No voy a andarme por las ramas; empezar una crítica para un disco de la talla de la leyenda de CONCEPTION, merecería ser empezada por una revisión a sus orígenes y desarrollar su trayectoria para, tan sólo, atisbar la punta del iceberg que es el universo que implosiona y explosiona, a su humorada, como metáfora de su elevado arte a lo que el resto de mortales llamamos MÚSICA. Y eso sin entrar en detalles de sus siempre ascendentes dotes musicales particulares, otro mensaje a relanzar.
En lugar de eso, te invito a adoptar ese ejercicio que ya realicé a principios de 2019 con motivo de su E.P. de regreso justo a finales de 2018: My Dark Symphony. No hace tanto, aunque en esta extenuante cuarentena pandémica en la que aún nos hallamos, padeciendo y soportando, parezca una eternidad.
Aquí os lo dejo por si fuera menester.
3 de abril de 2020. Para muchos de nosotros el mundo estaba (y está, y estará) tan cambiado que a veces discernir si vivíamos una pesadilla y esperábamos a despertar, o si realmente los todopoderosos imperios estaban siendo diezmados por un ínfimo ser, eran cuestión de ánimo, de exceso/falta de información o de cualquier drama humano que nos tocara de cerca, de lejos o tangencialmente. No me gusta mentir, no suelo hacerlo, pero he de reconocer quizás de forma insensible que cuando me llegó el disco, el mundo se paró durante un rato y nada más que eso me importaba en el momento. Tras la primera escucha me sentí confuso y me di cuenta de que, por mucho deseo que existiera, no era YO el que escuchaba y sentía. Todo me estaba afectando más de lo que creía.
Han pasado dos meses desde su edición y es ahora cuando me siento preparado para equilibrar los mil estados emocionales que he atravesado al escuchar este disco y, como mala costumbre en este mundo infame, ser sincero caiga quien caiga.
SPOILER: CONCEPTION conspiran contra toda lógica y editan una nueva piedra angular extraterrestre, dentro de su universo personal, y desde la que proyectar su vasto mapa cosmológico neuronal. IMPRESIONANTE. Eso sí, has de ser creyente en su religión, si no seguirás buscando la verdad ahí fuera, en lugares más cómodos.
State Of Deception se inaugura con una intro, In: Deception, de carácter orquestal y cinematográfico, oscura y cogida a la mano de las guitarras de Tore Ostby que dictamina las melodías junto a los comedidos pasos de batería que en pareja deciden estallar en un final incendiario.
Propiamente iniciado el disco, Of Raven And Pigs se construye principalmente sobre un repetitivo riff geométrico y tosco, muy al estilo TOOL, que tan sólo quiebra a la hora de ceder un ápice de piedad, de dulzura en la voz de Khan, con un puente que relaja el discurso que va tornándose más y más visceral, exhortativo, inquisitorial, escupido con gran teatralidad durante sus casi cinco minutos y jaleado por el eco de una muchedumbre sedienta de sangre. Un inicio desconcertante, un “speech” parido desde las entrañas y disparado a bocajarro en unas calles maltratadas por la decepción.
Waywardly Broken con un ligero recuerdo a RUSH en su prólogo, recupera sin perturbar el tono conciliador del magnético Roy. Cabalga a lomos de un corcel de coral, agitado tanto por el relajo de mareas ilusorias atravesadas por tímidas gotas de un grisáceo sol esperanzador, hasta las embestidas que rompen como embravecidas olas en el espigón de un acerado riff con renovada técnica contemporánea del maestro de ceremonias.
No Rewind quizás sea el corte más accesible dentro de su concepción progresiva, sinfónica, étnica y contundente. Un resumen minimalista de su pasado y presente, una actualización de estado que demuestra que ellos, de querer, buscan donde otros ya creyeron hallar, y que, sin perder perspectiva, pueden revisar expediciones anteriores para perfeccionar sus diarios, pero sin caer en la autocomplacencia y, mucho menos, en el “revival” aplaca intransigentes.
State Of Deception no tiene vocación de facilitar ni su primera escucha y, seguramente unas cuántas de las posteriores, al menos hasta que ya te hayas agazapado ante ellos y sientas la necesidad de alcanzar su mano tendida. Es un vaivén de sentimientos, un centrifugado emocional que no te permite adaptación hasta que das dos o tres pasos atrás para divisar que su conjunto es un difuso despliegue de unidades.
Ingresar tan prematuramente, justo en la mitad del LP, en The Mansion entrega cierto hálito de normalidad al tímpano común, pero al avezado y empedernido distorsionador de patrones estandarizados quizás le deje impasible. Y no debiera por varios motivos: en primer lugar, por la imponente carga emocional que posee esta balada que lo mismo vota a favor del AOR que coquetea con un halo de misterio inocuo propio del gótico menos lesivo.
En segundo lugar, por lo escénico del dueto Roy Khan – Elize Ryd (AMARANTHE) que dona un plus de belleza a un ya de por sí romántico texto.
Y para finalizar por el soberbio y extremo tacto que, una vez más, cede sin histrionismo Tore Ostby a un simple, pero efectivo solo que roba tu atención sin demasiado esfuerzo.
By The Blues lo mismo corteja nuevamente al sonido TOOL que al del Rock más clásico, más pétreo y con claros elogios y tributos de las seis cuerdas al mismo Blues que evocan en su título. Excelente los fraseos vocales.
Acabamos State Of Deception con un tridente actoral de diferentes intenciones y con diferentes resultados. Inteligente y premeditado, pero no por ello tan brillante en cada huella:
Anybody Out There, es un soliloquio pastoral y orquestado que consigue mantenerse con hilos gracias a un estribillo funcional, pero es un tema al que pienso que se le podía haber exprimido más sangre, sudor y lágrimas dada la grandilocuencia de sus intenciones.
She Dragoon agita de nuevo el pulso y recicla con algo más de liviandad el fenómeno ARK de su primer disco, añadiendo pinceladas más orientadas al Pop tanto en el estribillo como en el tramo en el que Ryd repite colaboración y, sinceramente, el acierto es pleno.
Para finalizar la intensa, honda, hermosa y perceptible Feather Moves remasterizada con respecto a su presentación de renovada actividad hace menos de dos años. Simplemente excitante.
State Of Deception camina tema a tema y no como conjunto. Funciona corte a corte dependiendo de tus necesidades y carencias, pero no como una comunidad acomodada. Canciones creadas para dar sentido a su propia creación desde un contexto unitario y que, con conocimiento de uso y abstención de abuso, maduran en la interinidad indefinida que cada uno sepa darle a su antojo.
RATE/NOTA: 8,6/10
Jesús Alijo Lux