BILLY IDOL: KINGS & QUEENS OF THE UNDERGROUND (BFI Records, 2014)

Los ochenta quedan musicalmente lejos, pero desde allá todavía hoy nos llegan sonidos que se resisten en morir. Salvo excepciones que siempre merece la pena nombrar, esta música nos llega trasnochada, postiza, cuando no pretenciosa y carente de alma.

No es el caso de Billy Idol y su retorno a los bajos fondos por todo lo alto. De ídolo de masas no le queda más que el nombre y, aunque todavía tenga un número de seguidores muy estimable, Idol sabe tan bien como nosotros que los días del Rebel Yell no regresarán.

Con ese hecho asumido, el rubio ha vuelto a reunirse de músicos de altura (Steve Stevens al frente, Trevor Horn detrás) para publicar un álbum que ya se coloca como un título más en una discografía irregular pero siempre interesante. Once canciones desigualmente inspiradas pero nunca fallidas que parecieran guardadas en un cajón desde hace décadas, con mucho rock y toneladas de pop. Porque de eso va Billy Idol, y no hay que pedirle otra cosa. Pura diversión, canciones coreables, bailables, para discoteca de cuando erais jóvenes.

«Bitter Pill» abre el disco a velocidad de autopista, con el pistoletazo de un gruñido genuino de Idol, como diciendo, Aquí he vuelto, una pieza de rock ligero con un estribillo pegadizo que no se te irá de la cabeza hasta…hasta el segundo tema: el single de adelanto, el pegajoso «Can’t Break Me Down», aúna el rock y el pop con la maestría que aún muestran bandas míticas como Blondie, a base de capas de coros y sintetizadores. Y no hay tiempo para un respiro hasta que no pasa «Save Me Now», uno de los mejores temas del disco, puro material para un directo que nadie debería perderse.

Muy consciente del lugar que ocupa hoy en día Idol y su música, el cantante de la mueca eterna le dedica no sólo una, sino dos canciones a ese pasado que, siempre mejor o a veces peor, no volverá. «Postcards from the Past» es el tema más rockero del álbum, una particular revisión de Rebel Yell con guiños tanto en la letra como en la música. Y le sigue, como contraparte calmada, el tema que da título al álbum, una balada en la que las referencias a tiempos pasados se cuentan a pares: «si estás escuchando esto, es que tú también eres rey o reina del underground». Uno no sabe si sentirse triste o contento por haber llegado hasta aquí.

El disco sigue con buenas dosis de solvencia pero, aunque sólo sea en términos de intensidad, la segunda mitad rebaja el nivel considerablemente, y las guitarras acústicas y las melodías más suaves se hacen más constantes. Tres o cuatro temas más relajados donde destaca, quizá, «Eyes Wide Shut», y que consiguen no aburrir. Como final arrollador, un rocanrol puramente Idol pidiendo a gritos whiskey y pastillas, caprichos de superestrella.

En definitiva, más de media docena de temas demasiado disfrutables como para dejarlos pasar, y otro puñado que no deslucen un trabajo notable. Porque no se le esperaba ya a estas alturas, pero también por derecho propio, el nuevo disco de Billy Idol supone una sorpresa que será raro que no guste a nostálgicos y a los recién llegados que no tengan prejuicios con las altas dosis de buen pop.

Julen Figueras

2 Comments

Los comentarios están cerrados.