BAÏKAL – Historias del fin del mundo (2017)

Llegaba el momento de sumergirse en la profundidad de helados lagos cognitivos y, acompañar a la bestia Baïkal en su travesía de agitados desequilibrios y calma apocalíptica. Ejercer una labor de simbiosis con la camaleónica propuesta de los logroñeses, enmarcando mi tiempo invertido al servicio de su análisis, en un trato “de tú a tú” con su oscuridad mancillada conscientemente por tenues atisbos de luz.

En unos segundos me hallo inmerso en una instancia de lúgubre densidad, arropado por una avalancha de contrastes abruptos que de forma decadente oprimen mi pecho. Vuelvo veinticinco años atrás cuando ANATHEMA y PARADISE LOST rompían mi tranquila existencia juvenil ajena a la pesadumbre que se gestaba en la escena paralela al comercio radiofónico. Pero no queda solo ahí su nutriente presencial, añadiendo aura Black exenta de extremismo y abono etéreo contemporáneo, bastardo de la evolución de géneros que actualmente postulan una etiqueta demasiado pretenciosa denominada Post Rock. Todo destila meditación, cada adorno, cada recreo atmosférico, cada explosión de contundencia y su némesis de tenebroso reposar. Todo, desde la pulcritud de melodías semidesnudas o desnudas completamente, hasta el bramido de distorsiones, pasando por la mecánica sección rítmica que dota de artificial pasión los sucesivos cambios de asalto. Amplificando tragedia, la narración desgarradora de la abismal voz desangra los sentimientos, como si un vampiro nostálgico necesitara recordar el pulso de la emoción a través de su lamento milenario. BAÏKAL, coloso impulsivo, irrumpe en la superficie anquilosada del conformismo arrasando con una ancestral revitalización.

Malditos Sueños nos adentra en la cavernosidad del estómago de la criatura, sin estridencias en su particular viaje, prolongando su sombra. Recolecta elementos de variedad cromática que se adhieran a la aniquilación de su paso. Efectos sonoros ambientales, voces limpias en dosis mesurada dotan de trascendencia mayor, al lamento lírico continuo de una garganta mutilada entre los ecos de un ambiente insanamente hermoso.

Sacudiéndose las cenizas del tiempo, arrancan su relajado porte y embisten con ritmos parejos al Metalcore en complicidad con el Death melódico sueco en 40·38_31.3N 4·09_19.2W (ingenioso título). Aquí es donde descubro unos de los problemas que me apartan ligeramente de la sensación abstrayente de la que estaba disfrutando sin medida. Noto que le faltan fuerza y densidad a la producción de las guitarras en los riffs más corrosivos y veloces, en lo que podría haber sido un golpe en la mandíbula de difícil reacción. Estrofas de natura Hardcore ceden ante su manera de concebir las cuerdas en melodía. Virajes tonales, rítmicos y brutalidad contenida comprendida en su salvaje conjunto de personal impronta.

La onda expansiva resultante del anterior tema se acentúa en Moebius, cobrando mayor plano en un resumen compositivo superlativo de identidad insultante. Malabarismo de percusión en cortantes cambios de tiempo y velocidad que otorgan aires progresivos a la metalización de las secuencias en los que se interfieren aromas de pausada relatividad sobre lienzos cuasi astrales.
La versatilidad en los primeros compases de Semidioses me recuerda a RADIOHEAD, ligera y engañosa claridad en este universo opaco, donde un recital de poemario reclama toda mi atención. Pero poco dura semejante comparación. Nuevamente una incursión de engranaje Hardcore metálico se no echa encima, sin aviso, en la estrofa, vomitada con rabia necesaria y absorbida rápidamente por la naturalidad con la que perpetran profundidad despiadada. Muros sónicos repletos de pinceladas efectistas que ceden a los campos diáfanos de horizontes colindantes con la infinidad de la imaginación. Clase inherente manifestada en el pícaro uso de unas guitarras sin complejo en sus disciplinas inquietas. Desarrollo en inmensidad durante ocho minutos que desafían al tiempo real, jalonado con una prosa combativa acertadísima. Como broche final abandonan todo su arsenal destructivo para rendirnos a la simpleza de una pieza instrumental que se me antoja épica en sus escasos segundos de protagonismo absoluto.

Lejos de clasificar, subrayo en este formidable E.P. las influencias que me han transportado a exclusivos recovecos de vibrante calibre: Doom, Death melódico, Hardcore, Psicodelia, Progresivo, Black y sin necesidad de recaer en tópicos. Anonadado me hallo ante la perfecta asimilación y fusión entre ellos.

Tremendo trabajo de guitarras, bien sea dobladas, rítmicas, ambientales o decorativas; acompañadas de la precisa base rítmica que necesitan para poder alzar vuelo libremente, sin despeñarse por senderos huecos. Y la voz, gran complemento de este trabajo, que en su epicentro visceral absorbe del black al hardcore, emanando esporádicamente entonaciones limpias, en cualificadas interpretaciones que hacen madurar un fruto prohibitivo para los que evaden el riesgo.

Grabado y producido en los Blue Planet Records por la banda, se acusa la necesidad de pequeñas mejoras para realizar, junto a su artwork imponente, obra propia, un titán de proporciones devastadoras.

Notable alto para este debut que me ha postrado de rodillas ante ellos y al que auguro, en no mucho tiempo, un privilegiado espacio en la escena.

BAÏKAL son: David Mesa batería, Javier Goicoechea bajo, Pablo Garraleta guitarra, Javier Mollá guitarra y Estrés a las voces.

Jesús Alijo «Lux»

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