Nuestro pequeño homenaje al recientemente fallecido guitarrista Bob Kulick.
LUX. – Bua tío, ¡que puta máquina es el Bob Kulick!
X .- El de los KISS tronco, me flipa el Crazy Nights…
LUX.- ¡Ome no me jodas! Ese es Bruce Kulick, su hermano. ¿Pero entonces no conoces a Bob Kulick?
X.- Pue no tenía ni idea de que tenía un hermano macho, me sonaba el otro de cuando el disco ese…
Y así, de esta guisa, se ha reproducido esta conversación, dialogo de besugos, muchas veces, entre copas y colegas o conocidos; los puebla bares del meeeetaaaal (sí, lo he cantado con falsete). Y es que tengo la sensación de que Bob Kulick nunca ha tenido el puesto que merecía en vida dentro de nuestra memoria rockera. Me da mucha pena.
Hoy veintinueve de mayo de 2020 nos llega la noticia de su deceso, en palabras a través de las muchas veces frías redes sociales, y no menos que desde su hermano, sí, el de KISS. Puta manía de reducir al mínimo de retención neuronal, carreras que abarcan mucho más de lo que cualquiera de nosotros conseguiríamos en tres vidas.
Aún así la cosa no iba desencaminada, Robert J. Kulick, que nació en Nueva York, concretamente en Brooklyn, justo a mitad de la centuria pasada en el seno de una familia de origen judío, pudo ser uno de los cuatro locos melenudos “pintarrejeados” que se apoderaron del corazón de millones de féminas e hicieron que los chicos malos encontraran un referente distinto, extraño. Sí, porque después de haber demostrado sus virtudes para el jurado Stanley, Simmons y Criss cuando estos buscaban completar la formación que, a la postre, sería una desbocada locomotora de dólares vaporosos, el inmenso guitarrista poco podría imaginar que al dejar la puerta entre abierta para que pasara el siguiente, dejaba de formar parte de un pedazo de historia en beneficio de Ace Frehley, que con su brillo (y su pelo) de Rock Star, sofocaba las llamas que había despertado Bob en su audición.
Muchos podrían venirse abajo, pero Bob tenía claro lo que podía hacer y lo que quería hacer. De ahí pasó a grabar para y con, entre otros, Lou Reed, como en su sexto disco, Coney Island Baby. Pero la infección del beso necesitó de su medicina en Alive II, Unmasked o Killers, e incluso en el primer disco en solitario de Paul Stanley de 1978, enmarcado en el cuadro que ellos mismos pintaron dentro de la carrera de la banda. ¿Es cosa mía o es que dejó huella entre las criaturas de la noche?
De ahí se unió al circuito de compositores y artistas, esas compañías que, por una razón u otra, orbitaban alrededor de las rutilantes estrellas del maquillaje: grabo para MICHAEL BOLTON en su primer disco homónimo (recuerda Fools Game) o Diana Ross e incluso con MEAT LOAF (Bad News – 1984) y sus espectáculos en directo.
Multidisciplinar, melódico o rudo según ordenaba la composición o la parte contratante, demostró que el AOR no era un secreto para él con BALANCE, con, principalmente, sus dos primeros discos a principios de los ochenta, BALANCE – 1981 e In For The Count – 1982, que permanecen algo desconocidos, con cierto aire baladí para quienes sólo indagan en las listas tan manidas de los cincuenta mejores álbumes. Error.
Mientras otros se mudaban al Grunge u oscurecían su sonido para subirse al carro de la nueva ola mercantil de los noventa, él incidía en el Hard Rock con BLACKTHORNE, SKULL o MURDERER´S ROW, tres bandas que si no has escuchado y gozado, es porque tu también dejaste de lado la música con la que creciste. Atentos a los músicos que participaban en uno u otro proyecto: GRAHAM BONNET, FRANKIE BANALI, JIMMY WALDO, CHUCK WRIGHT, DENNIS ST JAMES, BOBBY ROCK o DAVID GLEN EISLEY.
Pero si esto aún no te resulta relevante, decirte que es el autor de las guitarras de un grupo que sí conoces y adoras, WASP, en The Crimson Idol y Still Not Black Enough, o que ha grabado y girado con DORO en Calling The Wild o TIM RIPPER OWENS en su propio disco en solitario.
Hasta 2017 no llegó su primer disco en solitario, cuando llevaba más de cuarenta años de carrera en la que demostró su amor por la música que compartimos, orquestando multitud de tributos y reuniones de grandes nombres para ofrecer sus visiones y compromisos con tallajes como: QUEEN, AEROSMITH, KISS, IRON MAIDEN, CHER, SHANIA TWAIN, BEATLES o SINATRA, hasta su homenaje metalero a la Navidad y sus tonadas.
Compartió, desde los años del cardado hasta ayer, su vida con la bella Playmate y actriz Stella Stevens (El Profesor Chiflado, Girls Girls Girls!, La Aventura del Poseidón, Bonanza, etc…), pero lo que me obligaba a escribir estas líneas es que compartió su talento para que millones de amantes de la música dura, y no tanto, a sabiendas o no, escucháramos guitarras de calidad donde otros hubiesen colocado teclados desenfadados o abandonado a su suerte, para mejorar la propia, el ROCK CON MAYÚSCULAS.
Descansa en paz, Robert J Kulick, Bob, y que la tierra te sea leve, tu legado te precede. Tú bien lo dijiste: I LOVE MY MUSIC LOUD! (tercer corte del maravilloso disco SKULL.- No Bones About It, 1991) y así será por parte de este seguidor.
PD: Espero que con estas letras, cuando ya podamos apoyarnos en la barra de un bar sin tener que vocear a dos metros de distancia, no se repita en demasía las aclaraciones entre Bob y Bruce. Por cierto, a su hermano también lo admiro sobremanera. ¡Ea! Ahí queda eso.
Jesús Alijo «Lux»
Foto cabecera: Julie Bergonz