Dicen que el heavy metal está muerto. Reconozco que también yo muchas veces he pensado que, desgraciadamente, está agonizando. Por suerte, hay noches que te reconcilian con esa música que nos lleva acompañando durante tantos años de nuestra vida. Para muchos, es parte indiscutible de nuestra banda sonora. Sería absurdo no reconocer que su mejor época de popularidad ya pasó; queda lejos. Hay antiguos seguidores que se han ido bajando del carro, bien por desidia, bien porque sus gustos, simplemente, han ido cambiando. Es natural. Pero estoy casi seguro que, en algún momento, aunque sea por breves instantes, a todos aquellos que les gustó, les puede remover el corazón escuchar una buena dosis de heavy metal.
El pasado día 23 de abril, en la mítica sala Caracol de Madrid, muchos se reconciliaron con este estilo de música. Por momentos, volvió aquella hermandad que hemos vivido tantas y tantas noches.
Puntuales, a las 20:30 horas, la banda canaria Ayra tomó posesión del escenario para demostrar que son una banda a tener muy en cuenta para el futuro.
Tras una breve introducción instrumental, todavía con el telón echado, comenzaron su descarga con el tema que inicia asimismo su ópera prima. “Only Agony” es una gran manera de empezar a caldear el ambiente.
Continuaron con “Crystal Wall”, más melódica y sinfónica, con un gran protagonismo de los teclados. Una de mis preferidas. Yo creo que Mario, teclista, disfrutó tanto o más que el público.
Continuaron con “Silent Veil”, tema que da título precisamente a su disco y con “Sun Arise”.
Durante su concierto también hubo tiempo para una versión. En esta ocasión, la escogida fue “Sleeping in my car” de Roxette, aunque desarrollada de forma especial, intercalando partes del “Mamma Mia” de Abba o el “Don’t Stop Believing” de Journey.
Poco a poco fueron presentando los temas de su primer álbum, que interpretaron casi al completo para, tras aproximadamente 45 minutos de concierto, con “Last Desire” despedirse de los espectadores, dejando el ambiente perfectamente preparado para el plato fuerte de la noche.
Con un ligero retraso sobre la hora prevista, la ya veterana banda Ankhara subió a las tablas para demostrar por qué deberían tener un reconocimiento muy superior.
No me quiero extender mucho, porque cualquier cosa que escribiera se quedaría corta y no podría expresar realmente el gran concierto que se marcó la formación. A veces, me llama la atención que músicos tan curtidos sigan manteniendo la ilusión y las ganas de darlo todo sobre el escenario. Y, claro, eso algo que se transmite a los espectadores.
He de reconocer que yo no había tenido la oportunidad hasta ahora de disfrutar de un concierto de Ankhara. Sí les sigo y dispongo de su discografía de estudio; de hecho, en esta misma web podéis leer las reseñas de sus dos últimos discos, pero por unas cosas o por otras, no había podido asistir a uno de sus directos. Y el sábado día 23 me pude quitar la espinita y de qué manera.
Suenan absolutamente compactos, potentes, con una energía brutal sobre el escenario. Y algo que me gustó especialmente; todos gozan de sus momentos de protagonismo durante las canciones, sin necesidad de solos interminables y demostraciones de virtuosismo innecesarias que, muchas veces, lo único que consiguen es sacarte del concierto. Pero si son parte de las canciones o están perfectamente integrados, bienvenidos sean. Y Ankhara eso lo hace a la perfección.
Tras una breve introducción instrumental, abrieron con “Lentamente” segundo tema de su último disco “Premonición” y, desde el primer acorde, ya tenían a todo el público entregado y coreando todos y cada uno de los temas que fueron descargando.
Los dos primeros clásicos no tardaron en aparecer, ya que continuaron con “Un paso más” y “Demasiado tarde”, temas que estaban incluidos en su primer disco, aquel mítico “Dueño del Tiempo”.
“Sueña” fue el primer tema escogido de su penúltimo disco “Sinergia”, para regresar a su primer trabajo con “3:40”.
De su segundo trabajo, pasaron a interpretar “Océanos de Lágrimas” antes de presentar un tema de su último álbum, como fue “Esperando a la Eternidad”.
El nivel vocal de Pacho Brea es simplemente espectacular. Mantiene intacto toda su potencia y registro. Pero es que todos y cada uno de los componentes están en un estado de forma brutal.
“Sigo en Pie”, “Jamás” y “Huida” fueron las siguientes, antes de un breve solo de batería de Matt de Vallejo. Es lo que escribía anteriormente, fue una buena demostración de talento, pero lo suficientemente breve y con el concierto ya bastante avanzado, como para no romper el ritmo y que sirvió al resto para tomar un breve respiro.
Siguieron regalando clásicos al respetable. “No digas nunca” y “No mires atrás” que, como no podía ser de otra forma, fue cantada, saltada y disfrutada por todos los allí presentes.
Tras “Ayúdame” y “Levantar mi alma”, salieron brevemente del escenario para regresar a interpretar los ya tradicionales bises. Esta vez fueron “Hasta el fin” y “Acordes mágicos”, las que escogidas para, ahora ya sí, finalizar un gran concierto.
El pasado 23 de abril, Ayra y Ankhara ofrecieron un grandísimo concierto, ante un público que prácticamente llenó la sala Caracol de Madrid y demostraron que el heavy metal sigue estando más vivo de lo que muchas veces podemos pensar.
Crónica y fotos: Daniel Arriero