Voy a ser brutalmente sincero con mi reseña al nuevo disco de LORDS OF BLACK, pese a quien le pese.
En primer lugar he de decir que reconozco las meritorias labores individuales de sus integrantes. Pero ante mi visión general de su obra anterior, siento que sus composiciones sobrevuelan, a excepción de cuatro o cinco temas sobresalientes por disco, planicies que dispersan mis contemplaciones ante un paisaje que sé que podría enamorar y que sólo dejan entrever, descaradamente, pero a falta de exposición total.
El hecho de que la formación sea compatriota, hacía más ardua la labor a la hora de exponer mis planteamientos. Parece ser que eres un hereje, desde ciertos sectores, si no vanaglorias lo que muchos medios, entusiastas de talonario, catalogan como magistral, motivados vete tú a saber por qué (aunque todos seamos conscientes). Ejerzo una labor crítica realista, sin ánimo de enturbiar la eterna promesa nacional, mucho menos menospreciar. Mis argumentos van más encaminados a equilibrar, sin diferenciar la nacionalidad, como hago tras cada trabajo que degusto, hacia lo que realmente es adjudicado como producto para un mercado libre de fronteras en la actual melé mundial de calidades desbordantes, y que merece, para demostrar estar realmente a la altura del título que se le otorga a cada artista/banda, precisión y justicia.
La sobrexposición de Ronnie Romero, un vocalista sobradamente dotado, tanto para su carrera como para con las tamañas leyendas con las que se codea en los últimos tiempos, arrojaba, al perro viejo que lleva décadas siguiendo los vaivenes de la música que amamos, dos presagios que espero nunca tengan materialización. Por un lado forjarse el apelativo de mercenario en los rejuvenecimientos de artistas consagrados, y saturar, como en su día pasó con mi adorado Jeff Scott Soto, el anuario de referencias discográficas de turno. Por otro, que en esa constante agenda de trabajo, nunca desfallezca su ímpetu para LORDS OF BLACK, que, abandonando ya los dejes de profesión y posicionándome como, ahora sí, compatriota, desde su irrupción han despertado en mí, a pesar de no llenarme, el deseo de su triunfo, cualidades, reitero, siempre han mantenido.
Hagamos memoria rápidamente, Tony Hernando a las guitarras, un músico versátil, disciplinado y lleno de recursos, vamos, un `guitar hero´ patrio, amén de teclista y bajista a la hora de encarar este trabajo. A las voces otro portento imposible de ignorar, Ronnie Romero, de origen chileno y, en este momento, un carácter demandado por la élite instrumental en ese cruce tan cercano a los iconos referenciados tantas veces, con los que hemos vivido mil experiencias y que merece, al menos por mi parte, sean obviados, en valoración ascendente al citado. Otro todoterreno, Andy C (Andrés Cobos), batería poderoso, tremendamente sobrio, preciso, ideal para el desarrollo del combo, así como brillante pianista y teclista, compartiendo labores con Tony Hernando. Y el nuevo fichaje, Dani Criado al bajo, en la actual encarnación del grupo.
Dos discos desde 2014, aclamados por gran parte de la crítica y de los fans, y que en este 2018, el día once de Mayo, convertirán en trilogía, con Icons Of The New World. La colaboración continua en labores de estudio con Roland Grapow, mantiene una alianza incesante que no cede en este redondo, marcando, evidentemente, una pauta compositiva definida y clara en una producción a la altura. Su estilo es un Heavy/Power de corte progresivo entendido con la modernización de la corriente y los guiños a su génesis y evolución. La portada, una vez más, entronca con los conceptos del género, resultando magnífica, igual que sus predecesoras y nuevamente cumpliendo con la tradición en manos de Felipe Machado.
Entrando propiamente en los temas del nuevo álbum, podemos encontrar, con gratitud, aditivos técnicos interpretativos, fruto del estado inquieto del verdadero músico, que engrandecen el sonido ya característico de la banda (estribillos abiertos, épicos, hímnicos, unidos a la destreza instrumental, potencia metálica con espacios diáfanos para filtrar teclados multidimensionales y el espíritu progresivo que acentúa sin categorizar). También hay elementos que no resultan, al menos para mí, de una alabanza perpetua. Reiteración de patrones a la hora de encarar vocalmente ciertas estrofas o estribillos, y fijaciones innecesarias en los productos excedentes de la maquinaria corporativa metálico europea melódica.
Traducido para su valoración:
Segmentos machacones marca `Groove´ con reminiscencias al Death técnico en punzantes detalles, toman posesión del riff del solo de World Gone Mad, apertura estadística de sumo gusto, amén de ciertos guturales alternantes en los finales del estribillo.
Concepto CONCEPTION bien asimilado en cada una de las distintivas huellas que revolotean y se aproximan a la desembocadura del estribillo de Not In A Place Like This, completamente heredero de los señores de negro.
King´s Reborn reaviva la llama en un temazo de fusión subyacente de carácter latino y visceralidad Hard metálica, todo bajo la batuta instrumental de estos avezados músicos.
Tratados de libre peaje por entre los cauces menos agitados y más representativos del metal melódico, Hero Takes a Fall necesaria y agradecida visita Power Metal, gran corte. The Edge Of Darkness (muy FIREWIND) resulta y evoluciona favorablemente, dejando meridianamente clara la competitividad del grupo frente a los referentes europeos. All I Have Left es brutal desde el segundo uno, escaparate metal de alta gama donde el brillo es cegador a través de cada interpretación, destacando la rabia de un prominente Ronnie, broche final exultante para este trabajo.
Expediciones tributarias, excesivamente pronunciadas a MASTERPLAN y al precepto Magnus Karlsson, ese sonido peligrosamente prefabricado de melodía inocua y relajado porte técnico, que vulgarizan la virtud de la banda. Icons Of The New Days de corrección agradable y Forevermore, que aunque entretenida, no deja de militar en un deja vú demasiado común hoy en día. Long Way To Go con cierto semblante JUDAS PRIEST escapa parcialmente de las fauces de la corriente acertando mayormente y marca camino propio.
Mejora soberanamente la sensación un The Way I´ll Remember, agilizado con un riff de órdago y la tesitura neoclásica en homenaje YNGWIE J. MALMSTEEN (maravilloso solo de Tony), con un Romero menos anquilosado y más pasional. Fallin´ interludio instrumental, ornamento predecesor, ahonda en la senda del virtuoso sueco. Acreditan piano a Víctor Díaz en estos dos temas.
Wait No Prayers For The Dying, adornada con oscuridad en sus ademanes DREAM THEATER, evidencia la versatilidad del cuarteto amén de su incontestable labor individual. No puedo pasar decir que su estribillo es de lo mejor que han materializado en los últimos tiempos.
Icons Of The New Days mantiene y aumenta mi esperanza en la banda, incrementando la ristra de temas elogiables, mejorando notablemente mi posicionamiento hacia su propuesta. Espero que pronto `el negro´ sea la apuesta nacional por derecho propio, encauzados van, no lo dudo, lo resalto, pero con la objetividad multitudinaria ajena al sensacionalismo mediático y basada en los propios criterios y sensaciones. Así he realizado esta reseña.
Información adicional:
Icons Of The New World tendrá diferentes ediciones. Una en CD estándar, una edición especial en digipack y un doble vinilo de 180 gramos.
El digipack cuenta con un bonus cd con las siguientes canciones:
Innuendo (Queen cover)
Only (Anthrax cover)
Tears Of The Dragon (Bruce Dickinson cover)
Edge Of The Blade (Journey cover)
The Maker And The Storm (Bonus Track)
When Nothing Was Wrong (Bonus Track)