El cantante de Asia, John Payne vuelve a la actividad y esta vez lo hace fuera de su grupo. Reaparece en compañía del teclista Erik Norlander (Last in Line, Lana Lane) bajo el nombre de Dukes of the Orient. Lo hacen grabando para el sello italiano Frontiers S.R.L. que no es especialmente muy dado a editar música como al que esta pareja de artistas presentan. Con este trabajo, gestado durante nada más y nada menos que diez años, la pareja formada por John Payne y Erik Norlander vienen a demostrar la grandeza ya sabida de que el rock es tan amplio y que tiene espacio suficiente como para navegar por extensos mares agitados y por otros en calma.
El disco de Duke of the Orient está producido por John Payne y grabado por él mismo junto con Erik Norlander en los ADA Recording Studios (Las Vegas, NV), Think Tank Media (Placerville, CA) y Ocean Studios (Burbank, CA). Las mezclas han corrido por cuenta de John Payne y la masterización ha sido a cargo de Joe Bozzi.
Tiene ocho temas elegantes y que rebosan musicalidad. Es la exageración de un cantante único como es Payne, quien eleva a niveles magistrales la figuración e interpretación que de las melodías hace. Todo esto cuadra y encaja en una perfecta combinación con la orquestación clásica de los años 70 que Erik Norlander lleva a cabo. Los sonidos tan variados de los teclados del californiano rodean las canciones y las hace suyas con los adelantados sintetizadores o con los especiales sonidos de los minimoogs. Si en tiempos veíamos a virtuosos teclistas como Rick Wakeman que se rodeaban y ocultaban entre pisos y pisos de teclas donde colocar sus selectivos dedos, en el caso de Norlander me da la impresión de que éste no se ha quedado atrás, puesto que la infinidad de sonidos que ha incluido en las canciones no se lo logra con poco material. No han faltado tampoco los especiales y esenciales hammonds para dar ese aire setentero pero que tan bien marida con la música hecha para esta ocasión. La lógica y selecta expresión de un músico de conservatorio como es el teclista no pasa por adornar sino que se desplaza hasta donde su mente ilustrada y bien cultivada le permite. No se debe considerar por lo explicado un disco de teclista, sino que su creatividad la pone al servicio y al fin único que supone construir canciones en las que hay otros muchos aspectos que brillan a la altura del teclista.
Si al principio comenté que es el cantante John Payne el que está metido en esta aventura no puede ser que ahora lo deje en su segundo plano. Él es el cuerpo de los temas, es la voz que tu mente digerirá cuando te metas en la escucha del disco, y eso será lo que de verdad te va sorprender. A estas estas alturas de la vida si estás atraído por este trabajo no me cabe ninguna duda que serás alguien que va mucho más allá del “na na naaa” y que conoces muy bien la carrera de John Payne. Puede que le consideres “el otro cantante de Asia”, pero lo que no dudo es que le tendrás en un pedestal como esos cantantes históricos y capaces de hacer de una canción normal todo un selecto y brillante corte. Es innegable que el británico cantante se ha ganado el respeto por la muy demostrada profesionalidad que a su vez lleva unida por esa madurez propia de los 60 años que atesora. La exquisitez del bajista y cantante ha dado como resultado unas melodías exuberantes y sobradas de armonías nativas e innatas que son fruto de mucho camino cantado. ¿Quién sino fue capaz de encandilarnos con canciones que son historia del rock progresivo? ¿Cómo se te puso el cuerpo cuando le escuchaste cantar temas de los grandes Asia? Pues bien, en este trabajo la voz de Payne sigue dando lo que de un artista como él se espera. También ha sido el encargado de tocar el bajo y algunas guitarras y así de este modo ser junto con Erik Norlander la base del álbum.
Junto con los dos músicos han trabajado también los guitarristas Jeff Kollman, Guthrie Govan, Moni Scaria y Bruce Bouillet, y el batería Jay Schellen quienes han conformado un grupo muy bien asentado y con grandes temas que han desarrollado diría yo sin despeinarse. No puedo más que dejarme atrapar por la finura en la interpretación y por la veracidad de lo que se escucha al ir dejando pasar el tiempo, algo que ocurre con una pasmosa facilidad y rapidez. Hay grupos que con canciones de tres minutos empiezan, transcurren y terminar del mismo modo para al final preguntarte qué han querido mostrar y enseñar. Pueden ser más o menos previsibles y vamos a decirlo sin faltar al esfuerzo, del montón porque “eso lo he escuchado antes”. Este álbum que he dicho tiene ocho canciones, éstas tienen una duración media de cinco y seis minutos, llegando alguna a los ocho y concluyendo el disco con un tema de diez minutos. El caso de Duke of the Orient es algo así como si juntas en una conversación a personas cultas que hablan de un tema que en principio puede ser de actualidad y muy trillado, pero que saliendo de la boca de ellos y por estar en otro nivel cultural y de inteligencia, usan frases que transmiten lo que otros por mucho empeño no consiguen aunque estén toda la noche dale que dale. En esta escala de competencia está el disco de Duke of the Orient.
Esto es Rock progresivo o sinfónico actualizado a los años que vivimos, con la esencia inconfundible de la savia inicial pero con la modernidad que hará que cualquier entendido y amante de la buena música sepa gozar sin aburrirse. El respeto hacia los grupos que iniciaron el progresivo va por delante de cualquier interpretación cuando he escrito el término “aburrirse”. Crecí escuchando a Yes, Camel, Jethro Tull, a los iniciales Supertramp, a los inmensos Emerson, Lake & Palmer, al genio King Crimson, por lo que conozco un poco de la historia de la cual Duke of the Orient se ha nutrido por naturaleza al componer y grabar este disco. Un álbum hecho a la antigua usanza al utilizar un sistema analógico que ha conseguido preservar la naturalidad y el fondo de los temas, y ha dejado de lado algo que últimamente me molesta que es ni más ni menos la sobre compresión y compactación. Algo que muchos grupos llegan a introducir en sus discos para querer ser los más potentes, consiguiendo con ello lo contrario que es que la mente se sature.
Cuando escuches este trabajo verás que la grandeza de la música no tiene límites si ésta es desarrollada, compuesta e interpretada por músicos con la versatilidad, originalidad y transparencia que el dúo Payne Norlander han sabido registrar en este disco. Un lujo para los oídos que saldrá a la venta el próximo 23 de Febrero y que te dará ese gusto sublime de canciones muy especiales. También debo indicar que creo que está dirigido a un público maduro y entendido, aunque tampoco quiero que si eres menor de cuarenta te asustes y lo dejes de lado. Es fácil que si te metes en escucharlo tires hacia detrás en la búsqueda del porqué de músicos tan especiales.
Muy recomendable para fans de los grupos nombrados arriba y para grandes devoradores de música basada en el rock.
Luis Maria Catediano
Track list:
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Brother In Arms
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Strange Days
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Amor Vincit Omnia
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Time Waits For No One
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A Sorrow’s Crown
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Fourth Of July
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Seasons Will Change
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Give Another Reason