Pero después de shock inicial, el segundo susto viene inmediatamente al poner el play.
El título avisaba, aunque creía que se trataba de falsa modestia, pero no, “Simple Song” podría haberse titulado sin problemas “Poor Song”. Un inicio flojo para tratarse de un disco de los Purple, con una canción que empieza lenta, en mitad del tema da un giro hacia ningún lugar y vuelve adonde empezó. La verdad es que por muy benovolente que uno quiera ser, este primer corte lleva el nombre de decepción.
Sin embargo, ¿cuantos discos no empiezan un poco flojos y luego mejoran? La verdad es que pocos, pero quizás este sea una excepción. Con esa actitud hay que enfrentarse a “Weirdistan” porque si no cometerás el error (o el acierto) de apretar el stop antes de que finalice un segundo tema que tanto honor hace al título. Canción difícil de explicar y que no se salva, más bien al contrario, con el solo de Airey en su pasaje central, ni tan solo con el de Morse.
Llegados a este punto algunos ya habrán decidido dejar el disco en la anteriormente mencionada estantería de los CDs olvidados antes que seguir escuchando como a los estimados Purple se les va esto definitivamente de las manos. Si los títulos de los temas anteriores ya eran premonitorios, que el tercero se llame ”Out of Hand” no ayuda a tomar una decisión diferente. Pero o bien por imprudencia o bien porque tenía que seguir con la crítica, y como esta no se acaba en el tema dos, ni siquiera en el tres, podéis continuar leyendo porque yo opté por mirar la portada del disco de nuevo y después de hacerme la preguntita de rigor decidí tirarme al río.
Efectivamente el tema parece que empieza por mal camino pero milagrosamente va mejorando a los pocos segundos y, al menos el riff, nos recuerda que sí, que era un disco de los Purple lo que teníamos en el reproductor. Sí bien a estas alturas no estamos para lanzar cohetes seguimos dándole la oportunidad y cuando entra el solo de Morse sabemos que el tema acabará mejor de lo que empezó. Un tema falto de la fuerza de antaño pero aceptable.
“Hell Pay” ya es otra cosa. Un tema más potente, más “old school” incluso que el anterior y que salva los muebles, sobretodo por el trabajo del gran Steve Morse y un acompañamiento de Don Airey mucho más centrado que en temas anteriores.
“Body Line” es un tema blues-rock, en la línea de muchos temas de los dos anteriores trabajos de los Purple de este siglo. Su punto fuerte no es la originalidad pero se deja escuchar.
Con “Above and Beyond” casi parecemos estar más cerca del injustamente defenestrado sonido del Mark I de los Purple que de cualquier otra de sus épocas, y a mí, que no le hago ascos a ese período iniciático, no me desagrada. El tema suena añejo y actual a la vez, es arriesgado, melódico y “progresivo”. Hasta puede recordar a una revisitación de los primeros Jethro Tull.
“Blood from a Stone” es un tema lento que en un primer momento parece apto para cualquier crooner que se precie pero que con un teclado lento y muy jazzístico de Airey y los punteos de Morse se convierte en un tema al menos escuchable.
“Uncommon Man” se inicia a modo de extravagancia hecha a medida de Morse, una canción que empieza instrumental, muy lenta, muy melódica y atmosférica y que va aumentando en ritmo e intensidad hasta que entra la voz de Gillan para rematar un tema de hard rock bastante progresivo y donde destacan los teclados cargados de diferentes registros. A mí no me disgusta en absoluto.
“Après Vous” es un buen tema de hard rock. Los Purple vuelven esta vez al estilo “old school”, al menos en el inicio, pero introducen algunos giros “progresivos” y atmosféricos que a muchos no gustará y que a mí no me molestan.
“All the Time in the World” es un medio tiempo blusero con unas guitarras muy melódicas de Morse y que pasa sin pena ni gloria.
El disco finaliza con “Vincent Price”, un tema peculiar no solo por su título, sino por los teclados de Airey simulando un theremin y por el aire “moderno” que se respira en el tema. Además cuenta con unas guitarras muy melódicas de Morse que me parecen acertadas. Quizás sea, además, donde más se nota la mano en la producción de Bob Ezrin. Es, por cierto, el único tema donde, al final, Gillan se atreve a intentar uno de sus gritos, con éxito discutible, por supuesto. Y es que Gillan todos sabemos que hace años que canta varios tonos más bajo que antaño, pero eso no se lo podemos tener en cuenta ya.
El trabajo finaliza definitivamente con el “bonus track” titulado “I’ll Be Me”, un rockanroll alegre y bluesero.
Si esperáis un disco que suene 100% a los Purple de antaño os aconsejo no éste sino el que comentamos en esta sección un poco antes, el último trabajo de Spiritual Beggars “Earth Blues”, si por el contrario queréis escuchar otra cosa (y que cada uno decida como clasificarla), escuchad este nuevo trabajo de los veteranos británicos.
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