XMAS IN HELL FEST 2015
Nightrage + Methedras + Rise To Fall + The Descent + Bloodhunter
Stage Live, Bilbao, 19 Diciembre 2015
Crónica y fotos: Unai Endemaño
Este modesto certamen que aquí se relata, lleva camino de convertirse en un evento tradicional del invierno vasco y es que, el Xmas in Hell se ha tirado unos cuantos años ya, siendo el último bolo con el que despedimos la temporada conciertil más de uno, contando con unos cuantos grupos escogidos del panorama vasco, junto a otros grandes nombres foráneos, de reconocido prestigio. Con esta sencilla formula parece haberse hecho un huequecito entre el motrollón de ofertas festivaleras que disfrutamos a lo largo de todo el año.
Este 2015 la apuesta máxima era la de devolver a suelo vasco, a una de las principales formaciones de Death Melódico que jamás hayan existido, junto a un plantel de nombres de solidez contrastada. Con esta premisa se le dio el protagonismo merecido a los Nightrage de Mario Iliopoulos, una de las grandes bandas que siempre han pululado por el desván del estilo, sin llegar nunca a la primera división que sus primeros trabajos hubieran merecido, pero sin apearse nunca de la meritoria segunda fila en la que se han continuado batallando desde entonces.
Comenzaría el certamen una de las formaciones más prometedoras del panorama metálico español, Bloodhunter, quienes continúan presentando su primer redondo homónimo por toda la península. En Bilbao concretamente, les tocaría bailar con la más fea, abriendo demasiado pronto para el común de los mortales y plantándose frente a los poquitos madrugadores que se habían dejado caer ya por la Stage Live.
Su actuación sería contundente a pesar de las circunstancias, creyendo en lo que se traían entre manos, y mostrándose como grandes instrumentistas, cada uno desde su parcela correspondiente. La mayor parte de las miradas de los asistentes recaerían sobre su llamativa vocalista, Diva Satánica, quien se mostraría como una notable aprendiz de Angela Gossow en versión gallega, sin hacer sombra en ningún momento, al par de virtuosos que agitaban alrededor de ella. Rematarían firmemente con una poderosa versión del «Crystal Mountain» de Death.
La verbena navideña continuaría con unos ilustres conocidos locales, una de las formaciones más solventes que a uno le vienen a la cabeza, cuando de practicar Death Melódico se trata. The Descent demostrarían de esta manera, el enorme potencial que atesoran, imprimiendo empuje a una velada que parecía haber comenzado fría, un poco por el clima en el exterior de la sala, y otro poco, por la escasa asistencia allí presente. Cumplirían una vez más con su cometido, a pesar del humilde puesto que el cartel les regalaba.
Arrancarían el saco de hostias empujando con su celebérrima «Web of Lies», clásico inicio que muchos ya nos sabemos de carrerilla, sin que fuesen a olvidarse del certero latigazo que siempre propina “Winter Hell”. Carlos se mostraría tan eléctrico como de costumbre, sin parar de moverse de esquina a esquina, acompañado en lo visual por los molinetes que regalaba Ander mientras machacaba su Explorer blanca. Presentarían una vez más a su nuevo guitarra Borja, así como alguno de los cortes que compondrán su esperado nuevo redondo. Saldrían triunfantes de una sala que había comenzado a llenarse minuto a minuto.
Los siguientes en la palestra, Rise to Fall, repetían escenario después de que hace unos cuantos meses, abarrotaran la Stage Live presentando su nuevo End Vs Beginning. En esta ocasión tan solo dispondrían de una hora para enseñarnos sus impactantes tonadillas, con la mayor afluencia de espectadores que acabaría disfrutando la sala, y una puesta en escena pelin más discreta que la anterior vez que pudimos encararlos. El oficio por contra, lo mantendrían intacto los de Sopela, luciendo convincentes una vez más, al tiempo que el festi despegaba por fin.
Su repertorio volvería a centrarse sobre su último opus, dando la razón a quienes pensamos que es lo más redondo que jamás han podido grabar, constatando la tremenda confianza que descansa sobre cada surco. De esta forma rematarían con “The Threshold”, una comparecencia en la que tendrían tiempo de recordar sus orígenes por medio de “Redrum” y mentar como es debido, los puntales de su anterior “Defying the Gods”. Les faltarían minutos para poder poner la sala patas arriba, pero volverían a convencer a todo el que rondara por el recinto.
No menos resueltos se mostrarían los siguientes espadas de la noche, a pesar de que menos de la mitad del publico fuese a contemplar su encomiable descarga. Los Methedras servirían a gran parte de los asistentes, como banda con la que hacer un paréntesis en medio del festi, perdiéndose su actuación por coger aire o descansar un ratejo. Dejarían de contemplar un conjunto incendiario, evidentemente influenciado por Lamb of God y Pantera, pero con carácter suficiente como para que su propuesta resultase creíble. Su cantante de enorme melena leonida, se pasearía entre los presentes en varias ocasiones, animando el cotarro, y esquivando con desparpajo el escaso conocimiento que sobre ellos teníamos la gran mayoría.
La gente volvería a entrar una vez que los Nightrage saltasen sobre las tablas, finiquitando la velada. La suya sería una comparecencia intermitente, girando a veces sobre el lógico desmelene que provocaban los mayores latigazos que repartían, mientras que en otras, tristemente el ritmo caería en picado a consecuencia de las amigables charletas que montaba el bueno de Ronnie Nyman.
Comenzaría fuerte sin embargo el joven cantante, enfundado en una capucha que le asemejaba a un boxeador, al tiempo que dejaba correr los primeros minutos volando de una punta a otra del escenario. En los primeros compases brillarían cortes como «Insidious» o «The Puritan», centrándose la banda sobre su material más reciente, sin dejar pasar la oportunidad de recordar algunos importantes pelotazos de la década pasada. Así golpearían con «Wearing a Martyrs Crown», de aquel poco afortunado trabajo que dejaron hace unos cuantos años ya.
A medida que irían transcurriendo los minutos, el frontman de Nightrage fue viniéndose arriba y comenzó a instar a los que permanecían al fondo de la sala para que se acercasen de una u otra manera. Les llamaría «estrellitas» y se burlo de ellos de mala manera, en lo que más de uno soltaba un «Me Aburro», al tiempo que el voceras llevaba a cabo su inquisidor alegato. Aquí perdería muchos de los puntos que había ganado a base de entrega, aunque poco pareció importarle, a la vista de lo bien que se lo estaba pasando.
Llegaría el momento en el que Diva Satánica, cantante de Bloodhunter, sería invitada a compartir labores vocales con Ronnie. De esta manera montarían un buen revuelo durante el corte «Frozen», plasmando el fenomenal ambiente que han mantenido de gira ambas formaciones. Esto marcaría un nuevo punto de inflexión que proseguiría a lo grande con «Scathing», uno de los mejores puntazos que servidor les recordaba, y la puntilla definitiva con la inevitable mención a los mejores años del conjunto, con «Tremors» haciéndonos imaginar, hasta donde podía haber llegado esta banda, si Tompa y Gus G hubiesen continuado hasta hoy en día en sus filas.