Corría el año 2000 cuando el teclista Jarmo Jappe comenzó el proceso de formar una banda de power metal hasta que en 2001 materializó su sueño en forma de demo con 3 canciones. Tras ello un parón por las obligaciones militares del país y vuelta a grabar otra demo en 2003 pero esta vez con 5 temas lo que les valió para firmar con Sound Riot Records y grabar su álbum debut que vio la luz en 2005 bajo el nombre de “Primal exhale”. Pero he aquí que lo que debía ser ya una celebración se convirtió en un maremagnum de salidas y entradas en la formación.
Ya en 2006 la banda parece más consolidada y graban “Waterlines” en 2007 con cambio de compañía discográfica. Yo, particularmente, fue aquí donde los conocí y me empezaron a llamar la atención ya que era una época donde estaba más centrado en este estilo musical que podría englobarse dentro del power metal aunque me resulte un poco absurdo catalogar a las bandas con estilo definido dada la diversidad de la mayoría. Pero fue con el siguiente album “High time” en 2010 donde ya los “exprimí”, musicalmente hablando, y gozaron de toda mi atención. Luego les volví a perder la pista hasta hace un par de años cuando en 2017 sacaron “Dream alive” tras un nuevo y drástico cambio en la formación que supuso la salida del cantante y guitarrista con lo que ello supone en una banda. El caso es que fue un disco que no me llamó la atención en absoluto ya que quizás mi nivel de exigencia ante tanta avalancha musical haya crecido en demasía y busco cosas que me sorprendan aunque cada vez sea más escaso el obtenerlas.
Tras este breve repaso me encuentro en la tesitura de reseñaros “Emotions”, la nueva andanada musical que han sacado y he de hacer un esfuerzo para intentar ser lo más objetivo posible sin dejarme influenciar por sus antecesores así que intentaré hacerlo de esa manera.
Antes de nada permitidme hacer el inciso de la portada que me parece espectacular, siempre he dicho que antiguamente cuando ibas a una tienda de discos lo que te llamaba la atención era una ilustración bonita y bien hecha que te transmitiera belleza y doy fe que esta forma parte de ellas a cargo del genio polaco Piotr Szafraniec, mientras a la mezcla y masterización se encuentra otro genio: Simone Mularoni (DGM).
Abrimos fuego con “Trust” que desde el comienzo deja a las claras lo que vamos a descubrir con este grupo, base de teclado a lo largo de todo el tema y un Marcus que va emergiendo y modulando su voz según el tema lo va requiriendo ya que pasa de un tono enfurecido, a lo Jorn, a meter unas escalas más delicadas, a lo Kotipelto, lo que habla a las claras del buen fichaje que ha supuesto para la banda. Comentaros también el deje progresivo en la parte del sólo que deja entrever la diversidad de estilos que pretenden atrapar en esta aventura musical.
Con “Sunshine path” continuamos con el ambiente festivo a lo largo del tema aunque hay un pequeño “nubarrón” en el pre-estribillo donde parece que el sol ha perdido su fuerza hasta que vuelve a deslumbrarnos en el estribillo. Quizás veo que es demasiado “picos de sierra”, es decir no tiene una progresión continua con alguna alteración en el desarrollo sino parece que se mueve por impulsos y oscila con cambios demasiado “inconsistentes” que no acabo de cogerles el tempo.
Como se nota la mano de Mularoni en el inicio de “Lost control” que es puro DGM con ese aire progresivo y un trabajo descomunal de Henri a la batería, la cual me atrevo a decir que pasó a mejor vida tras acabar semejante sacudida a sus espaldas. Muy crudo y pesado en una vuelta a las raíces del power metal con el añadido del acompañamiento de las teclas y synth. El Apocalipsis ha llegado y no estábamos preparados para ello.
Más variedad musical con la intro de “Solitude” a modo orquestal que me recuerda horrores a Evergrey para luego virar el tema a un sonido clavado a Sonata Artica donde la variación de velocidades se alterna en función de la parte del tema donde nos encontremos sin abandonar la melodía pero me falta ese estribillo “matador” que tiene Sonata en la mayoría de los temas. El sólo es muy original combinando distintos instrumentos para intentar darle más majestuosidad.
“Nightmariner” nos muestra a un Marcus enfurecido marcando el camino como si le hubiese llevado los demonios para luego encontrar su paz interior a la hora de recitar un estribillo perfectamente estudiado y dejar a Jarmo que vuelva a lucirse con una masterclass a las teclas de padre y señor mío. Me gusta mucho la variación que le dan y los matices que adornan el tema, que le dan frescura y originalidad.
Relajamiento y Nightwish entra en escena con “The Golden horde” para preparar el que para mí es el mejor tema del disco no sólo a nivel compositivo sino en lo que me va transmitiendo y es que el empaque es muy bueno sin derivar hacia terrenos inexplorados, lleva una dinámica continuista que no presentan muchos de sus temas. Además el sólo me pone los pelos de punta con el pregunta/respuesta entre Aleksi y Jarmo por saber quién es el menos malo con una maestría y un nivel espectacular.
¿Qué nos falta por ahora en el disco?…efectivamente, “I left my heart at home” o lo que es lo mismo una balada al uso muy bonita con grandes coros de acompañamiento mientras Marcus se luce con esplendor. Nunca han sido de mi devoción estos temas, reconozco que son muy bonitos pero a la larga acaban aburriéndome sobremanera.
Faltaba Stratovarius en “The mercy racers” y es que como veis han “chupado” de las grandes bandas de su país y alrededores para nutrirse musicalmente e intentar darle su propio toque de distinción aunque a veces sea imperceptible. Otro tema dinámico y sin dejarnos descansar con un solo donde los virtuosos se explayan a gusto como si les hubieran tenido las manos atadas hasta entonces. Bastante agradable y recomendable de escuchar.
La segunda semibalada llega de la mano de “Callsigns” que me ha dejado con esa mueca en la boca de regustillo y he necesitado volver a escucharla unas cuantas veces para encontrarme plenamente satisfecho. Quizás la estructura musical sea parecida al resto pero la melodía y armonía que posee te atrapan y envuelven hasta que el efecto del “veneno” inyectado te haya hecho efecto. El final con el jugo de voz y coros es de gran calado y vuelve a demostrar que no son mancos a la hora de realizar temas.
Aquí acabaría el disco en su edición normal pero para los que tenemos la suerte de recibir las promos, nos añaden como regalo el bonus “Deep Water” que lleva una batería machacona en demasía con un doble bombo frenético que muchas veces hace que no te centres en los demás instrumentos. No es un tema que me mate pero continúa la dinámica marcada en el resto de sus “hermanos”.
Cómo habréis observado es un disco bastante variopinto aunque encasillado dentro de lo realizado por los grupos que os he ido describiendo. Si os gusta ese estilo apostad por ellos porque no os defraudarán, a mi particularmente el trabajo me ha gustado aunque sigo prefiriendo el “High time” y el “Waterlines” quizás porque me capturaron cuando los descubrí y me pueden los recuerdos más que muchos de los discos que se facturan en la actualidad.
Manuel García