ex compinches, y entre fracasos musicales y problemas en sus cuerdas vocales, bien pensábamos que el nombre de Fish tan solo estaría presente en la memoria de sus fans de la década de los 80.
Por eso la alegría ha sido grande al comprobar que Fish ha vuelto en el siglo XXI con un disco que no solo es digno; es bueno, muy bueno.
Una cosa que tenemos que tener clara al enfrentarnos al nuevo material de Fish es que su timbre de voz ha cambiado ligeramente. Sigue siendo reconocible, pero es mucho más pausado y sin los arrebatos que modulaba en temas como «Assasing» o «Forgotten Sons».
Pero que no cunda el pánico. Solo escuchando la inicial «Perfume River» te das cuenta de que Fish está perfectamente bien, y que las melodías que ejecuta son notables.
«Perfume River» es una mini suite de diez minutos, bucólica y con un regusto por los Genesis que va calentándose minuto a minuto, a fuego lento, merced a la ejecución progresiva del teclista Foss Patersson y de la estupenda guitarra de Robin Boult.
Seguidamente Fish tira de la comercial y rockera «All Loved Up», utilizando como cevo sonidos que te pueden recordar a su lejano debut en solitario o al «Incomunicado» de Marillion.
«Blind to the Beautifull» es una bonita balada de guitarras acústicas y piano, cantada con mucha clase por Fish, y que además tiene un regusto folk en plan irlandés que hará las delicias de las mentes más melosas y delicadas.
El tema que da título al disco es un efectivo Pop-Rock que con suerte y un buen vídeo clip hubiese tenido su oportunidad hace 25 años.
«High Wood» nos muestra a un emotivo Fish que nos canta sobre la primera guerra mundial, dentro de un prog-rock épico y lleno de misterio, aunque es «Crucifix Corner» la que campea a la hora de recordar que Fish en 2013 no tiene nada que envidiar al Fish de 1990.
Ambos temas van a la caza del encanto que los Genesis de «Selling England by the Pound» poseían.
Y encanto, o simplemente magia es precisamente lo que no le falta a «The Gathering», un tema tan puramente británico como la hora del té, o como lo es la música de los Kinks, Who, Genesis, Marillion o Fish mismamente.
Las misteriosas «Thistley Alley» y «The Leaving» también tienen su aquél , llevándome a los tiempos en los que Fish nos deleitaba con los temas de «Fugazi».
«The Other Side of Me» y «The Great Unravelling» son la despedida de este emotivo re-encuentro entre Fish y todos sus seguidores, los que llevábamos muchos años pidiendo a gritos un disco como «A Feast of Consecuences», el cual por el momento solo se puede conseguir en la web del artista, en edición de lujo o normal, y con la portada realizada por Mark Wilkinson, el hombre que ilustró los grandes primeros discos de Fish con Marillion.
Caído en Little Big Horn
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